Berrinches y caprichos: ¿hay manera de evitarlos?

La psicopedagoga Laura Collavini explica cómo brindarle herramientas claras de anticipación a los más pequeños sobre aquello que sucederá, ayuda a evitar malos momentos.

Por Laura Collavini, psicopedagoga

Supermercado, gente que va y viene con changuitos. Él le pide a su mamá ese paquete de papas fritas que tiene el sticker del dibujo que le gusta. Ella le dice que no, le saca el paquete de la mano y sigue mirando en las góndolas.


Niño: ¡Quiero las papas! (Subiendo el tono de voz).
Mamá: (Ignora su comentario)
Niño: (Va de nuevo hacia las papas y las toma rápido. Vuelve corriendo a ponerlas en el changuito).
Mamá: (Unos pasos más adelante registra ese paquete en el chango. Lanza un insulto sin mirar a su hijo, toma el paquete y lo vuelve a dejar en su lugar)
(Llega el padre con la carne y la coloca en el chango).
Niño: (Toma unas galletitas y las pone en el chango).
Padre: No. Eso no lo comés, no te gustan.
Niño: Si, quiero.
Padre: No, no las llevamos
Niño: Comienza a llorar.
Padre: (Lo alza). Basta. Portate bien que la gente te mira.
Niño: (Llora más fuerte).
Madre: (Comienza a ponerse nerviosa)
Padre: ¿Te querés quedar sin celu esta noche? Pará de llorar.
Niño: (Grita)
Madre: Llevalo al auto así termino rápido.
Padre: (Al niño) Mirá qué conseguiste…Ahora nos tenemos que ir…

***
Cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia. Por supuesto no hablo de nadie en especial, sino de todos en general. Es una “escena” habitual vista y relatada por padres que sienten que no pueden hacer nada cotidiano con sus hijos sin que se transforme en una especie de tortura.


Al relatarlo u observarlo me transmiten una sensación de caos donde los padres quedan entrampados en los anhelos efímeros de los niñ@s, con la certeza que, si viene el “no”, se desencadena el caos. Prefieren entonces acceder a caprichos y acomodarse en ese rinconcito que deja la obligación y los compromisos.

Padres tensos, con angustia, perdidos en las obligaciones, sin espacio personal. Puertas del baño que no respetan ser cerradas, camas compartidas, horarios desordenados, corridas, cansancio, frustración, angustia y niñ@s que se pierden en el supermercado, en el shopping. Personitas que no pueden quedarse quietas, no terminan un juego, que nada las conforma.


Llamados de la escuela a los padres. “Le cuesta prestar atención”. “Se desorganiza en el cuaderno”. “Se enoja cuando se equivoca”.
Seguro que al leerlo se les vino alguien en mente. Es sin duda el mayor motivo de consulta.
Si lo tuviera que resumir de alguna forma diría que es el “Desorden vincular”.
Nadie sabe dónde está ni hasta dónde debe llegar. Obviamente no existen las preguntas sencillas: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo?
Una obviedad es decir que padres son padres y no amigos. Pero no es obvio. Los padres quieren tener una buena relación con sus hijos y confunden la amistad con la relación padre-hijo. Es un des orden.
Un amigo es un par. Nos pasan cosas similares. Compartimos la vida. Respetamos los tiempos y los secretos. Nos complementamos.
Un hijo necesita ser respetado y tiene algunas generaciones menos que nosotros. Por este motivo básico y fundamental es necesario que sea orientado en esta tierra que desconoce. Necesita saber de la forma de hablar, de caminar, de relacionarse, etc.


“No quiero traumarlo si le digo tanto que no” …” No quiero tratarlo como hicieron conmigo”. “Le hablo y no me entiende, o no quiere entenderme”.
La supuesta modernidad del supuesto respeto nos lleva a la mirada des ordenada, desdibujada e infantil desde el adulto hacia la niñez.
Respetar no significa que el otro haga lo que quiera. Tampoco que nos maltrate.
Desde mi lugar considero que respetar a nuestro hij@ es brindarle herramientas claras de anticipación de aquello que sucederá y esto en forma constante y ordenada.
Qué va a pasar en el día. Si vamos al supermercado qué podrá tomar y qué no. A qué hora se debe bañar o hacer la tarea, almorzar, etc.
Anticipar en forma ordenada brinda la magia de la libertad. Porque calma la ansiedad, brinda posibilidad de tiempo libre para realizar lo que yo quiero. Hay tiempo entonces para jugar.
“¿Y qué hago si no me hace caso?”
Imposible dar respuesta en una nota porque está relacionado con la construcción de la maternidad y paternidad. Esa que no se construye en 9 meses simplemente, sino en la interacción con nuestro hij@. No hay recetas. Hay preguntas: ¿Qué quiero que suceda? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cuál sería el modo de realizarlo?
No hace falta castigos ni palizas.
No hace falta gritos ni amenazas.
La fuerza de una comunicación diaria incluyendo las emociones y orden.
Si les parece seguimos analizando el tema en la próxima semana.


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