Aguilar, Rousseau y un oscuro nexo

Los procesados por el crimen de Acro pusieron en aprietos a "JM" ante el juez.

La investigación por el crimen de Gonzalo Acro comenzó a desnudar una oscura trama entre la dirigencia de River y los barras. Es que los procesados por el asesinato (ver aparte) apuntaron contra el presidente del club, al declarar que para la financiación del grupo de Adrián Rousseau «había una caja de dinero que proviene de José María Aguilar, que maneja todos los hilos. Se decía que se manejaba valores grandes de dinero. Cuando había que viajar al interior le daban 5 ó 10.000 pesos».

La acusación es grave, porque apunta a Aguilar como el supuesto jefe de la fracción de «Los borrachos del tablón» que encabeza Rousseau. Tal como lo hizo desde la clandestinidad el prófugo Alan Schlenker en un reportaje televisivo, los barras detenidos repitieron las acusaciones, esta vez ante la juez Luis Rodríguez.

Para el magistrado «quitarle la vida a Acro venía a saldar aquella inquina que se había generado en el seno de la facción comandada por los hermanos Schlenker, y además se daría un duro golpe al propio Adrián Rousseau».

Para el magistrado uno de los motivos del crimen fue que Acro se negó a pasar de un grupo a otro. «Acro actuaba de lugarteniente de Adrián Rousseau y, conforme se determinó, recibió de Alan Schlenker la oferta para hacerse del liderazgo de los facciosos 'Borrachos…' Y, conforme lo relatan, tuvo valor para decir que no».

 

«Caja de dinero»

 

De acuerdo a la documentación a la que accedió DyN, Carlos «Urko» Berón declaró que para la financiación del grupo de Rousseau «había una caja de dinero que proviene de José María Aguilar», sobre todo para viajar.

Berón fue más allá y dijo que River financió el viaje de sus

barras al Mundial. «Siempre se dijo que 'El Club' puso la plata».

Además, William Schlenker identificó a barras que presuntamente eran empleados del club: «Guillermo Godoy, Alexis Alan Decoste, Cristian Guisleti, Matías Goñi, Gonzalo Acro, Martín Araujo, Martín Vallejos y otros que conozco por sus apodos: Zeta, Chimi, Topa». A ellos sumó a Luis Pereyra dijo que «está a cargo de fútbol amateur o infantil» y a Gustavo Larraín, todos supuestamente bajo las órdenes de Rousseau.

Los barras que trabajaban para el club, señaló Berón, cobraban 3.000 pesos mensuales y además tenían «entradas en cantidad» para revender. También «sacaban ropa del club de River o la Selección Argentina, que revendían».

Berón señaló que Alan Schlenker, a quien responde, «estaba en contra de la comisión. Se dice que Rousseau es testaferro de Aguilar, también se dice que agarró plata de la venta de (Gonzalo) Higuaín… Con esa venta había una cometa para Rousseau», añadió en la indagatoria.

Schlenker le dijo al juez que Rousseau fue empleado público: «trabajó en la Guardia Urbana del GCBA, trabajaba como personal de seguridad en un Museo que está frente a los lagos de Palermo, trabajó nada más que un año y medio y después no fue más, pero siguió cobrando, trabajó entre el año 2001 y 2003, después cobró como ñoqui hasta que fue lo de los quinchos. Antes de ese estuvo en el Registro Nacional de las Personas». Lisa y llanamente, el lado oscuro del fútbol.


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