Daniela Amondarain, una voz sin fronteras

De Isabel Pantoja al jazz, con escalas en el punk, el rock alternativo de los 90, la música brasileña, el tango y el folclore: viaje al corazón musical de la cantante de Elefanticomio.

P: En diez palabras (más o menos), ¿quién es Daniela Amondarain?
R: Mujer, madre, amiga, música, docente, curiosa, luchadora, en constante búsqueda para reinventarme, y crecer siempre.

P: Alguna vez nos contaste que empezaste, de muy chica, cantando canciones de Isabel Pantoja, ¿por qué Isabel Pantoja?
R: Sí! (risas) Cantaba en las fiestas familiares canciones de ella porque me emocionaban muchísimo su voz “aflamencada” y las letras que eran tan tristes para mí. Aunque no entendía en ese momento bien sus metáforas, me llegaba un sentimiento de profundidad que me animaba a imitarla.

P: ¿Qué siguió después?
R: En nuestros viajes con mi hermano mayor, a casa de nuestros abuelos maternos, en Buenos Aires, era mucho cantar a los Berbel, que dibujaban los paisajes neuquinos en sus canciones, Lito Nebbia en los viajes en auto con mi familia y otras músicas que sonaban en mi entorno. Una preadolescencia con mucho punk con mi primo Tavo, en Rafael Calzada: Mal momento, Los Ramones a pleno, The Clash, entre otras bandas de ese palo. Mi adolescencia ya fue más alternativa: Smashing Pumpkins, The Cure, Radiohead… para finalmente terminar en el folclore y el tango, música brasileña y entrar de lleno en el jazz, género que estoy estudiando fuertemente.

P: ¿Cómo definirías tu voz?
R: Mi voz ha ido madurando y cambiando con el tiempo, con el estudio de cada género, con las y los maestros que me han formado. Es una voz que disfruta de experimentar cosas nuevas todo el tiempo, con mucho estudio mediante, y que aún tiene un camino por recorrer.

P: ¿Qué fue lo más lejos que llegaste con tu voz?
R: Lo más ajeno y lejano que he cantado fueron arias de ópera durante mi formación académica. Siempre me sentí muy ajena a cantar música clásica, lo sentía rarísimo en mí. Por suerte mi maestra de canto, la genia de Laura Romero, me dejaba incorporar obras de Gershwin y alguna que otra zambita….

P: ¿Y cuál es tu zona de confort vocal?
R: Mi zona de confort vocal, es la que me hace vibrar con emoción lo que esté cantando, no importa qué sea. Poder reversionar canciones me encanta. Podría mencionar “Everytime we say goodbye”, de Cole Porter o; “Peito Vazio”, de Cartola, “Zamba de Ambato”, de de Jorge Vera y Delia Cazenave.

P: ¿Encontraste tu canción?
R: Creo que, más que una canción que fue escrita para mi voz, siento que hay muchas canciones que me representan, que digo: cómo me hubiera gustado a mí escribir esta letra! (risas) Pero bueno, claramente no me tocó esa parte, por lo que intento desde el trabajo del fraseo y la melodía darle mi impronta y así, de alguna manera, hacer propias las composiciones ajenas.

P: ¿Qué es Elefanticomio?
R: Es la banda que más me ha aportado desafíos. Ya hace más de tres años que estamos trabajando juntos y no deja de ser un espacio de búsqueda, estudio y creación. Empecé sin haber cantado jazz antes, sólo algo al pasar, y me invitó a sentarme horas a escuchar, estudiar, llorar, frustrarme y volver a intentar…ja. Como resultado de ese primer momento de búsqueda, sacamos nuestro primer disco: Nohy.


Biografía mínima en sus propias palabras

Nací en San Martín, provincia de Buenos Aires, y vinimos a vivir a Neuquén con mi familia siendo yo muy pequeña. Me formé en la Escuela Superior de Música de Neuquén y continué mis estudios musicales de manera particular. Formé parte de agrupaciones de folclore, música latinoamericana y trabajé junto con Gustavo Giannini (bajo) y Julián Cabaza (percusión) en un ecléctico grupo que versionaba canciones con ese formato particular.


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