Aun sin radares, garantizan seguridad

La Fuerza Aérea tranquiliza, pero igual reclama inversiones

BUENOS AIRES (ABA).- La Aeronáutica salió a poner paños fríos tras el informe del jefe regional, brigadier Guillermo Donadille, remitido al Congreso donde se señaló que «el 60% de las rutas aéreas de la Patagonia está sin radares» .

«Respecto al tránsito aéreo en todo el país y en particular en el sur argentino , el mismo tiene un elevado grado de seguridad , pero es necesario remarcar que la instalación definitiva de los radares contribuiría en agilizar los vuelos y evitar demoras cuando las condiciones meteorológicas son adversas», afirmó ayer ante «Río Negro» el vocero, comodoro Jorge Reta.

Para algunos especialistas en materia de defensa, como el asesor parlamentario José Manuel Ugarte, la necesidad de instrumentar un plan global de radarización es «una emergencia que va mas allá de una mejora del servicio aéreo; hace a cuestiones estrictas de seguridad aérea».

El plan de radarización es un viejo anhelo de la Fuerza aérea, que siempre chocó con escollos económicos o cruces de intereses que lo fueron postergando. La última intención fue la licitación encarada durante el menemismo por el entonces ministro de Defensa , Jorge Domínguez , que terminó siendo anulada por la justicia en el gobierno de Fernando De La Rúa.

La cifra de estimación actual que costaría reactivar este proyecto difiere mucho en los 500 millones de dólares que pensaba gastar la administración Menem, ya que según la cúpula actual de la Fuerza aérea se estaría hablando de unos 59 millones de dólares.

Ugarte considera «muy bajo este precio aunque reconoce que el año pasado se invirtió algo en la mejora del sistema de control de pantallas de Ezeiza».El Comodoro Reta agregó que «se invirtió 4,5 millones de dólares».

La suma habría salido, según pudo averiguar este diario, del presupuesto de la propia fuerza que ahora «considera indispensable la implementación de una plan integrador de radarización».

El informe de la Fuerza Aérea girado al Parlamento vuelve a despertar un tema candente que el poder de turno prefiere patear para adelante a partir de la difícil transición política.

La contestación de la fuerza (de 28 carillas) se extiende en cuestiones técnicas repletas de ambigüedades que no terminan de explicar el incidente aéreo del 18 de julio del 2002 cuando a 130 kilómetros al noreste de Neuquén casi colisionan dos aviones.

En uno de los aviones viajaba el diputado del MPN, Luis Jalil, a quien le llegó el informe de la FA siete meses después del incidente.

Las cajas negras de Los aviones de Aerolíneas y Austral, que casi colisionan , se encontraban con problemas técnicos que impidieron la posterior lectura del por qué de la incidencia.


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