Debilitan al futuro gobierno

Despojos de cadáveres, sangre, restos humeantes de vehículos… Bagdad se vio sumida nuevamente en la conmoción causada por el terror. Un suicida hizo saltar su vehículo por los aires frente a una oficina de reclutamiento. Sus 40 víctimas indefensas formaban una larga cola con la esperanza de encontrar un trabajo en el ejército, que les hacía verdadera falta para poder sacar adelante a su familia.

Pero no sólo los que carecen de medios se ven atrapados en la red del terror sin rostro. En los últimos días un viceministro de Exteriores, un director general del Ministerio de Educación y el jefe de seguridad de la segunda sociedad petrolífera más importante fueron asesinados.

También en estos casos los criminales son desconocidos y permanecen en el anonimato, lo que provoca un temor aún mayor. Más allá de la tragedia humana, otra variante del terror pone en juego el futuro del país. Atentados con bomba contra oleoductos estratégicos paralizaron el miércoles totalmente la exportación de petróleo en Irak. A principios de esta semana, el terrorismo económico no perdió de vista los oleoductos que bombean el petróleo de los campos sureños al puerto de Basora. El presupuesto iraquí se fundamenta en un 97 por ciento en los ingresos por la actividad petrolífera.

Antes de esta última ola de sabotajes, la exportación iraquí se había reducido ya a 2,4 millones de barriles diarios, cuando antes de la guerra ascendía a 3 millones de barriles por día. El retroceso es enorme. Los expertos cuentan con una pérdida de ingresos de 500 millones de dólares. La reparación del oleoducto sureño podría tardar diez días, y nadie sabe cuándo quedará nuevamente paralizado por el próximo atentado. El portavoz de la administración estadounidense, Dan Senor, habló el miércoles de una «guerra terrorista contra la infraestructura crítica de Irak, con el objetivo de hundir en la miseria al pueblo iraquí».

Nadie puede decir si detrás de esta manera de actuar se encuentra una estrategia general, pero el terror responde a un método. Los atentados a fuerzas de seguridad, políticos y altos funcionarios minan el orden de posguerra, ya de por sí frágil, establecido por los ocupantes estadounidenses, los sabotajes a la economía petrolífera perturban su forma de vida elemental. De esta manera, no le sorprende prácticamente a nadie en Bagdad, que estas actividades destructivas aumenten poco antes del traspaso del poder formal a un gobierno de transición iraquí, proyectado para el 30 de junio.(Gregor Mayer/DPA)

Nota asociada: GUERRA EN IRAK: La resistencia golpea a la reconstrucción con ola de terror: 48 muertos  

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