De la sobreoferta a la escasez de gas: medio año sin sumar pozos

La caída del precio frenó las inversiones y paralizó la perforación y búsqueda de nuevos pozos productores. La producción podría caer un 20% en un año. Los cortes en la cadena de pago dificultan las inversiones y anticipan que se necesitará otro buque para importar GNL.

Si se tratara de una novela el título obvio sería el de crónica de una muerte anunciada, pero no es una novela sino el complejo mercado del gas argentino el que se encuentra en crisis y en la antesala de una caída que podría resultar muy costosa para las arcas de un debilitado Estado argentino.

El inicio de la crítica situación que hoy enfrenta el sector se remonta varios años atrás, con los planes de incentivo a la producción de gas, en especial la Resolución 46 que subsidia hasta el año entrante el gas no convencional.

Los objetivos de esos planes de incrementar la producción en las épocas de vacas flacas se cumplieron, hubo nuevos desarrollos, la producción trepó y se redujo el fuerte déficit en la balanza comercial energética del país.

Pero mientras esa producción trepaba faltaron “palancas” para permitir su colocación. El gas comenzó a fluir al exterior a fines de 2018, pero a cuenta gotas, y mientras se celebró la partida del buque regasificador del puerto de Bahía Blanca, no se tomaron más medidas de ampliar el mercado y en el próximo invierno, es más que posible que el buque deba regresar.

La mayor producción de gas del país marcó que se pasó de la necesidad de importar cuantiosas cantidades a tener una sobreoferta en los ocho meses de temperaturas templadas del país. Esto llevó a una competencia casi impensada por precios cada vez menores, a los efectos de lograr colocar la producción.

En números

1,60
dólares por millón de BTU fue el precio promedio de la subasta de la semana pasada para generación.

Una puja que en un comienzo estuvo impulsada por la producción que tiene el paraguas de la Resolución 46, que en este año completa el precio de cuenca hasta llegar a los 6,50 dólares, pero que luego se extendió a otras operadoras que prácticamente no tienen incentivos como YPF, ante la disyuntiva de vender barato o cerrar producción.

La última subasta se realizó la semana pasada y marcó que el precio promedio ponderado fuera de apenas 1,60 dólares por millón de BTU, un valor que desalienta toda nueva inversión.

A esta caída de precios en el gas para generación, se suma el cuasi congelamiento del gas domiciliario. Es que si bien la tarifa al usuario está congelada hasta junio, al estar fijada un tipo de cambio de 40 pesos el dólar, hace que la tarifa que perciben las productoras sea de apenas 2,80 dólares por millón de BTU.

Los precios actuales están por debajo de los márgenes de rentabilidad de los desarrollos.

Pero si esa tarifa era baja, en las últimas semanas se sumó el incumplimiento casi generalizado en el pago de las distribuidoras a la productoras. Esta situación no es menor, dado que en un contexto de crisis como la actual, las operadoras esperaban poder llevar algo de dinero a sus cajas con esta producción que entregaron en enero.

La pandemia del COVID-19 y la consiguiente cuarentena obligatoria trastocaron los cobros de las distribuidoras y llevaron a esta ruptura en la cadena de pagos del mercado del gas en la cual el Estado también dijo presente.

El dato

22,3
millones de metros cúbicos es la capacidad de procesamiento que tiene el buque regasificador de Escobar.

Desde el gobierno nacional se estaba abonando tanto los incentivos de la Resolución 46 como un plan de cuotas por los fondos del anterior Plan Gas. Ambos pagos quedaron ahora suspendidos a raíz de la emergencia sanitaria que afronta el país y las arcas públicas.

El resultado de esta caída de precios, mercados, pagos y también de la demanda propia de la cuarentena es que desde hace más de seis meses no se perfora en el país un nuevo pozo de gas.

Esto implica que las empresas están reduciendo sus reservas mes a mes, y tranzando el camino de la caída de la producción que en este invierno promete no generar problemas ante el menor consumo que marcarán la cuarentena y la crisis económica.

El cierre de pozos por falta de demanda ayudará a reducir el declino de la producción.

Pero el escenario es negativo para el invierno del año que viene, cuando los especialistas de la industria coinciden en señalar que para satisfacer la demanda nacional será necesario importar grandes cantidad de gas natural licuado (GNL) o quemar combustibles líquidos.

Para el especialista y exministro de Energía de la Nación, José Luis Sureda, los actuales cierres de producción generados por la falta de mercado ayudarán a reducir la velocidad del declino de la producción, pero advirtió que “si no se comienza a perforar por gas en septiembre, en 2021 la producción podría caer de un 15 a un 20% si la demanda se reactiva para octubre o noviembre”.

En ese escenario, Sureda enfatizó que “habría que importar más en invierno” y destacó que “si se dan cuenta rápido podrían traer un buque regasificador, sino importarán gasoil”.

En ese pronóstico, coincidió otro exministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren, quien estimó que para el invierno que viene se podría necesitar importar el doble de gas que en este año.

Desde las empresas productoras reconocen el camino por delante pero advierten que para que vuelvan a sumar nuevos pozos necesitan contar con señales de claras de precios, de pagos y de estabilidad regulatoria, en un tiro por elevación a la reciente decisión del Enargas de revisar las tarifas de gas domiciliario una vez que finalicen los seis meses de congelamiento.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios