“Apuntes sobre la Casa de las Leyes”

Me gustó –lo que no significa que sea acertado– la habilitación de un museo en lo que fue la vieja Legislatura neuquina, sobre la avenida Olascoaga. Acostumbrados como estamos los neuquinos a que todo lo viejo o antiguo se tira, se le pasa la topadora, que se preserve un edificio que representa la transición de la etapa territoriana a la provinciana es un saludable acontecimiento. La denominación que se le ha dado al nuevo establecimiento también me pareció un acierto, porque en definitiva ese edificio fue lo que su nombre indica: la Casa de las Leyes. Pero para poner las cosas en un lugar de justicia, quiero informar que esa mención fue popularizada desde la vieja radio neuquina, LU5, en 1984. En ese entonces ejercía como corresponsal parlamentaria la periodista Susana Penchulef, quien hacía sus despachos por teléfono, y cuando se la presentaba y cerraba su tarea decía: “Desde la Casa de las Leyes…”. Aporto otro hecho muy poco conocido ocurrido en ese edificio cuando la última dictadura lo convirtió en una simple sede administrativa y tiene mucho que ver con acontecimientos de estos días, relacionados con la explotación de los hidrocarburos – seré breve, pero el hecho da para mucho más–: un día de invierno del 84/85 se reunieron en una oficina del edificio quien era secretario de Energía de la Nación, un ingeniero de apellido Brunella y varios acompañantes. En la mesa también estaba el entonces interventor militar, general Domingo Trimarco, y varios funcionarios (tal vez haya estado el ingeniero José Brillo, por el Copade, no lo recuerdo bien). Discutían la decisión del gobierno central de vender gas entero de Loma de la Lata al exterior, usando un gasoducto hasta Puerto Madryn y allí embarcarlo. La discusión fue muy dura, porque Trimarco y los suyos tenían otros planes, como la industrialización en origen de los componentes ricos del gas. Brunella fue terminante. La venta al exterior se hace si o sí, afirmó levantando de la silla su metro sesenta y cuatro de grueso cuerpo. Trimarco en lugar de asustarse y subordinarse, le retrucó de manera inesperada: “Ustedes no harán nada de eso, mientras yo esté acá. Y si quieren hacerlo, a los tiros me tendrán que sacar…”, y también se paró y le siguió gritando hasta echarlo de la sala. Yo estaba presente junto a otros periodistas como Osvaldo Ortiz, Alberto Carnevalli, Raúl Ventureira, Helvecio Caldora, y no recuerdo si había otro. El episodio era un notición. Teníamos todo grabado. Pero nos reunimos en una salita cercana y analizamos: si publicamos esto, a Trimarco lo echan del gobierno, y nos quedamos sin un defensor de esta bandera bien neuquina que es la industrailización en origen del gas de la cuenca. Optamos por decir lo menos posible del hecho, sin ignorarlo. Pacto de caballeros, dijimos. Pusimos todos los grabadores sobre la mesa y apretamos la tecla de borrar. Todos fuimos caballeros. A veces el periodismo debe optar entre el interés general y el sectorial o individual, siempre y cuando no se afecte la obligación de informar. Este debe ser uno de los tantos episodios pocos difundidos pero trascendentes ocurridos en la flamante Casa de las Leyes. Ricardo Villar DNI 8.377.070 Neuquén

Ricardo Villar DNI 8.377.070 Neuquén


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