Adiós a la Beatlemanía: 60 años de «Beatles for Sale»

El 4 de diciembre de 1964, Los Beatles editaron su cuarto disco, el segundo de aquel agitado año beatle. Apretados de tiempo, debieron completar el álbum con seis covers rockeros.

¿Se puede tocar el cielo con las manos e incluso pararse en él y verlo todo desde allí y, al mismo tiempo, tocar fondo, pararse allí verlo todo desde tan abajo y aun así editar un disco que ya había vendido 700 mil copias antes de salir a la venta y ser el número uno durante siete semanas? Sí, se puede. Pero solo si se trata de Los Beatles y de un disco como Beatles for Sale.  

Editado el 4 de diciembre de 1964, “For Sale” era el cuarto disco de la banda de Liverpool en veintiún meses o y el tercero en poco más de un año. Impresionante, ¿no? Lo es más aún si vemos todo lo que habían hecho tan solo en los primeros seis meses de aquel insuperable y ciertamente irrepetible 1964.  

En febrero conquistaron los Estados Unidos con una primera gira de nueve días, entre fines de abril y fines de mayo giraron por el Reino Unido, del cuatro al treinta de junio se fueron de gira por Europa, Asia y Oceanía, en julio giraron por Suecia y en agosto un poco más por el Reino Unido, del 19 de agosto al 20 de septiembre volvieron a Estados Unidos para la primera gira de 26 conciertos.   

Mientras todos estos shows (se) sucedían, los tipos se las arreglaron para filmar y estrenar su primera película, “A Hard Day’s Night”; y escribir, grabar y editar la respectiva banda sonora, nada menos que “A Hard Day’s Night”, un disco, el tercero del grupo y el primero de todos ellos hecho solo con composiciones propias.   

¿Qué banda con una película recién editada que la rompe en la taquilla de los cines del mundo y con un flamante disco que es un éxito de crítica y venta se mete de nuevo en un estudio de grabación para granar otro disco? Los Beatles, quién más.  

Encuentro en Abbey Road. Harrison, McCartney, George Martin y Lennon en el mítico Estudio 2, durante las grabaciones de Beatles For Sale.

El 11 de agosto de 1964, apenas cinco semanas después de editar “A Hard Day’s Night”, la banda se reunió en el estudio 2 de Abbey Road para empezar a trabajar en las canciones que irían a parar a For Sale, el disco “flojo” de la discografía beatle.  

Para entonces, la banda estaba agotada y apenas habían transcurrido seis meses, quedaba otro medio año por delante que por supuesto ya estaba repleta de shows hasta fin de año. En ese contexto, Lennon, McCartney, Harrison y Starr se las arreglaron para grabar su segundo disco en el año.  

Pero la banda estaba agotada de algo más que un año agitado. Lo que se agotaba era la Beatlemanía, esa maquinaría de la industria cultural cuyo combustible eran los propios Beatles, su música, pero también sus cuerpos y, sobre todo, su creatividad. Porque la Beatlemanía empezó bastante antes que 1964, en los primeros 60, cuando los cuatro pibes pobres del norte industrial inglés se curtían a fuerza de rocanrol y anfetas en aquellas noches alemanas de Hamburgo portuario, entre marineros y prostitutas.   

Si “A Hard Day’s Night” marcó el punto más alto de esa Beatlemanía, Beatles For Sale” funcionó como una bisagra en sus vidas. Ya no podían ni tampoco querían seguir con aquello. De todos modos, Lennon y McCartney estaban decididos a cumplir con una regla de la industria de la música de aquel tiempo: sacar un disco nuevo para Navidad.  

A pesar de que habían logrado por primera vez completar un disco sin necesidad de covers, muy pronto debieron volver a los viejos clásicos del rock para llenar los huecos de un disco para el que no tenían suficiente material propio. Curiosamente, dos composiciones propias grabadas durante las sesiones de For Sale se quedaron afuera: “I Feel Fine” y “She’s a Woman”, nada menos.   

Las canciones de Beatles For Sale

Aunque las grabaciones se extendieron por dos meses y medio, en verdad, se necesitaron nada más que ocho días. Entre tanto, se iban y volvían de giras. El disco muestra las primeras influencias de Bob Dylan en la composición de Lennon, el folk y cierto country, sonidos que se despegaban del mersey beat tan propio de la Beatlemanía. Sonidos que iban a profundizar en “Help” y, sobre todo, en Rubber Soul.  

For Sale abre con dos de Lennon, ambas de tono más bien sombrío y pesimista: “No replay” “I’m a Loser”, donde John tocará la armónica en modo Dylan. La tercera, “Baby’s in Black, se destaca por el trabajo vocal de Lennon y McCartney, quienes decidieron grabar(se) cantando juntos en el mismo micrófono.  

Los Beatles en el estudio 2 de Abbey Road, durante la grabación de Beatles For Sale.

“Rock and Roll Music” es el primero de los tres covers del Lado A, un clásico de Chuck Berry que Los Beatles se sabían de memoria desde los tiempos de Hamburgo. De hecho, los seis covers fueron grabados en una o dos tomas dado por lo ensayados que los tenían de viejas épocas.  

Mr. Moonlight, de RL Johnson, incluye un perturbador órgano Hammond tocado por Paul. Raro cover, incluso hasta parece que sonara mal. El Lado se cierra con el medley “Kansas City” de la dupla Leiber & Stoller, que Los Beatles interpretaron del modo como lo hacía Little Richard, juntándolo con “Hey/Hey/Hey/Hey del propio Richard.  

El Lado B abre con un hitazo: “Eight Days a Week”. Sin saber bien cómo resolver la apertura del tema, Lennon y McCartney innovaron: comenzaron con un fade in, algo que nadie había hecho hasta entonces, y mandaron al final las guitarras que habían grabado para la apertura.  

Esta fue la primera vez que los Beatles llevaban una canción parcialmente formada al estudio y completaban el proceso de composición mientras la grababan  

Le siguieron otros dos covers: “Words of Love”, de Buddy Holly saldando así una vieja deuda con el ídolo de los ‘50; y “Honey don´t”, de Carl Perkins, que cantó, a su modo, Ringo Starr. “Every Little Thing”, una de Paul que cantó John; “I Don’t Want To Spoil The Party”, de John con aires country; “Wath You’re Doing”, de Paul; y cierra con el último de los seis covers, “Everybody’s Trying To Be My Baby”, de Perkins que cantó y grabó George Harrison en una sola toma.  

18 de octubre de 1964 

De los ocho días que se tomaron Los Beatles para grabar las canciones de For Sale, hubo que sobresalió por varios motivos. Ese día, que fue domingo, fue el 18 de octubre de1964, “una de las sesiones de grabación más productivas en la historia de Los Beatles”, dirá Geoff Emerick en “El sonido de Los Beatles”, su gran libro de memorias como ingeniero de grabación de la mayoría de los discos de la banda.  

¿Porque pensó eso Emerick? Porque, acaso corridos por el tiempo, Los Beatles terminaron ocho de las catorce canciones del disco y porque ese día fueron los primeros en usar el acople, en sí mismo un ruido, como recurso deliberado, el que abe “I Feel Fine”. 

Sigamos la buena memoria de Emerick para descubrir aquel día. Lo primero que hicieron fue terminar “Eight Days a Week, grabada la semana anterior, pero a la que le faltaba la apertura, nada menos. La canción tenía dos problemas, según Emerrick: un comienzo irregular y un final abrupto. 

Tras probar una idea de Paul de cantar a capella junto a John y George, el otro George, Martin, le bajó el pulgar y los mandó a trabajar en el final: Lennon y Harrison rasgaban sonoros acordes de guitarra, acompañados de McCartney pulsando una línea de bajo en staccato en su Hofner. 

Fotografía de la sesión que Robert Freeman tomó a Los Beatles en Hyde Park, de Londres, en el otoño de 1964.

Ya sabían cómo terminaba “Eight Days a Week”, pero seguían sin saber cómo empezarla. Hasta que, a Norman Smith, ingeniero de sonido y mezclas, sugirió una idea revolucionaria: usar al comienzo, lo que siempre se usó en los finales, el fundido, solo que en vez de fade out sería un fade in. 

Resuelto aquello, comenzaron con “Kansas City-Hey/Hey/Hey/Hey”, con Paul llevando al extremo su voz; siguieron con el siguiente cover, “Mr. Moonlight”, de Dr Feelgood, con John, ali gual que Paul, extremando su voz como en los viejos tiempos del Cavern. El problema aquí fue el solo de Harrison, raro por cierto a parir del trémolo que estaba usando. Martin decidió reemplazarlo por un Hammond tocado por Macca.  

Mientras la banda seguía en lo suyo, desde la sala de control se sintió un ruido que alertó el sofisticado oído de Emerick. El ingeniero creyó que algo, un cable, la pieza de un equipo se había roto. Nada de eso: era Lennon, quien, arrodillado, pegaba su guitarra al amplificador. Estaba generando un acople. 

Todos sabían que si se hacía eso se generaba un ruido, pero nadie había hecho de ese ruido un efecto deliberado. Pero, ¿qué había pasado? Lo descubrieron de casualidad. La noche anterior, mientras trabajaban en “Eight Days a Week”, en una pausa Lennon apoyó su guitarra contra el amplificador, pero olvidó bajar el volumen del micrófono del instrumento. En la otra punta del estudio, McCartney tocó un la grave en su bajo, cuyas ondas sonoras generaron la respuesta de la guitarra.  

Grabada durante ese célebre domingo 18, “I Feel Fine” abre con el célebre acople. Sin embargo, no será incluida en For Sale, sino que sería editada como single junto a “She’s a Woman” en el Lado B. Menos mal que estaban agotados y falto de ideas nuevas… 

Los Beatles terminaron el día grabando tres canciones en un total de sólo cinco tomas. Básicamente, todo fue en vivo como en los viejos tiempos. George cantó como voz principal versión de “Everybody’s Trying To Be My Baby”, de Carl Perkins, cuyo aspecto más notable fue la gran cantidad de steed (eco de cinta simple y retardo de eco) sobre la voz de George. 

Después, grabaron en una sola toma “Rock and Roll Music», con una voz de Lennon con un ligero eco y George Martin de nuevo mostrando su destreza como pianista de rock ‘n’ roll. Nada de sobregrabaciones, sólo una magnífica interpretación en directo.  

Por último, John y Paul armonizaron en una versión de “Words Of Love”. Se grabó en tres tomas, de las cuales sólo dos estaban completas. La tercera, con sobregrabaciones añadidas a la segunda, fue la mejor. 

La icónica (como todas, por cierto) portada de Beatles For Sale, una fotografía tomada por Robert Freeman en el Hyde Park, en octubre del 1964, muestra a unos beatles serios que miran a la cámara. Eran cuatro muchachos que se estaban haciendo grandes. Muchos dicen que en sus miradas se refleja el cansancio de aquellos días agitados. Puede ser, pero más cansados estaban del rollo de la Beatlemanía. 


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