El cine móvil de Río Negro y Neuquén cumple 20 años

En un paraje en el corazón de la estepa neuquina, un hombre vestido de traje se baja de un caballo y consulta cuándo es la función. Le indican que todavía falta una hora. “Pero a estas cosas, hay que venir temprano”, se justifica el hombre que acaba de recorrer unos 8 kilómetros a caballo porque se enteró por la FM municipal que el cine móvil brindaría una función de cine.

“Es como una militancia”.

Así define la actividad que se propaga a escuelas rurales, albergues y parajes en los lugares más recónditos, el cinemovilero rionegrino Cristian Calvo que cumplió 20 años en el cine móvil. Arrancó cuando el programa se puso en marcha a nivel nacional en 1998 con la idea de llevar el cine nacional a todos los lugares del país donde no existen salas de cine.

Con 13 años de experiencia, el cinemovilero de Neuquén, Gustavo Zúñiga, coincide con la mirada apasionada de su colega destacando que, al menos una vez al año, recorre toda la provincia en el vehículo que, estima, rueda unos 20.000 kilómetros anuales.

Los dos cine móviles se reunieron, una vez más, en Bariloche para participar de la sexta edición del Festival Audiovisual Bariloche (FAB) y llevar el cine a Dina Huapi, Ñirihuau o los galpones del ferrocarril, por ejemplo.

Aseguran que más allá de la propagación de la tecnología, “el hecho de oscurecer un lugar para ver una proyección; mientras los docentes hacen pochoclos o tortas fritas, todo en función de disfrutar una película, nos marca que el efecto del programa sigue siendo el mismo”.

Desde la puesta en marcha de la iniciativa en las 24 provincias, hubo 50.000 proyecciones públicas y gratuitas y se recorrieron 3,6 millones de kilómetros, alcanzando a 5.000.000 de nuevos espectadores.

“Hay que destacar la importancia del programa en la formación de espectadores que nace en el momento en que uno elige la programación, que tenga una vinculación con el lugar al que uno va y que se pueda mostrar el backstage de la película para que los chicos tengan una idea acerca de cómo se desarrolla el proceso”, resume Zúñiga.

En el caso de Río Negro, la superficie es tan extensa que los responsables del cine móvil tratan de “optimizar el recurso”, proyectando una gira itinerante de 5 a 7 días por mes para recorrer la mayor cantidad de parajes y localidades.

Calvo destaca la retroalimentación del cine móvil y la producción regional a partir del año pasado. “Realizadores de cine de la provincia que filmaron sus películas aquí, después las presentan en los lugares donde las filmaron invitando a los mismos protagonistas”, dice.

Fue el caso de Gisela Montenegro, una realizadora de Viedma, al estrenar su documental “Historias del viento”, filmado en la Meseta de Somuncura, en Sierra Grande y Valcheta, donde invitó a todos los que participaron del filme. “Esa devolución del público a la directora fue increíble y se generó a través del cine móvil”, dice.

Lo mismo sucedió con “La Comparsa”, de Luciana Radeland y Sabrina Alcaraz, dos realizadoras de Maquinchao que estudiaron en la escuela de cine de Roca y trabajan en la industria de Buenos Aires.

Calvo destaca que el largometraje fue presentado en El Caín donde estaban la mayoría de los chicos que actuaron en la película.

“Esa dimensión es increíble, agrega Calvo, hay imágenes de El Caín escarchado afuera, el cine móvil en la puerta y la gente esperando para ver la producción en pleno invierno y es increíble. Es el efecto del programa que no se perdió en 20 años”, plantea.

Nuevo público

“Realizadores de cine de la provincia que filmaron sus películas aquí después las presentan en los lugares donde las filmaron invitando a los protagonistas”,

aseguró el cinemovilero rionegrino Cristian Calvo.