¿Armani al Mundial sin jugar? Nada que no haya pasado antes

El arquero de River podría ir a Rusia sin haber sumado ni un minuto con la albiceleste. Para México 86, Bilardo sorprendió con nombres de último momento y luego fueron decisivos en la obtención de la Copa del Mundo, no sin antes desatar un vendaval y hasta rumores de destitución contra el DT.

Y un día nos enteramos de quién era Franco Armani: un arquero argentino que triunfaba en el lejano y poco trascendente fútbol colombiano. Pero lo supimos recién cuando se puso el buzo de arquero de River hace menos de un año. Ahora sabemos que Franco Armani es un arquerazo y claramente lo queremos en el Seleccionado que irá al Mundial, aunque no haya jugado ni un segundo para la albiceleste. ¿Al Mundial sin haber jugado nunca en el Seleccionado? ¿Por qué no? Eso ya pasó antes. A muy poco del Mundial, Jorge Sampaoli juega al misterio con los nombres, saca históricos y mete jugadores sin recorrido en el Seleccionado. No es novedad. Eso también ya pasó. Y mlas no nos fue. Pasen, vean y lean.

Los campeones del 86: ocho de los once titulares jugaban en el fútbol local.

Por razones bien diferentes a las actuales, los meses previos al Mundial de México ‘86 también fueron caóticos, con jugadores que salían de la nómina y otros que entraban sin una razón aparente. Jugadores como Enzo Trossero, el Pato Fillol, Gareca y el Beto Márcico, que habían participado de buena parte del proceso iniciado a mediados de 1983, se quedaba afuera, y otros como José Luis Cuciuffo y el Checho Batista se metían en la lista definitiva casi sin rodaje. Todo esto resuelto por un enigmático BIlardo, quien se escudaba en el no menos enigmático argumento “el grupo sabe por qué”, a la hora de responder por las inesperadas altas y bajas tan cercanas al inicio de la Copa del Mundo.

Héctor Zelada, el campeón del mundo que (casi) nadie conoce.

Pero hubo dos casos que llamaron mucho la atención en aquel momento y fueron las designaciones de Héctor Zelada como tercer arquero, y de Carlos Enrique, el “8” de River. Zelada, quien había debutado en la Primera de Rosario Central a fines de los 70, se había ido a México en 1979 y nunca más volvió. Para 1986, era el arquero del América, club que alojó al Seleccionado durante su estadía mundialista. Zelada formó parte de una sola convocatoria: para los amistosos con México en octubre de 1985, de la que no disputó ni un minuto. Bilardo lo incluyó en la lista definitiva, en lugar de Fillol, quien había sido titular en casi todos los partidos.

El Negro Enrique, al Mundial sin haber jugado nunca.

El caso del Negro Enrique fue más llamativo aún, y lo fue por dos razones: porque su primera (y única, obviamente) convocatoria fue para la lista definitiva, en abril de 1986, y porque se ganó la titularidad durante la Copa del Mundo siendo uno de los hombres más importantes del equipo campeón del mundo.

Sobre Diego Maradona hay que decir que estuvo ausente durante casi todo el proceso de Bilardo, ya que recién se sumó al trabajo del Seleccionado para las Eliminatorias, es decir apenas un año antes del Mundial. Bilardo trabajó mucho con jugadores del fútbol argentino, de hecho 14 de los 22 jugadores que llevó al Mundial jugaban en equipos del torneo local.

Bilardo fue muy criticado durante casi todo su proceso de trabajo previo a México 86. De hecho, unos meses antes del comienzo del torneo, se instaló el rumor nunca del todo aclarado que había un complot para echarlo del cargo. Es recordada la carta firmada por Osvaldo Otero, subsecretario de Deportes de entonces y publicada en El Gráfico, que afirmaba “señor Bilardo, nadie lo quiere echar”. Otero era uno de los supuestos involucrados en el complot.

Argentina 3 Alemania 2. Burruchaga, junto a Maradona y Valdano, los tres “extranjeros” del equipo de la final.

El Narigón, por su parte, se refugió en sus jugadores: se deshizo de quienes no sentía que podían serle fieles (los “jugadores de Menotti”) y convocó a futbolistas que por alguna razón los sintió leales a su causa táctica, jugadores sin trayectoria internacional y con hambre de gloria, el núcleo duro de ese grupo que sabía por qué el entrenador tomaba las decisiones que tomaba. Pumpido, Brown, Ruggeri, Cuciuffo, Enrique, Batista, Giusti y Olarticoechea fueron la base del equipo que ganaría un Mundial impensado, salvo por la presencia de Diego. O ni siquiera, porque Diego, hasta el comienzo del Mundial, también era una incógnita.

Nadie creía en ese Seleccionado formado por jugadores poco convincentes desde los nombres, con flojos resultados y una clasificación mundialista conseguida de manera agónica. Nadie salvo Bilardo, Víctor Hugo Morales (acaso más por hacerle la contra a Menotti que por otra cosa) un puñado de argentinos. No mucho más. Pero una frase salió disparada del seno de ese grupo: Los primeros en llegar y los últimos en irnos”. Y así fue.


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