Avance sindical

Entusiasmó a los representantes obreros la promesa de mantener el modelo de sindicato único.

Por Redacción

Arnaldo Paganetti arnaldopaganetti@rionegro.com.ar

La gran encuesta, la verdadera, es la que se celebra hoy, sin intermediarios interesados. Poco más de 32 millones de argentinos están habilitados para decidir, primordialmente, quienes competirán el 25 de octubre para suceder a Cristina Fernández en el período 2015-19. Más allá de la incidencia que las resonantes denuncias de la última semana –y las consecuentes réplicas– puedan alcanzar en el resultado electoral de las PASO, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, donde se enfrentan dos duras fracciones del FpV, distintos sectores corporativos operan silenciosamente para arrancar compromisos de los postulantes. Es el caso del mundo sindical que abreva en el movimiento de masas nacido en la mitad del siglo pasado. Por eso no resultó extraño que la CGT adicta al gobierno, más otros gremios encuadrados en la rebelde conducida por Hugo Moyano, hayan rodeado al candidato con más apoyo peronista, Daniel Scioli. Unos 3.000 dirigentes, encabezados por el metalúrgico Antonio Caló, lo escucharon decir que continuarán las negociaciones paritarias, que se preservará el poder adquisitivo de los salarios y se fortalecerán las obras sociales, caja a través de las cual se brinda atención médica y turística a miles de afiliados. Pero hubo un anuncio que pasó desapercibido y sonó a melodía para delegados que responden a las diferentes centrales: “Me comprometo a mantener el modelo de asociaciones sindicales por actividad”, expresó Scioli. Eso llevó alivio de los representantes de la “columna vertebral” justicialista, ya que en los últimos años hubo pronunciamientos de la Corte Suprema declarando inconstitucionales algunos artículos de esa norma que data de 1988. El sinceramiento les cayó mal a algunos de los presentes. Por ejemplo a Néstor Segovia, de los “metrodelegados” de la línea “C” de subterráneos, enfrentado con la orgánica de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y que en esta instancia acompaña con fervor las políticas K. Los miembros de las comisiones directivas de las organizaciones más poderosas le habían planteado al ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires, Oscar Cuartango, que hay que corregir en forma urgente la atomización que se viene produciendo por la proliferación de organizaciones no reconocidas nacionalmente por la cartera que hoy timonea Carlos Tomada. Cuartango, aspirante a suceder a Tomada, puso reparos, pero Scioli finalmente laudó a favor de confederaciones fuertes, que ahora están fraccionadas por las apetencias de los dirigentes, algunos de los cuales, como Luis Barrionuevo, alientan el ascenso a la Rosada de Sergio Massa, del Frente Renovador. Voceros de los metalúrgicos, mecánicos, obreros de la construcción y personal civil del Estado, entre otros, señalaron que existe la decisión estratégica de ir recuperando poder, como el vigente tras el retorno a la democracia, cuando el entonces presidente radical Raúl Alfonsín, en marzo de 1987, jaqueado por varias huelgas, nombró como ministro a Carlos Alderete, del sindicato de Luz y Fuerza. “En la época dorada cualquier presidente justicialista, antes de instrumentar medidas, hablaba con nosotros, que además teníamos un bloque parlamentario con un cupo del 25%, entre los que sobresalieron legisladores como Oraldo Britos y Lorenzo Pepe. Ya con (Carlos) Menem fuimos perdiendo peso, al derrumbarse la etapa industrialista, hasta llegar a la actualidad que nos dan lugares políticos de lástima… Ahora empezaremos a recuperar espacios”, aseguró uno de ellos a “Río Negro”. De hecho, Scioli se desvivió en lisonjas hacia sindicalistas que disfrutan de la fogata oficialista. Estos observan hacia donde se mueve el péndulo de la conducción y apuestan fuerte a una continuidad con otro estilo, con fe y esperanza productiva, como repite incansablemente el gobernador. La convivencia no será un lecho de rosas. En el acto de Scioli con los secretarios generales sobresalieron imágenes del asesinado José Ignacio Rucci, cuya memoria no fue rescatada durante los doce años de kirchnerismo. La pulseada en algún momento exigirá una nueva discusión en el Congreso, para tratar de que se preserven los derechos de los delegados de los sindicatos reconocidos que, en distintas etapas del peronismo, protagonizaron pactos con el empresariado, bajo la atenta mirada del gobierno atado a la sigla PJ.


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