Brasil se pregunta cómo evitar disturbios durante visita del papa

¿Qué harán las fuerzas de seguridad para evitar que las protestas organizadas a través de las redes sociales terminen en disturbios y violencia? El despliegue de seguridad nunca antes fue visto en Brasil.

ESPECIAL

Por Diana Renée

A pocos días de la llegada a Río de Janeiro del papa Francisco, una pregunta sigue sin respuesta en Brasil: ¿qué harán las fuerzas de seguridad para evitar que las protestas organizadas a través de las redes sociales terminen en disturbios y violencia?

El gobierno de la presidenta Dilma Rousseff teme que se repitan durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) los enfrentamientos entre policías y manifestantes que sacudieron el país en junio, durante la disputa de la Copa Confederaciones, y para ello armó un impresionante esquema de seguridad, que la semana próxima movilizará a casi 14.000 efectivos policiales y militares en Río de Janeiro.

El despliegue de seguridad incluye además a buques de la Armada, helicópteros de la Aeronáutica y carros blindados del Ejército, además de un sistema antiaéreo comprado en Alemania, pero al parecer ello no ha sido suficiente para convencer a los organizadores de las manifestaciones de permanecer en casa.

El grupo Anonymous -cuyo símbolo, la máscara de la película “V”, es muy usada por los manifestantes- convocó a sus seguidores a participar el lunes en una protesta delante del palacio de la gobernación de Río, precisamente en momentos que el papa Francisco estará allí para reunirse con la presidenta Dilma Rousseff, con el gobernador Sergio Cabral y con el alcalde Eduardo Paes.

En la última semana, dos manifestaciones contra Cabral terminaron con violentos enfrentamientos entre manifestantes y policía, que dejaron heridos y detenidos.

El conflicto más reciente se registró en la noche de este miércoles, cuando agentes de la tropa de choque de la policía militarizada lanzaron bombas de gas lacrimógeno y gas pimienta contra un grupo de manifestantes que lanzó piedras contra los agentes, armó barricadas con bombas incendiarias y destruyó comercios y agencias bancarias en el elegante barrio Leblon, donde vive el gobernador.

El incidente motivó hoy una reunión de emergencia del gobernador Cabral con sus principales asesores de seguridad, que luego admitieron que todavía no encontraron una fórmula eficaz y no violenta para controlar a la nueva forma de protesta, sin líderes visibles y organizada a través de las redes sociales.

“Existen protocolos y formas de actuar en el marco de manifestaciones planeadas. No hay en el mundo un protocolo sobre cómo actuar en turba o confusión. No hay un manual”, reconoció el secretario de Seguridad Pública de Río, José Mariano Beltrame.

Idéntica perplejidad expresó el comandante de la policía militarizada de Río, el coronel Erir Ribeiro: “La policía está aprendiendo. ¿Cómo puedo negociar? ¿Con la computadora?”.

La otra preocupación de las autoridades se refiere a los actos de vandalismo que suelen ocurrir al final de las protestas, y que son atribuidos a la “infiltración” de activistas del movimiento “black bloc”, que predican el uso de la violencia contra los “símbolos de la opresión”.

El gobernador de Río de Janeiro afirmó que los actos de vandalismo representan “una afrenta al Estado democrático de Derecho”, y que las fuerzas de seguridad actuarán para asegurar “no sólo el derecho a la libre manifestación, sino también el derecho a ir y venir y a la protección al patrimonio público y privado”.

Ante este panorama, el gobierno brasileño optó por dejar en las manos de las Fuerzas Armadas el comando de la seguridad en los dos eventos en los que participará la presidenta Dilma Rousseff, quien estuvo entre los blancos de las protestas de junio pasado.

Los militares serán responsables de aislar el palacio de la gobernación provincial, para evitar el acercamiento de los manifestantes convocados para la protesta del lunes, y también de la seguridad en la localidad de Guaratiba, donde Francisco celebrará el domingo 28 de julio la misa de clausura de la JMJ, en la que es esperada Rousseff.


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