Cómo pensar bien para sentirse bien

La mente puede dignificar o degradar, amar u odiar, alegrare o deprimirse, salvar o matar. El psicólogo ítalo-argentino Walter Riso plantea en su último libro pensarnos a nosotros mismos de una manera más racional y saludable.

La mente humana tiene una doble potencialidad. En ella habitan el bien y el mal, la locura y la cordura, la compasión y la impiedad. La mente puede crear la más deslumbrante belleza o la más devastadora destrucción. Puede causar los actos más nobles y altruistas o ser la responsible del egoísmo más infame. La mente puede dignificar o degradar, amar u odiar, alegrare o deprimirse, salvar o matar…Ella es la responsible de nuestro sufrimiento, sostenía Buda.
“El conflicto es claro: no podemos destruirla ni prescindir de ella radicalemnte, pero tampoco podemos aceptar la locura y la irracionalidad sin más”, plantea Walter Riso, un ítalo-argentino, doctor de psicología, especialista en terapia cognitiva y maestro en bioética. Trabaja desde hace 30 años como psicólogo clínico y formador de terapeutas. Catedrático y escritor divulgador, reside en Barcelona desde donde se comunicó vía zoom con RÍO NEGRO.


Al inicio de la charla comenta que conoce bastante nuestra región y que tiene una hermana viviendo en El Bolsón. Desde hace más de una década viene casi todos los fin de año a la comarca, de la que le fascina todo, su gente y su naturaleza. “El lago Puelo, ahí nomás en Chubut es una verdadera maravilla”, comenta.


-¿Es posible cambiar la mente?
“Sí”, afirma sin dudar de inmediato.
“Tenemos la capacidad de hacerlo. Basta ver las mutaciones mentales que ocurren en un sinnúmero de personas que han logrado sobrevivir a situaciones límites. Tenemos el don de la razón, de la reflexión autodirigida, de la autobservación, de pensar sobre lo que pensamos. Somos capaces de darnos cuenta de los errores y desaprender lo que aprendimos. Ésa es mi experiencia como terapeuta”, escribe Riso en su libro , que acaba de publicar la editorial Planeta, “Pensar bien, sentirse bien. Nada justifica el sufrimiento innecesario”.


En simultáneo, Riso también sacó otro libro al mercado, “Más fuerte que la adversidad. Cómo afrontar los acontecimientos estresantes, aprender de ellos y salir fortalecido”.
-En este tiempo de pandemia la crisis puede ser un gran estímulo y la flexibilidad y la capacidad de desaprender y reaprender una llave para alivianar nuestras mochilas, ¿no?
-Totalmente. Esta es una gran oportunidad.
-La mayoría de nosotros estamos en un nivel de supervivencia emocional.
-Cuando invito a que pensemos como pensamos lo hago con el fin de mejorar nuestra calidad de vida, que no significa ser felices. Pienso que la alegría es mejor que la felicidad porque es una emoción básica que nos sirve mucho para seguir andando. A veces el optimismo extremo me parece más peligroso que el pesimismo. Abogo por el realismo.


-Usted habla de la duda metódica personal.
-Tenemos que revisarnos a nosotros mismos todo el tiempo. Pero suele haber mucho miedo a esto y a abrir la mente. Sin duda no hay conocimiento ni avance. La duda ayuda a explorar el mundo, a conocerlo mejor. Pero una persona que tenga estas tres características, o al menos solo una, nunca lo va a hacer. Me refiero al fundamentalismo, el dogmatismo y el oscurantismo.

El fundamentalista piensa que no debe o no necesita revisar los fundamentos de lo que cree y siente. Jamás se pregunta por qué piensa así, si tiene evidencias empíricas o datos para sostener tal idea…. El dogmático cree que tiene la verdad absoluta y que es dueño de esa verdad. Todo aquel que no acuerdo conmigo está equivocado. El oscurantista no lee ni profundiza demasiado. Ejemplos de estos hay muchísimos hoy.

Dudar o no dudar


Pues entonces, la duda es la ruptura de estos tres elementos que quitan la posibilidad de tener un pensamiento crítico. Si no hay estas rupturas te creás bunkers donde no hay discrepancias, te vas aislando y terminás mirándote el ombligo. Es el más puro egocentrismo: estoy conmigo y fuera del mundo.
Esta es la crítica que le hago a muchos libros de autoayuda que plantean que no importa lo que pase en el resto del mundo y que vos podés crear tu propio mundo. Si a tu lado se están muriendo de hambre o cada vez hay más problemas ambientales, te platean qué podes hacer vos. Nada, el compromiso desaparece. Vos lo podés todo.
Y lo que yo digo es que vos no podés todo y que sí podés intentarlo. Esto ya te hace especial. Y si te caés una vez, te levantás: esto marca quién sos. No te define cuántas veces te caíste sino cuántas veces te levantaste. Ya lo dijo Confucio.


En este punto de la entrevista Riso grafica sus conceptos con una anécdota de su infancia.
“Pertenezco a una familia muy humilde, de tanos inmigrantes. Cuando era chico se hizo una competencia intercolegial de baloncesto en San Luis. No sé porque razón nosotros llegamos a la final. Tendríamos unos 14 años, éramos chaparritos, chiquititos, y nuestro rivales, los del Colegio Nacional, medían 1.90, eran blancos y de ojos celestes. Parecían marcianos. Cuando los vi pensé: éstos nos van a aplastar. Teníamos un entrenador norteamericano que gritaba mucho y hablaba poco. Pero era muy pragmático. Yo era el capitán del equipo y al salir a la cancha me volví y le dije: “vamos a ganar, ¿verdad?”. El tipo me queda mirando y me dice: “no seas pelotudo. Tu vas a salir a luchar, no a ganar”. Y salí a la cancha con esa frase que me quedó para siempre y se le dije a mi equipo. Perdimos por dos canastas. Fue un logro increíble. Cuando se entregaron los premios recuerdo que nos aplaudieron más a nosotros que a nuestros rivales. Conclusión: todos tenemos un guerrero interior que es el sistema inmonológico, que viene peleando por vos, por mí, por todos, desde hace miles de años. Y este es el momento de hacerse cargo de uno mismo y de utilizar lo que los griegos llamaban la autarquía, el gobierno de uno mismo. Este es tiempo de ayudar a nuestro sistema inmunológico. Y pensar que los demás no son más importantes que vos sino que son tan importantes como vos. Te quiero y me quiero, te cuido y me cuido: es lo que pasó en esta pandemia”.
“Cuando uno tiene la duda metódica uno se revisa; no hablo de autocrítica sino de revisión de mis estructuras internas con autocompasión, con respeto a mi mismo, de manera digna. No puedo autocastigarme porque esa es una conducta autodestructiva. La vida quiere vivir y hay que ayudarla. Si empiezo a maltratarme ya no estoy en el camino de la revisión sino de la depresión. Y ninguno de nosotros quiere llegar a ello”, concluye.


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