Alerta en Bariloche por la caída de cipreses afectados por un hongo

La preocupación está centrada en los barrios del Oeste de la ciudad donde hay viviendas en áreas de bosque. La parquización y riego de los terrenos y especialmente la construcción de lechos nitrificantes contribuyen a la expansión de este mal.

Hace un par de semanas hubo en la zona Andina varios días de fuertes vientos y las ráfagas provocaron la caída de tres cipreses de gran porte que afectaron viviendas, en la zona oeste de Bariloche, y los especialistas señalaron como una de las causas principales el avance de un hongo que afecta a esa especie y que representa un serio riesgo ante la creciente presión urbana.

La ubicación de casas en zonas de bosque nativo es el principal factor de expansión del llamado “mal del ciprés”. La caída de los árboles, que demandaron la intervención de bomberos y del Servicio Forestal Andino (SFA), no provocó heridas a personas y sólo dejó daños materiales, pero la situación podría repetirse, alertó el delegado del SFA, Claudio Ruiz.

Aunque se esmeren en extraer la mínima cantidad de árboles para implantar las viviendas, los habitantes de las zonas boscosas deberían saber que la parquización y riego de sus terrenos y especialmente la construcción de lechos nitrificantes (indispensables por la ausencia de cloacas) contribuyen a la expansión del hongo.

Ruiz dijo que “en la región Patagónica muchos árboles han caído en los últimos años sobre infraestructuras y personas provocando en el último caso daños irreparables”.

Detalló por ejemplo que entre el 16 y el 18 de septiembre se precipitaron a tierra debido al viento al menos tres cipreses en Colonia Suiza, en barrio parque Tres Lagos y en Playa Serena. Dos de ellos impactaron en viviendas y demandaron peritajes del Servicio Forestal. El año pasado otro árbol se desgajó y cayó en la plaza Perito Moreno y un gran coihue destruyó una vivienda en el barrio Don Bosco. En todos casos sin provocar heridas a personas.

“Desde hace años los forestales estamos estudiando este nuevo paradigma del riesgo cada vez mayor de las urbanizaciones dentro de bosques nativos longevos, con árboles que empiezan a colapsar”, dijo Ruiz.

Señaló que los cipreses en barrios del Oeste, donde las casas no tienen conexión de cloacas y construyen lechos nitrificantes para sus efluentes, “son las zonas más afectadas por el mal del ciprés, debido a la expansión del hongo por el transporte de sus esporas con las vertientes de fluidos en el suelo”.

Dijo que a diario recorren la zona y pudo ver que “la mortandad de cipreses es alarmante”. Según aseguró, “no existe una cura” para esa patología y el árbol afectado “termina muriendo en pie o cayendo descalzado por la pérdida de anclaje al suelo, debido a la pudrición de sus raíces”.

Exceso de humedad

La directora de la Tecnicatura en Viveros de la UNRN, Martha Riat, dijo que conoce el problema, que no es experta en hongos pero sí en tratamientos de efluentes y que ese factor es decisivo para la mortandad de los árboles, al igual que el riego de los jardines.

Explicó que el hongo ya existe en el ambiente, pero el exceso de humedad “potencia su expansión” y afecta a los cipreses, que necesitan suelos que sean “profundos, muy bien drenados y sin inundación”.

El síntoma más visible del mal del ciprés es el marchitamiento y amarillamiento progresivo del follaje, la defoliación del árbol, la disminución del crecimiento y la pudrición de las raíces.

“Es un tema complejo y a veces la gente no entiende la gravedad -dijo Riat-. El trabajo que realiza el Servicio Forestal es muy importante, porque ellos deben resolver los permisos para el corte de árboles que piden particulares y no siempre es fácil evaluar las condiciones. Yo sé que en algunos casos niegan el permiso, pero es muchísima responsabilidad, porque si después el árbol se cae se exponen a una demanda”.

Sobre la construcción de lechos nitrificantes dijo que deberían estar lejos de los árboles cuando el terreno lo permite. Aseguró que “hay mucha normativa sobre el tema, pero a veces no se respetan esos patrones”

Riat insistió en que “el patógeno está presente en el suelo y es visible que tiene un desarrollo muy grande, y ataca al ciprés. No es una mano siniestra que provoca esto, sino la presión de la presencia humana, y la construcción de casas adentro del bosque”.


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