Luego de 14 años de incansable búsqueda logró encontrar a su hermano en la provincia de Buenos Aires

El chico desapareció cuando tenía 13 años y fue encontrado en un hogar. La búsqueda fue difícil ya que le habían falseado la identidad.

La búsqueda implacable de una joven fue determinante para encontrar a un chico que había desaparecido hace 14 años. Yamila Segovia tiene 28 años y creció sabiendo que tenía dos hermanas y un hermano por parte de su papá. Con las chicas tenía contacto, pero el varón, Adrián, era un enigma.

Su familia paterna le había perdido el rastro cuando el chico tenía 13 años y, desde entonces, nadie sabía en dónde estaba.

Cada vez que Yamila preguntaba por él, le daban una respuesta diferente. En algún momento, llegaron a decirle que, quizás, había muerto. La búsqueda que emprendió hace más de una década para conocer la verdad sobre su hermano terminó hace pocos días y tuvo un final feliz: Adrián está vivo, pero desde hace 14 años pasa sus días en un hogar, como si no tuviese familia.

El joven tiene una discapacidad que le afecta las funciones motora e intelectual. Ahora tiene 27 años. La pieza fundamental del rompecabezas que le permitió a Yamila dar con su hermano la aportó una publicación de Missing Children Argentina. En ella, la ONG difundía la imagen de Adrián entre chicos que están bajo la tutela de un juez mientras se busca a su familia. En esa búsqueda, el chico figuraba con un nombre y un apellido diferentes al que figura en su DNI. Este detalle fue el que impidió que, durante tantos años, ni Yamila ni el resto de su familia pudieran encontrarlo pese a no haber dejado de buscarlo.

“Cuando el viernes pasado vi la foto en Internet, no lo podía creer. Era él, pero con un nombre y apellido diferentes. Sólo conservaba su segundo nombre”, recuerda Yamila.

Enseguida se contactó con la ONG y logró hacerse de la información necesaria para entrar en contacto con el hogar en el que vive su hermano.

Ese viernes, fue la presidenta de Missing Children Argentina, Ana Rosa Llobet, quien atendió el llamado de Yamila. Recuerda que la joven lloraba y ella también: en la historia de la organización, una búsqueda tan larga terminó con final feliz. Por eso, cataloga esta historia como “un milagro” y también como un ejemplo de la importancia de seguir difundiendo tanto los rostros de los chicos desaparecidos como de aquellos que fueron encontrados pero no se pudo ubicar a su familia. “Esta hermosa noticia demuestra que nunca hay que perder la esperanza. Esos padres que buscan a su hijo o hija desde hace años no tienen que bajar los brazos porque los milagros ocurren”, dice con emoción la mujer.

Con información de La Nación


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