Estados alterados alientan la crispación de los ánimos

Al finalizar el año, los argentinos solemos evidenciar una carga emotiva adicional, y sobre todo en la actualidad, donde muchos compatriotas se encuentran con sus ánimos crispados, producto de múltiples circunstancias entre las que se destaca la crítica situación económica que atraviesa nuestro país. Ocurre que puede existir una violencia silenciada, dado que se presentan situaciones deliberadas y conductas manifiestas e impropias que producen cuantiosos perjuicios, tanto individuales como colectivos.

Sabemos que la violencia se puede generar a través de acciones y/o lenguajes, pero también a través de la inacción paralizante o de los silencios prolongados frente a situaciones injustas y de inequidad social. La producción de violencia siempre ha sido valorada negativamente por la sociedad y en la actualidad muchos monopolizan en el Estado la responsabilidad inicial de producir estos acontecimientos no deseados.

Ocurre que muchos pesimistas perciben un marcado sentimiento de abandono o desinterés por parte del Estado nacional y directamente lo asocian con el deteriorado estado de desprotección en que se encuentran.

Paralelamente a ello, desde el gobierno nacional no existe reacción frente a la galopante inflación, la permanente inseguridad, la profundización de la pobreza, etc., entonces ante esa situación de desamparo se lo responsabiliza directamente de las consecuencias provocadas por esta inacción o falta de abordaje de las problemáticas enunciadas.

Para menguar los efectos de este pensamiento negativo y disminuir el estado de crispación social debemos descomprimir, reflexionar sobre aquella famosa frase del general Perón que rezaba: “(…) Cada uno de nosotros somos protagonistas de nuestro propio destino…”, a lo cual debemos adicionarle que “(…) En la vida, no todos tenemos las mismas posibilidades de realización…”. Este consuelo encubierto lo debemos socializar para ejercer la continuidad de una paz social duradera, tenemos que ser conformistas y considerar que esta situación resulta pasajera, es un escenario de coyuntura que seguramente ofrecerá un futuro mejor, y la búsqueda de superación permanente la debemos focalizar en ese sentido.

No todo está perdido, para no generar violencia y combatirla al mismo tiempo no debemos exasperar los ánimos de nuestros conciudadanos, por el contrario, debemos trasmitir un mensaje de tranquilidad, hermandad, solidaridad, empatía con el otro, que nos permita –entre todos– superar esta difícil coyuntura. El 2019 será el año de definiciones, y ahí sí cada uno de nosotros será protagonista de su propio destino. Rescatemos lo positivo, escaso pero beneficioso, valorando el país en que vivimos.

*Docente, exconcejal del PJ en Viedma


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