Argentina y Chile, juntos en las operaciones de paz

Las operaciones para el mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas comenzaron en 1948. Desde entonces, 64 de ellas han sido desplegadas en muy distintos rincones del mundo. A fines del año pasado había nada menos que 81.792 militares prestando servicios con los tradicionales cascos azules. Además de ellos había también 14.318 policías, 2.201 observadores militares desarmados y 5.798 funcionarios internacionales civiles participando en esas operaciones, lo que supone un esfuerzo importante en el que formaron parte 115 de los 192 Estados miembros de las Naciones Unidas. A lo largo de los años, unos 2.850 efectivos ofrendaron sus vidas en estos esfuerzos, a quienes no cabe olvidar. Tres de las actuales misiones de paz están lideradas por mujeres: en Liberia, Timor Oriental y Chipre. Una notable mujer argentina, Susana Malcorra, es la subsecretaria general de las Naciones Unidas a cargo de la logística y el mantenimiento requeridos por las fuerzas de paz. En nuestra región, el contribuyente principal de tropas a las misiones de paz de las Naciones Unidas es Uruguay con 2.521 efectivos, seguido por Brasil con 2.267, Argentina con 1.024, Chile con 536, Perú con 396, Guatemala con 322, Bolivia con 238, Paraguay con 184, El Salvador con 104, Ecuador con 79, Colombia con 33 y Honduras con 12. Cabe destacar que ni Cuba ni Venezuela participan en estas misiones. Brillan entonces por su ausencia del mundo de los esfuerzos militares en pro de la paz. Quizás porque existen temores respecto del contacto directo de sus militares con los de otros países o eventualmente para evitar, particularmente en el caso cubano, la posibilidad de deserciones masivas de sus efectivos, como ocurre constantemente con los deportistas y los artistas cubanos que salen al exterior y, a la primera oportunidad, escapan en busca de libertad. En ese universo, Argentina y Chile acaban de dar un paso significativo que tiene que ver con el capítulo de la política exterior y de la defensa en ambos países. Que debe reconocerse. Han reafirmando un compromiso compartido con las operaciones de paz. Pero además han dado un paso en dirección a una integración binacional más profunda. En este caso, mediante la creación de una “fuerza de paz conjunta y combinada”, esto es binacional, a la que se ha denominada Cruz del Sur. Ésta acaba de formalizar su ingreso al “sistema de fuerzas de reserva” de las Naciones Unidas. Estará debidamente entrenada y podrá desplegarse rápidamente a partir del 2012. Contará con unos 1.000 hombres, divididos en dos batallones, y con dos escuadrones de helicópteros y tendrá las unidades logísticas y de comando que, caso a caso, sean necesarias. Ambos países han venido trabajando conjuntamente –con el Brasil también– en la crisis de Haití, desplegando allí una labor sin fallas y construyendo vínculos profundos. Saben entonces trabajar en común y lo han demostrado en el terreno. La reciente presencia en la Argentina del secretario general de las Naciones Unidas para estar presente en el acto de lanzamiento de la fuerza, en el Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz (Caecopaz), encabezado por los ministros de Defensa de Argentina y Chile, supone el reconocimiento de la organización al esfuerzo de ambos países. La tarea que acaba de culminar se inició en agosto del 2005 con la creación de un Estado Mayor Conjunto, que comenzó a operar en el 2007 en el Edificio Libertador, en Buenos Aires, siguiendo al año siguiente en el Edificio Diego Portales, en Santiago, y rotando –desde entonces– su sede anualmente entre ambas capitales. En palabras del ministro de Defensa trasandino, Andrés Allamand, Argentina y Chile “están juntas exportando paz”. Un motivo legítimo para el orgullo. Pero, además, un incentivo adicional para profundizar una relación que, superando desencuentros, debe crecer para beneficio recíproco. Con el eje económico del mundo ahora claramente desplazado al Pacífico, la integración en todos los órdenes entre Argentina y Chile generaría enormes beneficios para ambos países poniendo en marcha el enorme potencial conjunto. (*) Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

EMILIO J. CÁRDENAS (*)


Las operaciones para el mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas comenzaron en 1948. Desde entonces, 64 de ellas han sido desplegadas en muy distintos rincones del mundo. A fines del año pasado había nada menos que 81.792 militares prestando servicios con los tradicionales cascos azules. Además de ellos había también 14.318 policías, 2.201 observadores militares desarmados y 5.798 funcionarios internacionales civiles participando en esas operaciones, lo que supone un esfuerzo importante en el que formaron parte 115 de los 192 Estados miembros de las Naciones Unidas. A lo largo de los años, unos 2.850 efectivos ofrendaron sus vidas en estos esfuerzos, a quienes no cabe olvidar. Tres de las actuales misiones de paz están lideradas por mujeres: en Liberia, Timor Oriental y Chipre. Una notable mujer argentina, Susana Malcorra, es la subsecretaria general de las Naciones Unidas a cargo de la logística y el mantenimiento requeridos por las fuerzas de paz. En nuestra región, el contribuyente principal de tropas a las misiones de paz de las Naciones Unidas es Uruguay con 2.521 efectivos, seguido por Brasil con 2.267, Argentina con 1.024, Chile con 536, Perú con 396, Guatemala con 322, Bolivia con 238, Paraguay con 184, El Salvador con 104, Ecuador con 79, Colombia con 33 y Honduras con 12. Cabe destacar que ni Cuba ni Venezuela participan en estas misiones. Brillan entonces por su ausencia del mundo de los esfuerzos militares en pro de la paz. Quizás porque existen temores respecto del contacto directo de sus militares con los de otros países o eventualmente para evitar, particularmente en el caso cubano, la posibilidad de deserciones masivas de sus efectivos, como ocurre constantemente con los deportistas y los artistas cubanos que salen al exterior y, a la primera oportunidad, escapan en busca de libertad. En ese universo, Argentina y Chile acaban de dar un paso significativo que tiene que ver con el capítulo de la política exterior y de la defensa en ambos países. Que debe reconocerse. Han reafirmando un compromiso compartido con las operaciones de paz. Pero además han dado un paso en dirección a una integración binacional más profunda. En este caso, mediante la creación de una “fuerza de paz conjunta y combinada”, esto es binacional, a la que se ha denominada Cruz del Sur. Ésta acaba de formalizar su ingreso al “sistema de fuerzas de reserva” de las Naciones Unidas. Estará debidamente entrenada y podrá desplegarse rápidamente a partir del 2012. Contará con unos 1.000 hombres, divididos en dos batallones, y con dos escuadrones de helicópteros y tendrá las unidades logísticas y de comando que, caso a caso, sean necesarias. Ambos países han venido trabajando conjuntamente –con el Brasil también– en la crisis de Haití, desplegando allí una labor sin fallas y construyendo vínculos profundos. Saben entonces trabajar en común y lo han demostrado en el terreno. La reciente presencia en la Argentina del secretario general de las Naciones Unidas para estar presente en el acto de lanzamiento de la fuerza, en el Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz (Caecopaz), encabezado por los ministros de Defensa de Argentina y Chile, supone el reconocimiento de la organización al esfuerzo de ambos países. La tarea que acaba de culminar se inició en agosto del 2005 con la creación de un Estado Mayor Conjunto, que comenzó a operar en el 2007 en el Edificio Libertador, en Buenos Aires, siguiendo al año siguiente en el Edificio Diego Portales, en Santiago, y rotando –desde entonces– su sede anualmente entre ambas capitales. En palabras del ministro de Defensa trasandino, Andrés Allamand, Argentina y Chile “están juntas exportando paz”. Un motivo legítimo para el orgullo. Pero, además, un incentivo adicional para profundizar una relación que, superando desencuentros, debe crecer para beneficio recíproco. Con el eje económico del mundo ahora claramente desplazado al Pacífico, la integración en todos los órdenes entre Argentina y Chile generaría enormes beneficios para ambos países poniendo en marcha el enorme potencial conjunto. (*) Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

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