Cerezas: la gran oportunidad de la Patagonia argentina

Adolfo Storni*


Se requiere un Estado y un sistema financiero como socio para hacer realidad este potencial, ya que sobran emprendedores y demanda. Para que el potencial se materialice, es necesario afianzar los lazos con el mundo.


Las cerezas pueden significar para la Patagonia el equivalente a lo que la soja es a la Pampa Húmeda o el limón y la caña de azúcar para el Noroeste argentino. Tenemos la oportunidad de convertir la actividad en una segunda Vaca Muerta, por la magnitud de inversiones, empleo y exportaciones que puede generar su producción.

Solo el Valle de Río Negro y Neuquén tiene la capacidad de producir en forma inmediata unas 10.000 hectáreas, hoy ya sistematizadas, con abundancia de otros factores como agua y mano de obra, claves para su desarrollo. La producción es viable en Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén y Mendoza y podría extenderse a La Pampa, Buenos Aires y algunas del norte cuyano.

El presente del sector quedó reflejado en la segunda Jornada Nacional de Cerezas, que se desarrolló hace días en Neuquén, organizado por la recientemente constituida Cámara Argentina de Productores de Cerezas Integrados. Se dieron cita más de 300 representantes del sector, entre productores, proveedores y autoridades nacionales, provinciales y municipales.

Tenemos la oportunidad de convertir la actividad en una segunda Vaca Muerta, por la magnitud de inversiones, empleo y exportaciones que puede generar su producción.

El plan para sumar las 10.000 hectáreas representaría una inversión de más de 300 millones de dólares en nuevas plantaciones, otros 100 millones para la construcción de 20 empaques, exportaciones por más de 500 millones de dólares al quinto año y empleo directo para miles de trabajadores. La lucha contra la pobreza se combate con empleo e inversión.

Para que este potencial se materialice, es necesario que se afiancen los lazos con el mundo. Hoy el principal mercado es el chino; el asesoramiento técnico viene de Chile y la tecnología de empaque de Europa, Australia y Nueva Zelanda. Todo esto quedó reflejado en el evento de Neuquén, ya que allí dieron el presente importadores del gigante asiático, asesores chilenos, proveedores de tecnología italianos, españoles, además de empresas de logística internacional.

Un dato no menor fue la presencia de productores y exportadores de pepitas del Valle de Río Negro, que ven a las cerezas como el complemento ideal de un complejo productivo en crisis, no solo por una cuestión de costos y calidad, sino porque la tecnología de conservación revolucionó una producción que hasta hace 20 años tenía la exportación de contraestación asegurada.

La principal limitante no solo es la falta de financiamiento y de políticas públicas activas que fomenten la actividad, sino también la carencia de material genético, hoy ausente para una expansión de esta magnitud.

A la hora de dar nombres, pioneros como Alberto Carletti, Alejandro Zimmermann, Carlos Enriquez, las familias Güizzo, Aguilar y Fragapane de Mendoza; emprendedores como los productores cooperativos de Chubut y Los Antiguos; gigantes de la fruticultura norpatagónica como Kleppe, empresarios exitosos en otros rubros que diversificaron sus actividades originales como las familias Mocciola, Salvadó o Bulgheroni, y visionarios como el grupo Prima (Patagonia Fruit Trade, Moño Azul) que miran a las cerezas de la misma manera en que lo hicieron con el kiwi, para diversificar su producción original de pepitas. Todos se dieron cita apostando por el negocio.

Chile con exportaciones de 1.200 millones de dólares, más de 40.000 hectáreas en producción y cientos de productores, tiene serias limitaciones para seguir creciendo. Falta de tierras, agua y mano de obra, y lista de espera de 2 años para comprar nuevas plantas. Productores trasandinos están explorando Argentina.

Este año podríamos haber tenido las primeras inversiones chilenas si no fuera por nuestra persistente inestabilidad política y económica.

Solo una cultura milenaria como la china tiene la paciencia y la visión de largo plazo como para comenzar a idear asociaciones e inversiones en este contexto para asegurar la oferta de su insaciable demanda de cerezas.

Al próximo Gobierno, del color político que sea, desde el sector se le solicita estabilidad macroeconómica, previsibilidad, acuerdos de libre comercio, impuestos y tasas de interés similares a la de los países vecinos y leyes laborales proempleo.

Además de un mayor énfasis en el papel de la investigación de parte de las instituciones públicas (INTA) en el complejo genético compuesto por porta injertos y variedades comerciales sean o no de uso público.

Se requiere un Estado y un sistema financiero como un socio para hacer realidad este potencial, ya que sobran emprendedores y demanda. Solo Argentina hoy ofrece a la producción de cerezas lo que no abunda en Chile, Sudáfrica, Perú, Australia y Nueva Zelanda: tierra, agua, horas de frío, mano de obra, cultura productiva frutera y, por sobre todo, empresarios que siguen apostando.

*Presidente de Extraberries SA, productor de cerezas en Chimpay (Río Negro) y Colonia Sarmiento (Chubut)


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