Milagros de amor

Un beso de despedida sentida en el alma. Una punzada en el pecho por un recuerdo. Un apretón de manos enérgico. Un abrazo fuerte y demorado. Un ademán que significa todo. Una mirada cristalina y una lágrima que rueda… El ser humano ama y desea ser amado. Es parte de la herencia divina de su ser. El amor humano se ve voluble y finito pero una persona puede dar su vida por amor. El amor todo lo sufre, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no es egoísta, el amor no es soberbio. El amor no hace mal. En una centella de amor cabe el universo, el amor trasciende el tiempo y se propaga por el espacio. El amor se transmite o se niega, de ambas maneras: se siente. Dos seres que se aman son un alma en dos cuerpos y este amor perdura más allá de la muerte, nunca se olvida ni se deja de sentir. El amor se pone en obra y crea bienestar, da y auxilia, guía y acompaña, pregunta y escucha, llama y espera, sufre y perdona, se dona sin condiciones. Se manifiesta de infinitas maneras, o se esconde tímido al no ser correspondido. Amar es estar vivo, es el principio y el fin de toda obra virtuosa. El amor fluye y tropieza pero no se acaba ni desaparece de las almas. Amar es construir el bien sirviendo.

Alberto Félix Suertegaray

DNI 14169461


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