José «Pepe» Mujica, de guerrillero perseguido a presidente austero: murió a los 89 años

José Mujica murió este martes a los 89 años. Exguerrillero, expresidente y referente moral de la izquierda latinoamericana, dejó una huella profunda en la política uruguaya y global.

José «Pepe» Mujica, expresidente de Uruguay y símbolo viviente de la izquierda latinoamericana, murió este martes a los 89 años tras una dura lucha contra un cáncer de esófago. Fue guerrillero, preso político, líder del Frente Amplio y presidente de la República. Su vida, marcada por la austeridad, el idealismo y una resiliencia incansable, lo convirtió en una figura global admirada por su coherencia y su mensaje de humildad.

«Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo… sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor», decía Mujica en uno de sus últimos discursos.

Nacido en Montevideo en 1935, hijo de un pequeño productor rural y una florista de origen italiano, Mujica se crió en el barrio Paso de la Arena. Su temprana militancia política lo llevó al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), grupo guerrillero que buscaba la revolución inspirada en la experiencia cubana y el maoísmo. Fue capturado varias veces, se fugó de prisión en más de una ocasión y pasó trece años preso, muchos de ellos en condiciones infrahumanas, aislado y encadenado.

Recuperó la libertad en 1985, con el regreso de la democracia, y comenzó entonces una segunda vida como dirigente político. Dejó atrás las armas y se volcó de lleno al Frente Amplio, coalición de izquierda que lo llevó primero al Parlamento y luego al Ministerio de Ganadería. En 2009 ganó la presidencia, imponiéndose al histórico dirigente blanco Luis Alberto Lacalle.


Adiós a Pepe Mujica: un presidente diferente


Su estilo de vida austero —vivía en una chacra en Rincón del Cerro, usaba un viejo Fusca y rechazaba privilegios— y sus discursos cargados de filosofía popular lo convirtieron en un fenómeno político internacional. Fue retratado como un «presidente pobre» que hablaba de ética, ecología y simplicidad en foros globales y frente a líderes como Barack Obama, Angela Merkel o el papa Francisco.

Durante su mandato (2010-2015), Mujica gobernó en tiempos de bonanza económica y dejó su huella con políticas progresistas como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación del cannabis.

Aún después de dejar la presidencia, Mujica siguió siendo una figura influyente en la política uruguaya. En 2024, ya enfermo, sorprendió al anunciar junto a su esposa y compañera de militancia, Lucía Topolansky, una última jugada electoral: postular a la reconocida periodista Blanca Rodríguez como candidata al Senado. Hasta el final mantuvo su popularidad intacta, compartiendo el liderazgo en los sondeos con el actual presidente Luis Lacalle Pou.

«No cultivo el odio, porque el odio estupidiza», repetía. Fue una figura que atravesó la historia uruguaya desde las cloacas de la dictadura hasta las cumbres del poder democrático.


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