Desarrollan técnica para reducir la basura generada por la atención médica

Consiste en la desinfección de los barbijos N95. El proyecto empezó por investigadores del Conicet y CNEA en Bariloche. Qué beneficios tendría para la sociedad y el cuidado del ambiente

Por la pandemia, se usaron más elementos de protección como los barbijos. Esas medidas también implicaron más residuos, pero en el futuro la humanidad podría enfrentar más el problema de los residuos.

Según el Banco Mundial, se prevé que la cantidad total de residuos generados en todo el mundo aumentará hasta los 3.900 millones de toneladas métricas en 2050, un 73% más que en 2020. En la actualidad, más del 90% de los residuos de los países de renta baja se vierten al aire libre o se queman.

En Río Negro, un grupo de investigadores de diferentes instituciones públicas está desarrollando una opción para contribuir a la reducción de residuos. Se pensó para uso regional, pero podría llegar a escalarse a nivel nacional.

Con el comienzo de la pandemia, hubo más demanda de los barbijo N95 a nivel global que se utilizan en los centros de salud y hospitales. Este tipo de barbijos no se fabrican en la Argentina

Se llaman así (N95) porque técnicamente permiten pasar tan solo a un 5% de las partículas, mientras el 95% restante o más quedan atrapadas en sus capas filtrantes. Esas mascarillas reducen el riesgo de contagio de enfermedades infecciosas como el COVID-19, la gripe, la bronquiolitis, entre otras. Pero tienen la limitación de ser elementos descartables que deben desecharse tras ocho horas de uso.

Especialistas del Conicet en distintos institutos llevan adelante un proyecto que apunta a alargar la vida útil de los barbijos N95, a partir del diseño de una técnica de desinfección segura que permita su reutilización entre tres y hasta diez veces.

El proyecto está dirigido por Luciana Ghermandi, investigadora en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA), que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue.

Fue seleccionado en la convocatoria Proyectos Federales de Innovación 2021 (PFI 2021), lanzada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación a través del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (COFECyT). La selección estuvo a cargo de la Agencia Río Negro Innova, dependiente del Ministerio de Gobierno y Comunidad de la provincia de Río Negro.

Los científicos buscan extender el tiempo de utilidad de los barbijos N95 y reducir el número de desechos.

El proyecto consiste en someter los barbijos N95 a temperaturas lo suficientemente altas como para inactivar virus y bacterias. Aunque no deben ser tan altas como para que las telas plásticas de los N95 pierdan su capacidad de filtración.

“Es importante destacar que las técnicas que queremos desarrollar son para desinfectar a los barbijos y no para esterilizarlos”, explicó Ghermandi. La esterilización es una práctica común en clínicas y hospitales que implica el uso de temperaturas más altas, que degradarían las propiedades filtrantes de los N95.

De todas formas, la investigadora subraya que la desinfección no requeriría del uso de un instrumental nuevo, sino que se podría llevar adelante con las mismas estufas y hornos que se usan para esterilizar otros elementos de protección, con las que ya cuentan muchas clínicas y hospitales y en cuyo manejo ya está entrenado el personal de salud. “Sólo habría que regularlos a temperaturas más bajas”, indicó.

Lo que se buscará evaluar, a través de diversos ensayos con calor húmedo y seco, es si efectivamente mediante temperaturas más bajas que la requeridas para la esterilización se consigue inactivar tanto a virus como a bacterias, y si al mismo tiempo se preservan las capacidades filtrantes de las capas del barbijo. Mientras las esterilizaciones de otros materiales que utiliza el personal de salud se realizan a 120 grados centígrados, los investigadores del Conicet probarán en ensayos qué sucede si somete a las telas de los barbijos N95, previamente inoculadas con virus o bacterias, a temperaturas cercanas a los 80 grados.

Hay tres necesidades importantes que se pretenden cubrir con este proyecto. En primer lugar, aumentar la disponibilidad de barbijos N95, al poder reutilizarlos entre tres y diez veces. Por otro lado, se busca reducir parte de los costos y de la erogación de divisas que implica la compra e importación de estos insumos que no se producen en nuestro país. Pero además del beneficio sanitario y económico, la posibilidad de alargar la vida útil de los N95 también trae aparejado un beneficio ambiental, ya que los barbijos al considerarse residuos patógenos no pueden ser reciclados, sino que deben reprocesarse”, explicó Mario Moreno, investigador del CONICET en el Instituto de Nanotecnología Nodo Bariloche. Es decir, los barbijos deben quemarse y eso tiene un costo económico y genera contaminación ambiental.

El producto final al que se apunta es la elaboración de un protocolo con especificaciones técnicas claras y sencillas que hagan factible su utilización en hospitales y clínicas públicas y privadas del país. “Es importante aclarar que la posibilidad de desinfectar y reutilizar los barbijos no implica que vayan a poder intercambiarse, ya que se trata de elementos de exclusivo uso personal”, aclaró Moreno.

También participan, Diego Libkind, director del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales, y Marcelo Giménez, científico de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Algunos ensayos se realizan en sedes del INTA y del Instituto de Tecnología Industrial (INTI).

Ensayos para comprobar la eficacia

Para corroborar la eficacia y la seguridad de la técnica de desinfección de los barbijos N95, se llevaron a cabo diferentes ensayos. Uno de los experimentos servirá para poner a prueba la inactivación viral y se realiza en el INTA Hurlingham, en provincia de Buenos Aires. “Es el único lugar del país en el que se realizan este tipo de ensayos. Ellos no trabajan SARS-CoV-2 humano porque es muy peligroso, pero si con un virus canino de la misma familia que tiene el mismo tamaño, que es lo que hay que tener en cuenta. Por ahora hicimos pruebas con calor seco y verificamos que a temperaturas que oscilan entre los 75° y los 80° el virus efectivamente se inactiva. Tenemos que ver qué ocurre cuando utilizamos calor húmedo”, señaló la científica Luciana Ghermandi.

Por otro lado, los ensayos de inactivación bacteriana tienen lugar en el IPATEC en Bariloche. “Si a una determinada temperatura se mueren los virus, también se van inactivar las bacterias, pero de todos modos tenemos que hacer la pruebas, no podemos presuponer nada”, indicó la investigadora.


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