Cuando Cassidy y Kid asaltaban bancos en la Patagonia

Constituyen una de las grandes leyendas del sur. Ayer terminó un simposio acerca de sus andanzas. En este informe, fechas y anécdotas, una entrevista a su más obsesivo biógrafo, el cine western y los grandes pistoleros del Oeste.

La de Butch Cassidy y Sundance Kid es una historia de confusiones.

El contexto en el cual desarrollaron sus aventuras delictivas los ayudó, es cierto. Después de todo, a principios de siglo, en el Oeste de los Estados Unidos y en la Patagonia no eran más que otro dúo de norteamericanos dando vueltas por allí con algo de dinero en el bolsillo y un Winchester en la montura de su caballo.

Butch y Sundance no eran la única -tampoco serían la última- pareja de asaltantes que habría de buscar refugio y mejores expectativas en el sur del mundo. Aunque algo los diferenciaba del resto: ambos eran auténticos representantes de los buenos viejos tiempos. Dos piezas de museo.

No es casual que vinieran de tan lejos. Existe cierta semejanza geográfica entre el Oeste norteamericano y la Patagonia: enormes extensiones de nada, polvo, silencio, cielos negros y -al menos en aquella época- incontables posibilidades de asaltar bancos sin ser atrapados dado, precisamente, lo extenso del territorio y la ineficacia policial.

¿Qué los motivó a tomar semejante riesgo? Bueno, eso resulta bastante inexplicable aún hoy. Estados Unidos se había vuelto un territorio hostil para ellos, no olvidemos la labor obsesiva de la agencia Pinkerton -a la que muchos años después pertenecería el escritor Dashiell Hammet-, pero aun así las posibilidades de su radio de acción eran enormes. La frontera con México o Canadá eran pasajes abiertos a la libertad, en caso de que la situación se volviera insostenible.

Probablemente el espíritu de aventura tuvo mucho que ver en la decisión de estos bandidos. En 1901 desembarcaron en la ciudad de Buenos Aires justo en el barrio de La Boca, muy cerca del que ahora es un paseo turístico por excelencia: «Caminito». Lo hicieron con Etta Place.

Estuvieron poco más de un mes en Buenos Aires -se alojaron en un hotel de Cangallo y 25 de Mayo, cerca del puerto- y entablaron relaciones con la familia Newbery, tío y padre del célebre aviador, dedicados a la odontología. Fueron ellos quienes les aconsejaron radicarse en la Patagonia. Así lo hicieron.

La banda de los Cassidy había ganado notoriedad en Estados Unidos con el asalto de trenes y bancos. Algunos más lucrativos que otros. Y como sucede con la mayoría de las leyendas, se les adjudicaron hechos delictivos que ni siquiera realizaron. Algo que en algún momento les vino bien.

Resulta que los Cassidy fueron señalados como los responsables del asalto al tren Great Northern, el 3 de julio de 1901. Pero a principios de junio de ese año, Kid abrió una cuenta en el Banco de Londres en Buenos Aires, justo antes de partir hacia el sur. De manera que aquel robo lo cometieron otros.

Pero antes de partir de los Estados Unidos la pareja sí realizó un robo mayor, y gran parte de ese dinero lo trajeron a estas tierras. La tarde del 19 de setiembre de 1900 asaltaron el First National Bank. Hay quienes aseguran que el botín llegaba a los 32.000 dólares de la época.

Los asaltos tenía un sello propio de los Butch. En general vestían bien, eran elegantes en sus modos, usaban postas con caballos frescos y trataban de no matar a nadie. El prontuario de Butch indicaba que había sido liberado de prisión por un indulto gubernamental, en tanto que Sundance se había fugado de la cárcel. Según recuerda el historiador Francisco N. Juárez, en un artículo publicado en la revista española «Co&Co», no tenían antecedentes por asesinato.

El asunto del tren confundió a la célebre agencia Pinkerton. Y mientras sus hombres buscaban pistas entre los restos del asalto, el dúo paseaba tranquilamente por la Argentina. Les habían perdido el rastro.

El 20 de febrero de 1901 Sundance, Butch y Etta se habían embarcado en el carguero «Herminius» con rumbo a Buenos Aires. Según datos recopilados por Juárez, poco después de su llegada a la capital, en marzo, depositaron en el Banco de Londres la suma de 12.000 dólares.

Fue entonces cuando, aconsejados por los Newbery, hicieron su primer viaje en tren con destino a la Patagonia. Estuvieron en la estación Limay (Cipolletti) del Ferrocarril Sur y le pagaron al chileno Francisco Albornoz para que los llevara hasta la colonia galesa 16 de Octubre.

Butch Cassidy nació el 13 de abril de 1866 en Beaver, Utah, y su verdadero nombre era Robert Leroy Parker. Sundance Kid lo hizo en Phoenixville el 19 de abril de 1868 y se llamaba Harry Longbaugh. En la Argentina, sus nombres habrían de cambiar una vez más. Kid pasaría a ser conocido como Henry Place y Cassidy como Santiago Ryan.

En su artículo «Cowboys en la Patagonia», Juárez asegura que «secretamente algunos vecinos sabían la verdadera identidad de Place y Ryan», un hecho que les ayudó a permanecer ocultos y seguros del acoso de los agentes de la Pinkerton.

En mayo de 1903 Frank Dimaio, hombre de la Pinkerton, llegó a Buenos Aires e imprimió carteles con la imagen de los bandidos. Fue lo más cerca que estuvo Dimaio de atrapar a los delincuentes.

La confusión de nombres, caras y aventuras era constante a principios de siglo. En muchas oportunidades Cassidy y Kid fueron señalados como los autores de asaltos perpetrados por Wilson, Evans, Duffy y Marcel Gibbons, integrantes de otra pandilla.

El primer asalto que puso en evidencia su paso por el sur se produjo el 14 de febrero de 1905 a las 15 en el banco de Londres y Tarapacá de Río Gallegos. Según testigos, dos individuos aparecieron en el lugar y amenazaron al subgerente, de apellido Bishop, y al cajero, Mackerrow. En esa oportunidad se llevaron 20.000 pesos y una pequeña caja con libras esterlinas.

Un par de años más tarde, Ryan y Place reaparecieron en Cholila como socios, llevando a la zona caballos y ovejas. Instalaron allí un negocio de campaña y dejaron como encargado a un inglés apellidado Moore. En 1907 se produjo un nuevo asalto, esta vez al Banco de Villa Mercedes.

Se presume que intervinieron también otros bandoleros apellidados Hood y Christien y esa atractiva mujer llamada Etta Place.

Sin dejar demasiados rastros, Cassidy, Kid y Etta dejaron la Patagonia y se marcharon a un lugar más inhóspito, donde encontraron la muerte. Después del asalto en Villa Mercedes, el negocio que habían dejado en Cholila pasó a otras manos con la intervención de Daniel Gibbons y Thomas Austin, probablemente sus testaferros.

El 7 de noviembre de 1908 fueron abatidos por la milicia boliviana en el poblado de San Vicente.

Francisco N. Juárez recuerda en sus artículos que «un tal William T. Phillips aseguró ser Butch Cassidy hasta que murió en Sponake, Washington, en 1937».

Hoy, en Internet, hay decenas de sitios que llevan los nombres de esta pareja de bandoleros. En algunos de ellos todavía se discute la verdadera fecha y lugar de su muerte.

A fines de diciembre de 1911, según menciona Asencio Abeijón en su libro «Recuerdos de mi primer arreo», fueron abatidos Evans y Wilson, en Río Pico. Otros dos cowboys que con un estilo a ratos elegante trataron de dejar su huella en la memoria de quienes los conocieron.

Pero para ellos, como para Butch y Kid, los tiempos iban cambiando vertiginosamente. El mundo moderno dejó paso a nuevos tipos de criminales asentados en el centro de las ciudades.

Con armas sofisticadas y un temple aún más cruel, tratarían también ellos de apropiarse de todo el botín.

Carlos Torrengo / Claudio Andrade


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