Cómo un productor agropecuario de Río Negro mejoró su rentabilidad manteniendo rindes
Su objetivo siempre fue el mismo: convertir pasto en carne. Pero su sistema ganadero, que integra la cría, la recría y la terminación con producción propia de alimento, es hoy más rentable gracias a los esfuerzos por reducir costos. Una búsqueda permanente que lo llevó a encontrar en la maquinaria agrícola un aliado clave.
El camino de Nicolás Stier hacia la producción agropecuaria en el Valle Medio del río Negro comenzó en Buenos Aires, donde nació y se formó como ingeniero agrónomo en la Facultad de Agronomía de la UBA. Tras recibirse en 2011, decidió junto a su familia trasladarse al sur, buscando un modo de vida vinculado al trabajo de la tierra.
Su madre, proveniente de una familia numerosa de Coronel Pringles, fue la única entre diecinueve hermanos que invirtió en tierra lo recibido tras la venta del campo familiar en esa localidad bonaerense: ese capital les permitió adquirir La Condesa, una chacra de 100 hectáreas bajo riego entre Pomona y Lamarque. Allí se instaló el primer núcleo productivo familiar, con el objetivo final de producir pasto para transformarlo en carne.
Con los años, la operación se consolidó, y Nicolás incorporó su propio establecimiento: La Milagrosa, de 130 hectáreas, donde proyecta radicarse definitivamente junto a su esposa y sus cuatro hijos. Desde allí coordina una estructura diversificada que integra tres unidades: el campo de cría La Parusía, propiedad de su familia política y ubicado en el paraje La Japonesa, los establecimientos bajo riego La Condesa y La Milagrosa, y la prestación de servicios agrícolas mediante maquinaria propia. La clave de su esquema es la integración: la cría en secano cerca del río Colorado, la recría y el engorde intensivo a pasto en el Valle Medio, y un soporte operativo y financiero basado en la “empresa maquinaria”, creada para ganar eficiencia y reducir costos.
La «empresa ganadería» en Río Negro: convertir pasto en carne
La “empresa ganadería” de Stier se estructura sobre la base del ciclo completo. Desde La Parusía proviene el destete de 300 a 400 terneros por año, con pesos de entre 120 y 140 kilos, resultado de un rodeo de 600 vacas sobre 14.000 hectáreas de campo de cría en secano. El manejo en esa zona tiene limitada infraestructura y no muy buenas pasturas, y se busca priorizar la preñez mediante destetes tempranos. Se emplean bombas solares y molinos para mantener operativas cinco aguadas y ocho lotes.

En el Valle Medio, los terneros de La Parusía llegan a La Milagrosa, para completar la recría y la terminación; en La Condesa se engordan terneros comprados. La base forrajera combina alfalfa y maíz para silo, con rotaciones planificadas que incluyen verdeos. Las alfalfas alcanzan rendimientos promedio de 10.000 kilos de materia seca por hectárea, con picos de hasta 16.000, mientras que el maíz para cortapicado se ubica en 35.000 kilos de materia verde, con máximos de 50.000. La ganancia diaria en recría ronda los 600 a 700 gramos por animal, y la carga animal permite producir unos 600 kilos de carne por hectárea y por año. Esta temporada, Stier incorporó la remolacha forrajera a fin de evaluarla como alternativa para hacer más pastoreo, reducir costos de gasoil y mejorar la eficiencia.
El manejo es intensivo: un cambio de parcela por día, control preciso de cargas y un esquema de riego por manto optimizado con nivelación láser, lo que reduce el consumo energético. La fertilización orgánica con estiércol de corrales vecinos se suma al subsolado como estrategia de mejora de suelos, especialmente en lotes de textura limosa o con presencia de salinidad. Los resultados son alentadores.

Tanto en La Condesa como en La Milagrosa, la recría se realiza con base pastoril. Los animales ingresan ya gordos, para llegar en promedio a los 330 kilos (hembras) y 380 kilos (machos) de peso final en 45 a 60 días. Parte de la producción se destina al consumo de la zona y otra fracción a mercados del Alto Valle, Neuquén y Comodoro Rivadavia. La meta técnica a corto plazo es aumentar la producción a 900 kilos de carne por hectárea, apalancada en la intensificación forrajera y la mejora de los suelos.
La «empresa maquinaria»: vital para mejorar la rentabilidad
La segunda unidad de negocio, la “empresa maquinaria”, surgió como respuesta a una necesidad estructural: la escasez de prestadores de servicios en la región y el alto precio de los existentes. “Acá hay pocos contratistas, y los servicios son caros o llegan a destiempo. Tener la maquinaria propia me permitió hacerlo todo en tiempo y forma y, además, salir a trabajar afuera para amortizar el capital”, resume.
“Acá hay pocos contratistas, y los servicios son caros o llegan a destiempo. Tener la maquinaria propia me permitió hacerlo todo en tiempo y forma y, además, salir a trabajar afuera para amortizar el capital.»
Nicolás Stier, productor agropecuario.
El equipamiento propio incluye tractores, cortadoras, enrolladoras, herramientas de labranza y siembra, lo que le permite ejecutar todas las labores agrícolas de sus establecimientos. La única tarea que terceriza actualmente es la cosecha y cortapicado del maíz. Esta estrategia de mecanización integral permitió a Stier sostener los rendimientos reduciendo los costos directos, especialmente los asociados a contratistas y logística. “Hoy logro el mismo rendimiento que antes, pero gastando menos”, sintetiza.
Su recomendación para otros productores es la siguiente: “Creo que con 40 o 50 hectáreas propias para cortar y enrollar, es rentable comprarte el equipo y hacer un poco afuera. Es decir, complementar y tratar de llegar a las 80 hectáreas para poder amortizarlo bien. Nosotros empezamos con un tractor, una cortadora vieja y una enrolladora vieja. Cuando pasamos a equipo nuevo, tuvimos que salir a trabajar afuera.”

Sobre el manejo contable y administrativo, fue claro: “Hoy el productor, ¿dónde tiene la plata? En el stock: en la cantidad de kilos de carne que hay en su chacra, o en la cantidad de forraje o grano que tiene en el silo. Si no tiene a alguien que le esté mostrando los números periódicamente, se le puede pasar. Quizás no se da cuenta, está perdiendo plata, tiene menos kilos de carne y no la midió nunca”. Por ello, considera que es clave “hacer los números de gestión, un resultado económico todos los años”.
El control directo sobre las labores agrícolas también potenció la capacidad de gestión. Stier lleva la administración de varios establecimientos, lo que le permitió comparar sistemas de costos y estrategias de rentabilidad. “Ver cómo otro hace el negocio te sirve mucho. El mejor asesor de un productor es otro productor”, afirma.

En 2025, sumó una nueva línea de negocio junto a su primo, Ferdinand: la concesionaria Tractores Lamarque, representante de la marca Chery. La experiencia con uno de estos equipos en sus propias chacras fue el punto de partida. “Lo compré, me gustó, y vimos una oportunidad comercial para la zona. Así nació esta nueva unidad, que también complementa al resto de mis actividades”, explica.
El campo como estilo de vida y el futuro del Valle Medio
Más allá de la estructura empresarial, Nicolás Stier define su elección de vida a partir de una convicción: el campo como espacio de trabajo y crianza familiar. “Yo busqué esto: vivir con mi mujer y mis hijos en la chacra. Es un estilo de vida, no solo un negocio”, afirma. Su proyecto en La Milagrosa, donde construye su casa, representa esa apuesta.
En su visión, el Valle Medio es una región con un potencial productivo todavía subexplotado. “En Buenos Aires ya está todo ‘colonizado’. En Río Negro hay tierra fértil, agua y oportunidades, pero necesitamos más emprendedores”, sostiene. Advierte, sin embargo, una problemática estructural: el recambio generacional. “El campo te lleva puesto si no lo amás. Muchos productores no enamoraron a sus hijos de esta vida. Yo invierto tiempo en eso: ando con mis hijos en la camioneta, les muestro, les enseño, les regalé un petiso a dos de ellos. Es algo que se mama, no se estudia”.
Convencido de que el desarrollo del Valle dependerá de nuevos productores y de la incorporación de tecnología, Stier ve en la integración de las empresas agropecuarias y de servicios una vía para sostener la rentabilidad. “La maquinaria y la ganadería son los dos pilares sobre los que construyo mi empresa y mi vida”, concluye.
El camino de Nicolás Stier hacia la producción agropecuaria en el Valle Medio del río Negro comenzó en Buenos Aires, donde nació y se formó como ingeniero agrónomo en la Facultad de Agronomía de la UBA. Tras recibirse en 2011, decidió junto a su familia trasladarse al sur, buscando un modo de vida vinculado al trabajo de la tierra.
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