Apatía y desgano, efectos secundarios del consumo de marihuana
Tras 30 días sin la droga, crece la alegría y vitalidad.
La apatía, definida como falta de sentimiento o emoción, y el desgano, como falta de deseo e iniciativa, son síntomas frecuentes que se presentan en la consulta médica, y que son consideradas como una afección de la salud mental de etiología “multicausal“.
Estos síntomas usualmente forman parte de un síndrome, ya que raramente se presentan aislados.
Cada ser humano es una configuración psiquicofísica única e irrepetible, en la que inciden factores constitucionales (genéticos, biológicos, etc.) y factores accidentales de incidencia actual, que organizan las expectativas futuras y el desarrollo de la vida de un sujeto. Estos factores se intermodulan en los procesos de salud y enfermedad.
A la aparición de sintomatología de apatía y desgano se la puede vincular, entre los factores actuales de un individuo, al consumo de drogas de abuso, entre ellas la marihuana (cannabis sativa).
La marihuana contiene gran cantidad de compuestos químicos con propiedades psicoactivas, entre ellas, la más abundante es el Delta-9-tetrahidrocannabinol (Delta-9-THC) que, con los procesos genéticos con los que es trabajada en la actualidad, le otorga mayor poder activo y adictivo.
El paciente, ante el consumo frecuente de cannabis, habitualmente presenta apatía y desgano, desinterés crónico evidenciado en el transcurso de un largo tiempo. Se observan conductas oscilantes, como cambio de varios trabajos, de estudios universitarios, etc. y, luego de producidos persiste el sentimiento de frustración y el ánimo deprimido.
Al percibirse en opciones que parecen no tener salida, la utilización de sustancias de abuso -como alcohol, cannabis, etc.- es para evitar displacer, pero posteriormente del efecto inmediato de placer o distracción, retorna la sensación de desesperanza preexistente.
La desesperanza se organiza alrededor de la apatía, el desgano, el desinterés. ¿Cómo se puede llegar a esa situación? ¿Falta de estímulo, falta de reconocimiento ya sea propio o de terceros?
En la actividad clínica de un centro de atención psiquiátrica consultan jóvenes cuya manifestación central se organiza en relación con la desesperanza y con gran frecuencia son traídos por los familiares, fundamentalmente porque las sintomatología es ego sintónica, y el malestar y preocupación están expresados en el núcleo familiar conviviente. Es frecuente que el paciente no distinga la sintomatología y la equipare a su estilo de vida.
Los consultantes perdieron interés progresivamente (abandono de la secundaria, cambio de varias carreras universitarias, entre otros), coincidente en el tiempo con el inicio de consumo de marihuana.
Cuando se inicia una actividad intelectual, ya sea la secundaria o la universitaria, el estímulo a continuarla, entre otras cosas, es el buen rendimiento académico, es decir, aprobar los exámenes.
Pero si a la persona le cuesta prestar atención y no logra retener lo que ha escuchado o leído, es probable que pierda interés en esa actividad.
Científicamente está comprobado el deterioro cognitivo producido por la marihuana.
Un grupo de investigadores de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona ha descubierto cómo el tetrahidrocannabinol, principio activo del cannabis, actúa sobre el cerebro provocando problemas de memoria interrumpiendo el proceso de consolidación.
Los déficit neurocognitivos inducidos por el cannabis son relatados y pueden persistir durante algún tiempo (dos años) después de las últimas dosis en consumidores de altas dosis. (Solowij, 1998)
Según Núñez Domínguez, en estudios realizados con consumidores de 2-3 veces al día, se ha observado una disminución en el rendimiento de tests psicológicos que miden las capacidades cognitivas, por ejemplo la memoria.
Ensayos clínicos con escaso número de sujetos han encontrado que este deterioro se recupera con la abstinencia, pero con reaparición de los efectos tras la vuelta al consumo, aunque parece que existe un deterioro sutil en determinadas capacidades cognitivas no reversibles tras períodos prolongados de abstinencia. (Núñez Domínguez, 2001)
Karila (2003), basado sobre una revisión bibliográfica, confirma los efectos cognitivos asociados con el uso crónico de cannabis así como las consecuencias sociales y educacionales.
La apatía y el desgano son síntomas de un síndrome depresivo, en el que también puede tener interferencia el cannabis, que no se observan en los consumidores principiantes.
En la bibliografía se describe, por ejemplo, que sobre una población de 133 soldados en Italia, que hacían uso de cannabis, entre dependientes y usadores ocasionales, se observaron severos síntomas depresivos y de ansiedad que aumentaban progresivamente con el grado de consumo. (Troisi y otros, 1998)
En Australia, Rey y otros (2002) examinaron 1261 adolescentes, de los cuales el 25% eran consumidores de cannabis. En ellos notaron una asociación entre la depresión y el consumo, no pudiendo determinar cuál de estos trastornos era primero.
Crowley T. y otros (1998) describen un alto porcentaje de depresión mayor en un grupo de 229 consumidores.
Se compararon tres drogas, el alcohol, cannabis y tabaco, en relación con los trastornos afectivos y ansiedad, sobre una amplia población de adultos en Australia. De las tres drogas, se observó una mayor influencia de estos trastornos en los consumidores de cannabis. (Degenhardt y otro, 2001)
El aumento de las solicitudes de tratamiento por dependencia de cannabis podría explicarse por una mayor comorbilidad psiquiátrica respecto a otras drogas, como se observó en un estudio en Dinamarca donde, comparando una muestra de 1439 consumidores de cannabis con 9122 consumidores de otras, evidenciaron una diferencia significativa en altos niveles de depresión y en trastornos de personalidad. (Arendt, 2004)
Se sugiere que el mal uso de cannabis hace una contribución directa al riesgo de suicidios o agravantes de otros trastornos mentales basado sobre 302 casos. (Beautrais y otros, 1999)
También en el consumo de marihuana está descripto el síndrome amotivacional.
El llamado “síndrome amotivacional” que señalaron McGlothlin y West en 1968, es uno de los trastornos psiquiátricos más frecuentes y discutidos. Consiste en apatía, anergia (falta de energía), se suele ganar peso y se es extremadamente perezoso/a.
En cuanto al no “tener ganas de hacer nada”, se debate si el síndrome está asociado al consumo de cannabis o si refleja rasgos caracteriales previos de algunos consumidores.
Actualmente la explicación y los mecanismos de este síndrome no están bien establecidos.
En un estudio realizado por Baño y otros (2003) se constató que el consumo de cannabis provocó una sintomatología específica de “no tener ganas de hacer nada” en más de la mitad de los encuestados, siendo claramente mayor en el grupo con consumo diario, en relación al grupo con consumo esporádico.
Núñez Domínguez (2001) considera que el cannabis provocaría un aumento en la intensidad de los rasgos previos de los jóvenes.
No queda clara la diferenciación entre el “síndrome amotivacional” y los efectos directos de la intoxicación crónica por cannabis.
Ante las sensaciones de apatía y desgano, la droga como la marihuana puede ser una buena automediación, pero también no se debe descartar que podría ser el origen o la causa de dicha sintomatología.
La única manera de descubrirlo es lograr una desintoxicación total de drogas.
Es frecuente que los pacientes, al cabo de 15 a 30 días, concurren a la consulta más sonrientes, más activos, retomando algunas actividades abandonadas. Sin dejar de lado que la participación de la familia en este proceso también es uno de los motores para el cambio.
Es incongruente observar que consumen drogas para estar más felices, y en cambio están más felices sin drogas. A lo mejor no encontrando una “felicidad” pero si encontrando la esperanza de proponerse objetivos, teniendo muchas más posibilidades de lograrlo que estando intoxicados.
Una vez desintoxicados, puede surgir sintomatología psiquiátrica que puede ser mejor evaluada sobre un terreno sin contaminación de drogas, y eventualmente incorporar un psicofármaco que ayude o fortalezca un cimiento para la construcción de la fortaleza del paciente.
(*) Médica psiquiatra. Directora del Centro de Rehabilitación Transitar (Cipolletti)
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Mabel dell’òrfano (*)
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