“Buscamos los nuevos rostros de la intolerancia antisemita y racista”

El centro fundado por el “cazador de nazis”, aunque aún busca a posibles criminales, monitorea situaciones actuales, desde el fútbol hasta el gobierno iraní.

entrevista: Sergio Widder, director del centro simon wiesenthal latinoamérica

LEONARDO HERREROS

lherreros@rionegro.com.ar

–Históricamente, el objetivo principal del centro Simon Wiesenthal ha sido buscar a criminales de guerra, pero el tiempo transcurrido desde la Segunda Guerra hace que la mayoría de ellos ya tenga más de 90 años. ¿No les plantea esto una reconversión del instituto?

–Es una pregunta lógica. Simon Wiesenthal fue un sobreviviente de los campos de concentración nazi que tras la guerra dedicó su vida a buscar la justicia. Aunque se lo conoce como el “cazador de nazis”, Wiesenthal pretendía que se les hicieran procesos judiciales para reparar, aunque sea de modo simbólico, el daño hecho, porque la justicia es el modo que tenemos en nuestras sociedades modernas para reparar los crímenes. Pero, además, él tenía un mensaje hacia las nuevas generaciones. Sabía que no podía evitar que hubiera violaciones masivas a los derechos humanos o genocidios en el futuro, pero decía que “los asesinos del mañana tienen que saber que va a haber alguien que va a trabajar para llevarlos ante tribunales” y tendrán que pagar por sus crímenes. Wiesenthal se consideraba un activista social en favor de la memoria y los derechos humanos y contra la intolerancia, el odio y la discriminación de hoy. Por eso, si bien hoy hay expertos del centro dedicados full time a buscar criminales (y siguen encontrando, como el caso reciente de Laszlo Csatary, de 97 años, en Hungría, ubicado por Frank Zuroff), la mayor parte del trabajo de la oficina latinoamericana está orientada a la búsqueda y el combate de situaciones de intolerancia y odio en el presente, los nuevos rostros del discurso y acciones de intolerancia antisemita y racista.

–¿En dónde se presentan estas nuevas amenazas de intolerancia?

–Por ejemplo, en el régimen iraní, un régimen autoritario y antidemocrático que niega el Holocausto, que está buscando desarrollar un programa nuclear y propone un nuevo exterminio de casi siete millones de judíos en Israel. Y no es algo que nosotros inferimos, son planes que difunden públicamente, convocan a destruir un país miembro de la ONU.

–Bueno, ésa es la disputa actual con Occidente. Teherán asegura que su plan atómico es con fines energéticos y tiene derecho a desarrollarlo…

–Nadie dice abiertamente “voy a realizar un plan de exterminio”, pero lo dejan claro cuando su líder religioso Ali Khamenei dice “Israel es un cáncer que debe ser extirpado” y el presidente iraní lo avala. El régimen iraní es una amenaza para la estabilidad internacional, funcionarios suyos están implicados en la muerte de 85 personas en Buenos Aires, de acuerdo con la Justicia argentina.

–¿Cómo ven el acercamiento de Irán con países de Latinoamérica?

–Vemos con mucha preocupación y como una amenaza a la seguridad y la estabilidad hemisférica la relación entre Irán y el bloque ALBA (Cuba, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Nicaragua). El gobierno venezolano es el primer país sudamericano desde la época del nazismo que ha instalado al antisemitismo como política de Estado. La incitación al odio contra la comunidad judía venezolana está, si no promovida, al menos tolerada por importantes figuras del gobierno venezolano. Está probado. Ha habido allanamientos contra la Sociedad Hebraica de Caracas, donde funcionan un club deportivo, una escuela y una sinagoga, en busca de armas que nunca aparecieron; un discurso de Hugo Chávez, hace unos años para Navidad, donde dijo que el mundo “tenía riquezas para todos pero una minoría, entre ellos los asesinos de Cristo, se había apoderado de ellas”, con lo cual recuperó dos ejes del discurso antijudío histórico: la acusación de haber sido los asesinos de Cristo y la acumulación de la riqueza por parte de los judíos. Le enviamos una nota para que aclarara estos dichos, cosa que jamás hizo. En la campaña electoral hubo ataques al opositor Capriles Radonski por ser judío, a pesar de que sólo es judío de origen (su madre lo es) y se convirtió al catolicismo hace años.

–¿Y cómo ven el diálogo de Argentina con Irán en Suiza para mandar a la Justicia a exfuncionarios iraníes acusados por el atentado a la AMIA?

–No creemos que pueda tener éxito. Los iraníes han dicho en octubre que desean colaborar con la investigación, etcétera, pero al mismo tiempo descartan categóricamente que cualquier ciudadano suyo esté implicado. No hay ninguna señal de que Irán quiera colaborar con la Justicia argentina, más bien pareciera una maniobra.

–En Argentina, ¿cómo ve la situación del odio y la discriminación?

–Hay situaciones contradictorias que conviven. Desde el retorno a la democracia ha habido enormes avances de conciencia sobre libertades civiles y derechos ciudadanos, como la reciente sanción del matrimonio igualitario. Por otro lado, subsisten bolsones de intolerancia como en cualquier sociedad democrática, que a veces reciben respuestas enérgicas y repudio de la sociedad. No existe sociedad sin intolerancia o racismo; lo importante es que esas manifestaciones tengan un costo.

–¿Hubo acciones concretas en hechos recientes?

–Tomamos una iniciativa en marzo, cuando en un partido entre Chacarita y Atlanta la hinchada de Chacarita cantó consignas antijudías; alguien lo filmó con celular y salió en YouTube. Con ese material fuimos al tribunal de disciplina de la AFA, que llevó adelante un proceso con todas las garantías, se llegó a la conclusión de que merecía sanción y se sancionó al club. Es importante, no porque fuera una agresión antijudía sino porque era discriminatoria. Fue una oportunidad para confrontar el odio en un sentido más amplio y en un ámbito tan popular como es el fútbol, para debatir si el denominado “folclore del fútbol” puede justificar cualquier cosa.

–También hubo un incidente sobre un acto en la Biblioteca Nacional…

–Nosotros intervenimos cuando nos enteramos de que se iba a realizar en ese ámbito un “tribunal ético contra Israel”, contra la ocupación israelí en territorios palestinos. Lo denunciamos como abuso de espacio público, porque todo se puede discutir y debatir, los gobiernos y el Estado de Israel están sujetos a ser criticados como cualquiera, pero rechazamos que se disfrace de crítica legítima cuestionar el derecho de Israel a existir, lo vemos como un hecho de antisemitismo. Este “tribunal ético” tenía en su jurado a Luis D’Elía y Fernando Esteche, de Quebracho, que públicamente se identifican con Irán o avalan a (el grupo extremista palestino) Hamas, que además de negar el derecho de Israel a existir convocan a atacar a judíos sin importar su nacionalidad.

–Después de todos los años de investigación, ¿cómo ven en perspectiva el rol de Argentina en estas redes de protección y fuga de criminales nazis?

–Argentina tuvo un rol central, sin dudas. Fue el hogar de decenas de criminales, entre ellos los más notorios: Adolf Eichmann, Joseph Mengele y Ante Pavelic, entre otros. A tal punto que Mengele tuvo registros en la Policía Federal primero con nombre falso, pero luego se anotó como José Mengele, nada menos, puso sus huellas y todo. Y esto en el 56, porque los nazis llegaron con el gobierno de Perón pero la protección que tuvieron continuó después de su derrocamiento. El encubrimiento persistió hasta 1983, con el inicio de la transición a la democracia, donde Argentina cambió su política de Estado respecto de criminales nazis y hubo extradiciones en cada gobierno, los casos de Josef Schwammberger, de Erich Priebke, del matrimonio Dinko Sakic-Nadia Luburic y un quinto, de Walter Kuchman, que falleció durante el juicio de extradición pero es de suponer que hubiera sido extraditado.

Hebe Rajneri


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