Cómo vive la pandemia una residencia de adultos mayores de El Bolsón

En QuiaHue se alojan nueve personas que desde el inicio de la pandemia solo tienen contacto telefónico con sus familiares. O, llegado el caso, a través de las ventanas.

En marzo de este año, al comienzo de la segunda ola de coronavirus, Magdalena pudo volver a ver su nieto. Pero a través de una de las ventanas de la residencia de adultos mayores de El Bolsón donde se aloja.

La mujer de 75 años no pudo evitar la emoción. Una de las operadoras del centro salió a entregarle al joven de 14 un pantalón que su abuela le había comprado un tiempo antes, a la espera de esa ocasión.

Nos preocupaba la falta de contacto directo de los adultos mayores con sus familiares pero se pudo trabajar para que estén bien”. De esta forma, Romina Pontón, la directora de la residencia QuiaHue, en El Bolsón, se refirió a la situación de los nueve adultos mayores alojados en el lugar, a lo largo de la pandemia.

La mujer recordó que las visitas se cortaron el año pasado y aún no están permitidas. De todos modos, planteó, los adultos mayores pueden hablar por teléfono con sus familiares. O a través de videollamadas.

“También permitimos que los saluden desde las ventanas, aunque sin abrir los postigos para evitar cualquier situación de riesgo”, indicó.

Admitió que, si bien todos los adultos alojados en la residencia ya fueron vacunados con la segunda dosis el mes pasado, “se han registrado contagios en la comunidad”. Por eso, continúan extremando al máximo las medidas de prevención.

Contó que cuando los enfermeros del hospital de El Bolsón concurrieron a vacunarlos a la residencia, hubo un clima de festejo y alegría. “Ellos querían estar prevenidos y sentirse seguros”, dijo.

La residencia funciona hace 30 años en la calle Pedro Mora al 1.800 y depende del Ministerio de Desarrollo Social y Articulación Solidaria de Río Negro.

Tenía diez personas alojadas pero una mujer murió hace un tiempo -no por Covid-19-. Hoy conviven nueve adultos mayores desde los 65 a los 80 años.

“Usamos todas las medidas de protección: barbijos, guantes. Nos cuidamos mucho. Tuvimos un contagio tiempo atrás de una operadora que era asintomática. Se contagiaron tres abuelos pero por suerte, salieron adelante”, explicó Pontón.

Admitió que “hoy extrañan a sus familiares pero también entienden que es una situación particular y no es para siempre porque la población se está vacunando y esto pasará pronto. Es por un tiempo y es por su seguridad”.

Pontón reconoció también que hubo necesidad de buscar asistencia psicológica porque “de alguna manera, el contacto con las familias está. Al menos, con un saludito por la ventana. Al verse las caras, ya cambia”.

“Están bien, están vacunados y siguen teniendo contacto. No se han deprimido. Además, el vínculo entre ellos también ayuda porque charlan, toman mate (cada uno en el suyo), escuchan música. Lo que tratamos es que no estén muy atrás de las noticias porque no les hace bien”, detalló Pontón y, concluyó: “Las cuidadoras le ponen mucha voluntad, charlan con ellos y arman alguna actividad para que estén entretenidos. Siempre se los mima”, concluyó.


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