ANALISIS: Derechos despreciados

Una cosa es reclamar por derechos propios y colectivos. Otra pisotear los ajenos. El gremio de los rurales parece no entender la diferencia entre ambas actitudes.

El principio legítimo de peticionar se echa a perder con comportamientos hostiles.

Interrumpir el paso de vehículos, intimidar con palos y cadenas, amenazar, patear autos o tirar neumáticos sobre ellos, provocar quemas tiznando de hollín tiendas, casas y cuerpos humanos, es un abuso intolerable.

El sindicato niega todo esto que es evidente desde hace días.

Hay responsables. Uno es el gobierno nacional: la gestión de los Kirchner ha naturalizado durante años el piqueterismo. Lo hizo con el declamado interés de «preservar la paz social». Resultado: les dio jerarquía y poder y hasta cargos a gremialistas y piqueteros que ejercen la bravata cotidiana para conseguir sus fines (bloquean supermercados, hostilizan petroleras, copan comisarías, se adueñan de caminos y quiebran las rutinas humanas).

La Justicia directamente no actúa por temor a represalias del sector político. Y si lo hace, los gobiernos provinciales no arriesgan decisiones por el costo que esto puede implicar, especialmente cuando saben que cuentan con uniformados inexpertos en contener la barbarie y hasta algunos capaces de cometer una locura.

Los dirigentes gremiales -los otros responsables- lejos de controlar a los prepotentes, los apañan y hasta tienen la osadía de negar que éstos existen dentro de su organización. Incluso se dejan manejar por sectores políticos que hacen del exceso su motivo de existencia.

De modo que nadie da garantías de que se respete el derecho constitucional de trabajar, transitar libremente y disponer de la propiedad privada. Cada uno exige del modo como se le ocurre, sin importarle lo que creen los demás. Desoyendo conciliaciones obligatorias, violando la ley.

No hay motivos para ocultar rostros y sí para guardar palos si se tiene la convicción del reclamo justo.


Una cosa es reclamar por derechos propios y colectivos. Otra pisotear los ajenos. El gremio de los rurales parece no entender la diferencia entre ambas actitudes.

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