“Cristina avaló todo”


El primer desafío a la estabilidad de ese espacio -deberíamos llamarlo peronismo a falta de otra significación más precisa- llegó bastante antes de lo esperado.


«Cristina avaló todo. También el diálogo con Macri”. Uno de los hombres que rodea a Alberto Fernández buscó despejar las dudas sobre cuál ha sido la sintonía entre los integrantes de la fórmula presidencial del Frente de Todos en estas horas turbulentas. El primer desafío a la estabilidad de ese espacio heterogéneo -habrá que llamarlo peronismo a falta de otra significación más precisa- llegó bastante antes de lo esperado. Como no podía ser de otra manera en la Argentina, el reto fue el dólar.

El hilo invisible que une al peronismo con el gobierno de Mauricio Macri es el equilibrio de la moneda norteamericana. A juzgar por la información del expresidente del BCRA Martín Redrado, no solo a Fernández parece interesarle que ese equilibrio alcance un nivel alto, como ha venido diciendo. Según la versión de Redrado, fue Macri quien dejó correr alocadamente el precio del dólar en las primeras horas de un lunes angustiante para develar cómo es el leviatán que está esperando a la Argentina. Si fuera así, la devaluación pos-PASO podría tener un desenlace judicial, incierto, para el presidente.

El miércoles sin embargo esos dos deseos confluyeron en la necesidad de ponerle un límite a la escalada, después de que el Central se viera obligado a vender, sin ningún éxito, u$s 250 millones para contenerla. El dólar cedió por primera vez en la semana después de una sucesión de hechos, que incluyeron el contacto telefónico entre los dos candidatos a presidente, una decisión del BCRA que obligó a los bancos a reducir sus posiciones en divisas y la declaración de Fernández de que consideraba “razonable un dólar a $60”.


“El poder actúa como si ya no estuviéramos”, admitió Macri en una reunión multitudinaria. Algo parece haberse escapado para siempre de las manos del presidente.


El motivo por el que el dólar cedió se puede atribuir a cualquiera de estos hechos o a la suma de ellos. No hay duda sin embargo de que para los mercados Fernández recibió el domingo algún tipo de empoderamiento. Ya sea para hacer subir el dólar o para bajarlo. Fue una buena semana para recordar las recientes declaraciones del respetado economista Guillermo Calvo, quien ha dicho que un gobierno de Cristina Kirchner podría ser más creíble que uno de Macri. Como los mercados, Calvo votó antes.

El gobierno está envuelto en sospechas. El martes el presidente le confesó a un empresario que su equipo le había mentido. Macri es un hombre decepcionado, como dejó ver durante su infortunada aparición del lunes, cuando descargó su frustración en los votantes y sembró dudas sobre la hondura de sus convicciones democráticas. Debió pedir perdón.

Esa decepción hace más verosímil la versión sobre una reformulación del gobierno. Incluso las que rodean al jefe de ministros Marcos Peña, que ya ha estado en otras quinielas sobre el gabinete y es considerado por Macri como irremplazable. Esta vez la responsabilidad de Peña es ineludible: como otras tantas veces lo condujo al triunfo, él ha sido el jefe de la campaña que llevó a l presidente al desastre electoral. La clave es saber de qué lado del engaño quedó Peña para Macri

La versión más insistente que se escuchó el jueves decía que el presidente diseñaba un cambio de equipos que expresara el resultado que dejaron las urnas. Ninguna otra área se iba a ver involucrada más que Economía. La intención de Macri era aguardar que empezaran a activarse las medidas de alivio económico y la crisis llegara a un piso más estable, que le permitiera al presidente mover las fichas con menos presión.

Esa lógica se desvaneció el viernes ante la renuncia del ministro de Hacienda Nicolás Dujovne. Macri finalmente aceptó la dimisión. Hernán Lacunza, el hombre que hasta ayer manejaba la economía bonaerense, fue llamado de urgencia por el presidente a la quinta Los Abrojos. Su nombramiento fue confirmado anoche.

Macri dio una señal de realismo y registró lo que verdaderamente está sucediendo. Su crónica en Twitter sobre el diálogo con Fernández mencionó la palabra “alternancia”, un término que reconoce que la Argentina atraviesa una dinámica propia de una transición. Más inquietante ha sido la frase que expresó ante su gabinete ampliado, el jueves: “El poder actúa como si ya no estuviéramos”. Algo parece haberse escapado para siempre de las manos del presidente.


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