Felipe Pigna y la historia detrás de Conspiración en Londres, su primera novela, que presentará en Neuquén

Conspiración en Londres es la primera novela de Felipe Pigna, quien decidió ficcionar la misión más descabellada asignada a Belgrano de parte del Director Supremo Psadas: buscar un rey borbón para el Río de la Plata. El próximo fin de semana la presentará en la Feria del Libro de Neuquén.

“¿Cómo llegué de la Universidad de Salamanca, de mi medalla de oro, de la dispensa papal para leer los libros prohibidos, de ser el doctor Belgrano, de los cómodos y sensuales salones europeos, de ser el honorable secretario del Consulado de la benemérita Buenos Aires a este general derrotado y desarrapado en medio de estos desiertos?”


Ese hombre “rubión, afiebrado, muerto de frío y rabia” que en ese preciso instante de su vida es Manuel Belgrano regresando de Ayohuma no tendrá respuesta alguna. Tiene apenas 44 años y para entonces ya vivió muchas vidas. Demasiadas para cualquier hombre. Lo que tampoco sabe es que aún le esperan otras tantas vidas al servicio de una Patria que no termina de ser.


Felipe Pigna, uno de los historiadores más reconocidos de su generación y un prolífico autor, incursiona por primera vez en la ficción para novelar un capítulo increíble de la historia argentina: la descabellada misión que tendrán Belgrano y su archienemigo Bernardino Rivadavia de buscar en Europa un rey Borbón para el Río de la Plata.


Editado por Planeta, “Conspiración en Londres”, que Pigna presentará el próximo sábado 20, a las 20, en la Feria Internacional del Libro de Neuquén, narra las aventuras, porque en verdad lo son aunque se trate de un capítulo más de la historia argentina, de Belgrano y Rivadavia, primero en Río de Janeiro y luego en Londres, para saber qué chances de ser (o no) independientes.


Sin opciones, porque rechazar la misión implicaba la cárcel y el escarnio tras su fracaso militar con el Ejército del Norte, Belgrano aceptó a ciegas la misión que le encomendaba el gobierno de Buenos Aires en el Viejo Continente.

“Con esta historia me largué a la aventura de la novela y me encantó, me sentí muy libre, me gustó mucho hacerlo”.

Felipe Pigna


Belgrano dijo que sí sin saber muchas cosas. Pero nunca imaginó que lo que tenía por delante era una de las misiones más descabelladas de la historia del Río de la Plata y que su compañero de viaje sería el siempre ambiguo Bernardino Rivadavia.


Complots, traiciones, amores fugaces, lealtades que duran lo que un soplo y otras que se firman con sangre animaron a Felipe Pigna a ficcionar este viaje de dos tipos que, cuanto menos, se desconfían entre sí.


Es cierto que fue Gervasio Posadas, por entonces Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, quien puso a Belgrano a viajar junto con Rivadavia. Pero, a su modo, también Pigna los puso a viajar juntos para lanzarlos a una aventura tan increíble como apasionante.

Felipe Pigna en su estudio del barrio de Caballito para Planeta, mayo de 2023. (Foto: Alejandra López)


Por momentos, Conspiración en Londres nos hace olvidar -un gran mérito del libro, sin dudas- que Belgrano y Rivadavia son las figuras que son en la historia argentina para convertirse ambos en protagonistas de una historia del tipo “buddy cop”, películas de compañeros policías dispares que deben colaborar para resolver un caso. Solo que aquí serían algo así como “buddy patriots” lanzados a una aventura incierta en la que está en juego nada menos que el destino de una revolución en busca de la libertad.


Pigna también se permite en esta su primera novela describir un cierto tipo de Belgrano y un cierto tipo de Rivadavia del modo en que su trabajo como historiador no (se) lo permitiría. Pigna (nos) ofrece un Belgrano seductor, de buen sentido del humor, reflexivo y siempre al servicio de la patria. Rivadavia, en cambio, funciona como su contraparte: acomodaticio de las circunstancias cambiantes, siempre dispuesto a estar de acuerdo con planes ajenos, de escasa lucidez y sospechosamente poco afecto a la causa revolucionaria.

La creación de la bandera y su uso por parte de Belgrano enojaron a Bernardino Rivadavia.


En un extenso y muy ameno diálogo telefónico, Felipe Pigna se entrevistó con Río Negro, a propósito de Conspiración en Londres, libro que lo traerá a la ciudad de Neuquén en los próximos días.

P: ¿Cómo te surgió la idea de escribir en clave de ficción?
R:
Me surgió cuando yo estaba escribiendo la biografía de Manuel Belgrano en 2016 y encontré este episodio que me pareció completamente delirante, digno de otro tratamiento que el ensayo, más bien por el lado de la ficción, tratándose de muchas cosas que le daban un condimento novelístico. Primero, una misión que está compuesta por dos antagonistas absolutos, dos enemigos políticos como Rivadavia y Belgrano. A Belgrano no le dan opciones: va preso o acepta esta misión y no le dicen con quién va a hacer la misión. Cuando llega al barco se lleva la desagradable sorpresa de tener que viajar con la persona que lo había retado por crear la bandera, por ejemplo, y por tantas cosas otras que lo separaban de Rivadavia.
Y cuando llegan a… todo esto que te cuento es verdad, aunque no lo parezca (risas) Cuando llegan a Río de Janeiro, hay una situación muy increíble que también es cuando Alvear, el director supremo de las Provincias Unidas, paralelamente manda otra misión a Río de Janeiro y le ofrece al embajador inglés que seamos una colonia británica, en la famosa carta a Lord Strangford, lo cual ya provoca una primera crisis entre Rivadavia y Belgrano porque Rivadavia, por supuesto, no quiere matar a García, que es el tipo que está entregando la patria, Rivadavia tiene una actitud un poco más ambigua, pero bueno, lo que sí ocurre es que Belgrano logra que se sepa esta situación y termina cayendo el gobierno de Alvear.
Y luego siguen a Londres con un objetivo que era sondear qué pasaría si proclamábamos la independencia. En el viaje se encuentran con que cae Napoleón y, bueno, se produce la restauración, el Congreso de Viena, todo lo que se viene, ¿no? Digamos, una Europa monárquica y conservadora que sólo va a admitir gobiernos monárquicos en América Latina. Así se lo hacen saber y en ese contexto aparece un buscavidas, que es un chanta, un conde español llamado el Conde de Cabarrús, que le dice que tiene excelentes vínculos con la familia real y que les puede conseguir un infante de Borbón, un rey Borbón, que sería Francisco de Paula, que simplemente tendría que hablar con Carlos IV, que estaba en Roma. Ahí comienza toda esta negociación que Carlos IV está de acuerdo, pues se lo quiere sacar de encima porque el pibe era un desastre, había dejado embarazada a una monja, por ejemplo, así que bueno, mejor que sea rey o que sea cualquier cosa.
Pero Fernando, el rey de España, el hijo de Carlos también, el hermano de ese infante de Francisco de Paula, dice no, no, yo lo que quiero es recuperar a América a sangre y fuego, nada de todo esto, y ahí bueno, fracasa la misión, pero viene un segundo delirio, que es el intento de secuestro de Francisco de Paula, traerlo secuestrado a Buenos Aires para coronarlo rey a la fuerza, cosa que no ocurre, pero bueno, porque ya el grano del sexo ya es demasiado, y decide volverse.
Es todo un delirio total que a mí me pareció que esto merecía otro tratamiento y me gustó ir por el lado de la novela. Yo ya había escrito cuentos para niños, pero bueno, me largué a la aventura de la novela, que me encantó, me sentí muy libre, me gustó mucho. Me tuve que poner a estudiar muchos barcos de la época, cosas con textos, cómo era Río Janeiro, cómo era Londres, viajar a Londres y ver que había cosas que todavía perviven, porque es una ciudad que tiene todavía un cuidado patrimonial muy grande. Vas a los lugares que cito en el libro y aún están ahí.

“Como toda persona inteligente, Belgrano tenía mucho sentido del humor. Lo mismo sucedía con San Martín.

Felipe Pigna.

P: Imagino que la historia argentina te ha dado muchos episodios dignos de novelar, ¿por qué esta vez? ¿Tenías la intención de hacer novela, de hacer ficción?
R:
No, no, la verdad que siempre tuve una tentación, porque como la historia argentina tiene tantos episodios extraños, que parece una novela, lo decís muchas veces, y bueno, esto me pareció que ameritaba un tratamiento particular, y por eso la decisión, que me llevó su tiempo. Fue muy lindo el proceso de escritura también.

P: Sos un autor muy prolífico, ¿sentiste que era el momento de incursionar en la ficción, más allá de lo que te parecía este momento de la historia, sentiste también que, como autor, como escritor, era un buen momento para salir de tu lugar de confort como historiador y hacer ficción?
R:
Sí, sí, una gran aventura, una gran aventura, una jugada importante, y bueno, sí, fue como una especie de maduración. Me pareció que ya la práctica de escritura me permitía pensar esto en otro registro. Ahí fue que empecé con esta novela, que tenía la gran ventaja de tener un principio, desarrollo y final, una historia ya preescrita de locura y de surrealismo, porque en el medio hay montones de cosas que ya se verán en la novela, pero sí, muy increíble, además la época es una época fascinante desde Londres con Lord Byron, con las primeras feministas, con el prerromanticismo, las conspiraciones, las logias, todo pasaba por Londres, que era la única capital hegemónica después de la caída de Napoleón. Era como la enorme vencedora y gran imperio mundial.

P: ¿Qué desafíos te impuso escribir ficción, teniendo en cuenta que estaba basada en hechos reales, que muchas cosas realmente sucedieron?
R:
Bueno, primero lo verosímil, que sea una cuestión verosímil, que los diálogos no sean sacados del diálogo de la época, del lenguaje de la época, que lo que diga Belgrano suene a lo que lo podía decir Belgrano, a lo que diga Rivadavia. Meterme mucho en cuestiones de navegación, de cómo era un viaje, cómo era un barco, qué se hacía en esos barcos, qué se escuchaba en esa época. El barco me sirvió mucho, ese viaje de 50 días en barco, para meter, por ejemplo, lecturas, músicas, el capitán cuando invita a los conciertos, y sabes que escuchaba a la Beethoven, a Mendelssohn, a los contemporáneos que mucha gente no asocia con Belgrano.

P: ¿Qué te permitió como historiador hacer en clave de ficción esta historia? Porque te permito otro tipo de descripción de los hechos, sobre todo descripción de los personajes, me parece que te da libertad para proponer un cierto tipo de Belgrano, un cierto tipo de Rivadavia, que por ahí la historia no te permitiría.
R:
Claro, claro, meterme mucho más en la psicología del personaje, en ese sentido volví a leer a Borges bastante en esta cuestión de cómo él se mete en la psicología del personaje, además de la descripción del hecho, qué le está pasando a ese personaje, que está sintiendo soliloquios, cosas que pueden pensar, que pueden sentir, así que eso por supuesto va en otro registro que el ensayo.

P: Uno sabe que está leyendo una circunstancia histórica, con personajes históricos de la Argentina, tan importantes y tan trascendentes como Rivadavia y Belgrano, pero no dejan de ser dos tipos lanzados a la aventura.
R:
Claro, además, otra cosa muy importante es que Belgrano en ningún momento renuncia a sus principios. En cambio, ves a un Rivadavia medio sinuoso, como lo describe todo el mundo y como vimos en su actuación política, entonces también a mí me interesó marcar durante todo el trayecto del libro esa convicción que tenía Belgrano, que no se pone en un juego casi en ningún momento, salvo cuando tiene que aceptar muy a desgano la posibilidad de un reino, por ejemplo.

“Me propuse la verificación de la verosimilitud y a la vez la libertad de una novela, que por momentos se deslicen cuestiones que no estarían en un ensayo histórico”.

Felipe Pigna

P: ¿Te permitió liberarte y ofrecer un tipo de Belgrano y sobre todo un cierto tipo de Rivadavia? Rivadavia no queda bien parado. Y es una novela, no es un libro de historia, pero al mismo tiempo sabemos que se trata de alguien que a los pocos años será presidente.
R:
Por eso yo puse una secuela, que el libro termina con una secuela, a la manera de las películas, qué pasó con cada uno de ellos, qué fue de la vida de tal y cual, primero reafirmando la cuestión de que son seres reales, que estás hablando de personajes reales, por lo tanto, es interesante saber cómo siguieron sus vidas, porque estamos tomando un año de la vida de ellos, entonces me parecía lindo terminar el libro con esa secuela. Y sí, evidentemente la novela da esa posibilidad de calificar, de resaltar rasgos de uno y otro, que obviamente el ensayo no.

P: ¿Hasta dónde te permitiste sostener los personajes históricos y cómo los fuiste soltando para que se transformen en personajes de una novela también?
R:
Bueno, pasaron las dos cosas, porque yo me propuse la verificación de la verosimilitud y a la vez la libertad de una novela, que por momentos se deslicen cuestiones que no estarían en un ensayo histórico. Entonces creo que pasan las dos cosas.
Por un lado, que no se corran tanto de la realidad o de lo verosímil, a la vez que tengan un juego, que es lo que hace la literatura. Que esas dos cosas puedan suceder, que era difícil para mí lograr el equilibrio, pero creo que finalmente lo pude lograr.

P: ¿Te gustó haber tenido esta experiencia, esta primera experiencia como novelista?
R:
Sí, me encantó, me encantó. Le tomé el gusto. Me dan ganas de hacer otra, ya seguramente está en los planes para más adelante, pero sí, me pareció muy lindo, fue como un descanso también, en un punto de tanto documento, tanto rigor histórico, el poder divagar un poco más, y te sentiste más libre. Y también darle vuelo a personajes que tienen, como Belgrano, un enorme vuelo, un tipo muy soñador, muy utópico, un gran pensador revolucionario. Dar ese vuelo y un tipo curioso, que seguramente, porque él mismo cuenta algunas impresiones sobre ese Londres, de qué cosas le llamaban la atención, la época de los periódicos, de los clubes, los debates políticos que se estaban dando, todo eso que a él lo fascinaba. Todo eso me pareció lindo que esté contado en la novela.

Me surgió cuando yo estaba escribiendo la biografía de Belgrano en 2016 y encontré este episodio que me pareció completamente delirante”, cuenta Pigna sobre el origen de la novela. (Foto: Alejandra López)

P: Trabajaste a Belgrano desde distintos lugares, y de hecho esta novela surge trabajando la figura de Belgrano. ¿Pensaste en que esta posibilidad de ficcionarlo te permitía terminar de completar esa figura de Belgrano que quizás desde la historia no podías ofrecer por el rigor científico, por ciertas exigencias?
R:
Sí, además también me parecía interesante mostrarlo atractivo para la gente que quizás no entraría a un libro de historia. Mostrarles este Belgrano, que no se lo pierdan, que lo conozcan, porque es un personaje fantástico. Entonces también me parecía que era una buena oportunidad para presentarles a Belgrano y a Rivadavia, en esta cuestión del antagonismo que es muy de la literatura y que acá está dado por la realidad, por otra parte.

P: Incluso hasta te permitís un Belgrano con cierto sentido del humor.
R:
Era así, como toda persona inteligente tenía sentido del humor. Uno a veces los pone tan arriba y a veces… No, él escribía, por ejemplo, cuando escribía en El Telégrafo Mercantil, escribía poemas humorísticos, por ejemplo. Así que sí, era un tipo que tenía, igual que San Martín, un gran sentido del humor, exactamente.

P: Y San Martín es una figura, un protagonista secundario, si se quiere. Porque cuando empieza el libro aparece, ¿no? Y es como que es una figura que literalmente va apareciendo de a poco, porque Belgrano lo espera, se encuentran, y San Martín sigue de largo, ¿no? Y la historia del libro se va con Belgrano.
R:
San Martín no es el tema, porque acá no está implicado, pero está flotando ahí, ¿no? En ese momento está en Mendoza preparando el Ejército de los Andes. Pero sí me parecía muy importante el impacto inicial de la derrota y la soledad de este hombre, y la sensación de que la derrota podía ser total. Entonces ese soliloquio sobre la derrota me parecía fundamental, que es lo que va a hacer posible el viaje, ¿no? Porque le empieza la culpa y termina aceptando de alguna manera esa condena absurda a la que le someten.
Y ahí, bueno, San Martín, todo lo que cuento ahí de San Martín es absolutamente real: la correspondencia, el manual que le manda, ese cuaderno, una actitud realmente muy humana, muy linda, ¿no? De ayudarlo con los conocimientos estratégicos. Y después evitar, por todos los medios, que vaya preso, ¿no? Porque él iba con la orden de detenerlo y se niega rotundamente a hacerlo.

P: Y también entender cómo fue la vida de estas personas, ¿no? Primero, los jóvenes que fueron en su tiempo y lo grande que eran, a pesar de que tenían un tipo de 40 años, era un tipo grande. Una persona como Belgrano, que empieza el libro casi al borde de la muerte, porque venía de batallas feroces, y de pronto esa misma persona es como que tiene otra vida diplomática y en Londres, como si no hubiera estado en los campos del norte a punto de morir
R:
Exactamente. Sí, ahí revive un poco, ¿no? Vuelve al Belgrano constitucionalista. De hecho, redactó a la Constitución, ¿no? Para ese hipotético reino del Río de la Plata Chile y Perú. O sea que ahí lo vemos febrilmente ocupado en un sueño, nuevamente en un sueño, en una utopía.

***

“Ay Patria mía” dicen que fueron estas las últimas palabras de Manuel Belgrano antes de morir, el 20 de junio de 1820. Año infame y tristemente célebre por ser el de la anarquía. Después de tantas luchas, tanta sangre, tanto vivir a un paso en nombre de esa patria suya, después de tantas vidas en una sola vida, todos lo sobrevivieron. Rivadavia, por caso, fue presidente de esa Nación por la que tanto había hecho. Alvear tuvo un lujoso destino diplomático. Belgrano morirá solo, pobre y olvidado. Tenía apenas 50 años.


“¿Cómo llegué de la Universidad de Salamanca, de mi medalla de oro, de la dispensa papal para leer los libros prohibidos, de ser el doctor Belgrano, de los cómodos y sensuales salones europeos, de ser el honorable secretario del Consulado de la benemérita Buenos Aires a este general derrotado y desarrapado en medio de estos desiertos?”

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