Café, ¿amigo o enemigo para la salud?

Sobre los mitos y verdades de esta bebida, cuyo consumo se popularizó originalmente en el mundo árabe alrededor del siglo XV, opinó el Dr. Gabriel Lapman, cardiólogo, nefrólogo y especialista en hipertensión arterial.

El café es una bebida que los argentinos consumimos a diario, ya sea solo, con leche o en diferentes preparaciones.

El grano de café tiene su origen en Etiopía, pero con el pasar de los años se fue popularizando, hay plantaciones en diferentes regiones de América, especialmente, en Colombia, Perú y Brasil, entre otros.

Su aroma y sabor genera en muchos la necesidad imperiosa de beberla por la mañana, ahora bien, ¿es saludable?.

La frase «el veneno está en la dosis» es ideal para describirla, es decir, el exceso del consumo de cualquier tipo de alimento o bebida genera efectos poco beneficiosos.

En cuanto al café, se podría afirmar que, si se consume molido y filtrado por uno mismo, y se trata de granos de excelente calidad, es mejor que los de origen instantáneo con agregados de conservantes y de azúcar.

El café no se recomienda en pacientes que sufren de intestino irritable, acidez y de úlcera gastrointestinal, debido a que es bastante irritante de la mucosa gástrica, además, en altas dosis, puede generar insomnio, cefaleas, efecto laxante e hipertensión arterial, entre otras complicaciones. Por lo tanto, hay que tener cuidado en personas con antecedentes.

Entre sus beneficios, sobresalen su efecto antioxidante y antinflamatorio por su concentración de flavonoides, obviamente, si va acompañado por un estilo de vida saludable.

Por otra parte, no tendría un efecto vascular favorable, aunque sí sus flavonoides. Por caso, un estudio que compara el efecto arterial tras la ingesta de dos tazas de café versus dos tazas de café descafeinado, este último posee efecto vasodilatador a causa de estas sustancias y no por la cafeína.

Según el estudio Ikaria, un café preparado al estilo griego o turco, filtrado y puro, tendría efectos beneficiosos a nivel vascular. En un trabajo reciente, doble ciego, sobre el uso de café a dosis moderadas, su efecto cardiovascular resultó levemente beneficioso.

Por lo tanto, hay factores positivos y negativos en el café, depende mucho de la dosis, la calidad y la forma de preparación.

En líneas generales, el café, especialmente el molido por uno mismo y de buena calidad, puede proteger frente a ciertas enfermedades crónicas siempre y cuando se mantenga una vida saludable, se realice actividad física, se respeten las horas de sueño, haya reducción del estrés, conectividad social y eliminación de tóxicos como el tabaquismo y alcoholismo. Se observó que disminuye la mortalidad a largo plazo, la incidencia de diabetes tipo 2, Parkinson, Alzheimer, cirrosis, cáncer de próstata y de hígado, y depresión en mujeres.

¿Cuál es la dosis de cafeína recomendada?

Claramente, exagerar con la cafeína no es una buena idea, si bien es frecuente su uso en estudiantes y jóvenes, sus efectos nocivos son taquicardia, hipertensión, acidez estomacal, efecto laxante y diurético, entre otros. La dosis diaria recomendada no debe superar las cuatro tazas o los 400 miligramos.

Si se ingiere más de esta cantidad, pueden aparecer cuadros de migraña, insomnio, nerviosismo, irritabilidad, agitación, micción frecuente o incapacidad para controlar las micciones, malestar estomacal, taquicardia y temblor muscular.

Las bebidas energizantes como las colas también poseen cafeína, por lo tanto, están incluidas en la dosis diaria de cafeína, si bien no son recomendadas.

Por el Dr. Gabriel Lapman, médico cardiólogo, nefrólogo y especialista en hipertensión arterial, Sanatorio Modelo de Caseros.


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