No es lo mismo: Cuando cambia el protagonista de las series

Es una pena. La nueva y última temporada de “House of Cards” se fue sin pena, sin gloria, sin público y con un guión aburrido. Cambiar el protagonista, aun por las razones correctas, no siempre es un acierto.

Desde el principio algo no encaja. Ya sabíamos que Frank Underwood no iba a estar (Kevin Spacey, el protagonista, fue despedido de la industria por varias denuncias de acoso) y presuponíamos que era el turno de Claire.

El problema es que el fantasma de su marido está tan presente que enturbia todo el relato, y peor aún, lo hace aburrido. Si uno se tomara el tiempo de chequear cuántas veces se menciona a Francis Underwood por episodio, no le alcanzarían las hojas. Para estar muerto –de acuerdo al guión– está demasiado vivo.

“House of cards” empezó con muchas expectativas como un thriller que mostraba la peor cara de la política estadounidense y la Casa Blanca, pero con el tiempo se transformó en una carrera alocada llena de obstáculos. El origen de la saga se remonta al 4 de junio de 1987 cuando la primera ministra Margaret Thatcher despidió a Michael Dobbs, un líder conservador y operador político clave en su gobierno que la asistía desde antes que asumiera el poder. La Dama de Hierro se enteró que no ganaría las siguientes elecciones y descargó su ira en su asesor echándolo. Para superar el mal trago, Dobbs escribió FU en un papel. Y esas dos letras (que no eran otra cosa que Fuck you), se convirtieron en las iniciales de Francis Urquhart, el político protagonista de su novela publicada en 1989, que en la ficción sucedía en el cargo a Thatcher.

El libro se tradujo en una exitosa serie para la BBC que luego sería adaptada al paladar norteamericano, con el ambicioso Francis Underwood a la cabeza. Pero ese principio tan prometedor, terminó desbarrancando.

Terminar una serie es siempre una tarea compleja. Pero en este caso fue tan brusco como aquel primer capítulo de “House of cards” en el que Francis se encuentra a un perro malherido en la calle y en vez de sanarlo lo mata con sus propias manos. “Ya está. Se acabó el dolor”, dice, frío, ante cámaras. Lo mismo parecen haber dicho los responsables de “House of cards”.

Otros ejemplos

1- “Two and a half man”: Ashton Kushter es carismático y querido por la audiencia. Pero reemplazar al difícil y complejo Charlie Sheen no es para cualquiera. El picante que aportaba Sheen se volvió desabrido de la mano de Kushter. Conclusión: la serie no fue ni la mitad de divertida de lo que era antes.

2- “Spin City”: ya que hablamos de Charlie Sheen… él sufrió en carne propia eso de reemplazar y fracasar. A él le tocó sustituir a Michael J. Fox cuando abandonó la serie para tratar su enfermedad de Parkinson. El rating cayó en picada y la serie tuvo que ser cancelada.

3- “Expedientes secretos X”: todos recordamos a David Duchovny e incluso los fanáticos tratamos de olvidar ese momento, pero en la octava temporada, y a raíz de una serie de conflictos salariales, el actor se alejó y fue reemplazado por Robert Patrick. ¿Qué pasó? Podemos echarle la culpa a los efectos paranormales, pero la historia que estaba entre las favoritas cayó al puesto 63.

4- “The office”: aunque había muchos protagonistas, uno llevaba la batuta: Steve Carrell. Y cuando abandonó la serie tras la séptima temporada, y su lugar fue ocupado por James Spader, un peso pesado de la televisión, la comedia se hundió y perdió dos millones de espectadores.


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