Canadá en tiempos de Trump

Trump, “Brexit”, una Europa demasiado ocupada consigo misma: todo esto crea un vacío que Canadá está dispuesta a ocupar. El segundo país más grande del mundo trata de hacerse con una posición mundial más poderosa y de frenar al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, justo cuando se cumplen 150 años de su nacimiento.

Cuatro de cada diez estadounidenses preferirían al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, como presidente en lugar de a Trump, según una encuesta.

Las diferencias entre los dos políticos no podrían ser mayores: el liberal Trudeau ha abogado desde su victoria electoral en 2015 por la acogida de refugiados y por las energías renovables y la protección del clima; Trump parece que por todo lo contrario. Además, Trudeau, con su aspecto radiante está considerado un “sexsymbol” del panorama político mundial y el nuevo “Kennedy de Norteamérica”.

Pero Canadá necesita a Estados Unidos, ya sea con Barack Obama -con quien Trudeau desarrolló una especie de “bromance” o camaradería- o con Trump. Con casi 9.000 kilómetros, la frontera entre los dos países es la más larga del mundo y alrededor del 70% del comercio exterior de Canadá es con Estados Unidos.

Por eso, Trudeau destaca públicamente sus puntos en común y una amistad de varios siglos. “Siempre que Trump me ha prometido algo, por teléfono o en persona, lo ha cumplido y es una persona con la que se puede trabajar”, dijo recientemente .

La estrategia de Canadá es jugar a dos bandas: por un lado, tiene que mantener la alianza con Estados Unidos. Por otro, el país, hasta ahora modesto y poco visible, está dispuesto a ocupar el vacío de poder que ha dejado la política de Trump de “Estados Unidos primero”, la retirada de Reino Unido de la Unión Europea y una Europa demasiado ocupada con sus propios asuntos.

Los ministros de Trudeau presentaron recientemente en el Parlamento su estrategia para conseguirlo.

“El hecho de que nuestro amigo y socio haya hecho que se cuestione su liderazgo global nos demuestra al resto que tenemos que seguir nuestro camino claro e independiente”, dijo la ministra de Exteriores canadiense, Chrystia Freeland. “Este camino significa para Canadá una renovación, el refuerzo del orden mundial posbélico multilateral”.

El país desea desempeñar un papel más activo en foros multilaterales como la OTAN, y el año que viene será anfitrión de la cumbre del G7. “Si confiamos sólo en la protección de Estados Unidos, nos convertiremos en un país clientelista”, dijo Freeland. “Aunque tenemos una amistad increíblemente buena con nuestros amigos y vecinos estadounidenses, este tipo de dependencia no va en el interés de Canadá”.

El ministro de Defensa, Harjit Sajjan, anunció además una importante ampliación del gasto militar. El presupuesto de Defensa aumentará un 70 por ciento para 2027, hasta alcanzar los 32.700 millones de dólares canadienses (24.700 millones de dólares/21.500 millones de euros).

Canadá también quiere demostrarle al mundo cómo se puede frenar a Trump, con una táctica a la que “The New York Times” se refirió como la “estrategia de la rosquilla”: consiste en mantener la armonía con Trump, pero sobre todo trabajar alrededor de él y crear una especie de “rosquilla con un agujero con la forma de la Casa Blanca”. Trudeau ha puesto un equipo entero a trabajar en ello. “No tenemos el lujo de un océano entre nosostros como los alemanes. Y no tenemos un plan B”, dijo Derek Burney, ex embajador canadiense en Washington.

El ex primer ministro conservador Brian Mulroney también forma parte de este equipo especial, ya que conoce a Trump y al secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, de Florida, donde los tres tienen una vivienda vacacional.

El propio Trudeau, quien ya no es tan popular en su país como lo era al comenzar su legislatura, lo insinuó en un tweet cuando se decepcionó con la salida del “Gobierno federal de Estados Unidos” del acuerdo climático de París. Canadá seguirá trabajando entre bastidores a otros niveles gubernamentales por la protección del clima, aseguró. También indicó que no se pone nervioso por los continuos tweets de Trump. “Si me despiertan por la noche, más vale que sea por algo más importante que un tweet, sea de quien sea”, dijo. (DPA)

A punto de cumplir 150 años de existencia, el país parece dispuesto a ocupar el vacío de poder que dejan la política aislacionista de Trump y los problemas de la UE.

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A punto de cumplir 150 años de existencia, el país parece dispuesto a ocupar el vacío de poder que dejan la política aislacionista de Trump y los problemas de la UE.

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