Fans of Chile cheer prior to a qualifying soccer match against Ecuador for the FIFA World Cup Qatar 2022 at San Carlos de Apoquindo in Santiago, Chile, Tuesday, Nov 16, 2021. (AP Photo/Esteban Felix, Pool)
Opinión Mundo Debates

Chile, entre la polarización y la incertidumbre

Las elecciones presidenciales de  hoy probablemente definan el pase a segunda vuelta de dos candidatos con posturas radicalmente opuestas: un giro a la izquierda similar al de la constituyente o un regreso a la derecha más radicalizada y pinochetista.

La escena no podría ser más representativa de lo que ocurre actualmente en Chile. El pasado martes, mientras el Senado debatía si destituía o no al presidente de la República, Sebastián Piñera, el foco de atención del país estaba centrado en otro acontecimiento: la derrota de la selección nacional a manos de Ecuador, que deja a la Roja muy lejos de poder acceder al Mundial.

Así ha transcurrido la campaña electoral en los últimos meses. Una fuerte polarización política entre candidatos favoritos que están por afuera de los partidos tradicionales, tanto de izquierda como de la derecha radicalizadas, mientras una Convención Constituyente define la futura institucionalidad del país.

Las encuestas marcan que ningún candidato lograría apoyo suficiente para ganar en segunda vuelta, y que el balotaje más probable será entre Boric, un exdirigente estudiantil que propone dejar atrás de una vez y para siempre el legado de la última dictadura militar, y José Antonio Kast, un partidario del libre mercado a ultranza que reivindica las acciones del general Augusto Pinochet y propone regresar a la Constitución del 80.

El proceso electoral ha transcurrido en medio de un debilitado gobierno del derechista Piñera, que jamás logró recuperarse del estallido social de 2019-2020 y que estuvo a escasos votos de ser echado del cargo por acusaciones de corrupción. La economía del país, otrora la más dinámica de Latinoamérica, parece recuperarse del golpe de la pandemia, pero enfrenta la incertidumbre de una situación política y social tan cambiante como explosiva.

En la Región Metropolitana, escenario de las mayores protestas en 2019, se podría jugar buena parte de la elección.

En Chile son 15 millones de electores, la mitad de ellos indecisos, los convocados el domingo a elegir al sucesor de Piñera entre siete candidatos en una de las elecciones más inciertas en 31 años de democracia.

El domingo también se vota por 155 diputados, 27 de los 43 senadores y consejeros regionales. Será la cuarta elección desde 2020 que se celebra en Chile, que transita un periodo de cambios desde la dura revuelta social en octubre de 2019.

Llegan como favoritos representantes de los dos polos más antagónicos: el diputado del Frente Amplio de izquierda y ex líder estudiantil Gabriel Boric, el aspirante más joven en la historia con 35 años, y el abogado de extrema derecha José Antonio Kast, de 55 años y del Partido Republicano.

Pero en un escenario sin encuestas sólidas, también pesan las candidaturas del candidato de la coalición de derecha en el Gobierno, Sebastián Sichel (44), y la única mujer, senadora y exministra de Michelle Bachelet, la Demócrata Cristiana Yasna Provoste (51).

Gabriel Boric de «Apruebo Dignidad,» durante uno de los actos (AP Photo/Esteban Felix)

Para Marcelo Mella Polanco, politólogo de la Universidad de Santiago de Chile, el país atraviesa una “fuerte polarización tanto a nivel de élite como de sociedad civil”. “Los datos de intención de voto demuestran que aquellos candidatos que representan la opción de mayor radicalización, de mayor polarización en Chile, como son Kast y Boric, son los que tienen más chance de pasar al balotaje” del 19 de diciembre .

Polanco sostuvo que esta radicalización se debe al “desgaste de los partidos de centro derecha y centro izquierda, de la antigua Concertación y la Alianza por Chile, que fueron las dos grandes coaliciones de la transición, que gobernaron durante casi tres décadas el país pero que a estas alturas no generan confianza ni movilización electoral”.

“Desde el plebiscito de 1988 (que decidió la salida de Pinochet) yo no sentía esta incertidumbre”, dijo Silvia Gutiérrez, enfermera de 60 años que trabaja en Santiago y vive en Melipilla, a 70 km del centro capitalino.

En la familia de Gutiérrez “siempre votamos a la Concertación, y ahora todos estamos divididos: hay de derecha hasta de izquierda, pero ninguno de extremos”, señala en un reflejo del fraccionamiento político y del escenario abierto .

Momento bisagra

El candidato del Partido Republicano Jose Antonio Kast saluda a partidarios (AP Photo/Jose Luis Saavedra)

“Hay una distorsión producida por la mediocridad de la política, una degradación de la política”, señala la analista y encuestadora Marta Lagos, al explicar la falta de encuestas confiables y el súbito auge de la extrema derecha. Una de las razones es que nadie sabe cuántos irán a votar. Desde 2012, cuando Chile instauró el voto voluntario, la participación electoral ha sido baja, menor al 50%. Desde 1.999 las presidenciales se han definido en segunda vuelta.

La votación, además de impredecible, se realiza en medio de la redacción una nueva Constitución, alza de la inflación hasta un 6%, y un derrumbe de los partidos tradicionales .

Así, Chile es el último destino de la ola de populismo de ultraderecha con Kast, quien reivindica la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y ha mostrado sintonía con el brasileño Jair Bolsonaro y el estadounidense Donald Trump. Promete devolver orden social y mantener el modelo económico que hizo de Chile un país próspero pero con una desigualdad que fractura su sociedad. Es el único que rechaza una nueva Constitución .

“Yo creo que Kast es la opción menos peligrosa para Chile, nosotros ya vivimos el horror que puede ser la extrema izquierda”, dijo Andreína Guillén, agente comercial venezolana desde hace 12 años en una farmacéutica y pese a que una de las propuestas de Kast es construir una zanja fronteriza para contener la inmigración ilegal. En Chile, donde venezolanos y peruanos son la primera y segunda comunidad extranjera, pueden votar residentes con más de 5 años en el país.

“Hay cosas que corregir pero no podemos desconocer los avances del país en democracia. A mí me da miedo la izquierda”, admite Hugo Pizarro, chileno, bancario de 45 años, que votará a Sichel.

¿Cambio o miedo al caos?

Una parte importante de los 19 millones de habitantes apoya desde 2019 el reclamo por un Estado presente en temas sociales, mejor acceso a la educación y salud pública, y cambiar el sistema de pensiones en manos de fondos privados. Para Mella Polanco, “la sola existencia de la Convención Constituyente es un impulso, un respaldo para aquellas candidaturas y liderazgos partidarios y favorables a las transformaciones que el país demandó en las calles”.

Pero las expresiones más violentas, con vandalismo y discursos de extrema izquierda, auparon a la derecha en los últimos meses. “Es un estallido del autoritarismo, así como explotó por izquierda a través del estallido social, ahora viene la contrarreforma, que es por lo demás lo que sucede en las grandes transformaciones de los países”, afirma Marta Lagos. Recuerda que desde el fin de la dictadura “ese autoritarismo estaba allí”, con un 40% de pinochetistas en los años 1990 y que ahora se ubica ronda el 20%.

Para Mella Polanco los chilenos “no se van a definir por un respaldo a los programas (de Gobierno), sino más bien por un voto que tienda a eliminar un escenario más riesgoso” , es decir el miedo al caos.


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