Cuti Romero, una garantía en la defensa de la selección argentina

El joven defensor fue de menos a más en el Mundial, le dio jerarquía a la defensa y se complementa muy bien con Otamendi.

Cristian Cuti Romero fue de menos a más en el Mundial de Qatar y junto a Nicolás Otamendi le dio jerarquía a la defensa argentina. Gentileza.

Superadas las zozobras de los días previos al Mundial, cuando en determinado momento se puso en duda su presencia en Qatar, el defensir Cristian Cuti Romero da la talla con creces y confirma lo que ya era una presunción vigorosa, que es la más extraordinaria aparición en materia de defensores argentinos desde Roberto Ayala y Wálter Samuel.

No hay discusión que Nicolás Otamendi está jugando un gran Mundial, pero bien mirado el partido a partido del ciclo de Lionel Scaloni, se registra con nitidez que el veterano surgido en Vélez ofrece más solvencia cuanto mejor está Romero.

Por curioso que parezca, el Otamendi de 34 años que se luce en su nuevo Mundial, el cuarto de su campaña, se siente más cómodo y más seguro cuando tanto los modos como los tiempos de la defensa argentina los marca un joven de la clase 98.

Esta lujosa torre llamada Cristian Romero, experta en tiempo y distancia, firmeza y contagio del bueno, nació en la capital cordobesa el 27 de abril de 1998, dio sus primeros pasos en San Lorenzo del Barrio Las Flores y se incorporó a las divisiones infantiles con la camiseta de Talleres.

Después sobrevino un episodio llamativo. Los albiazules de la T decidieron desdeñarlo y lo forzaron a saltar de vereda. Belgrano recibió al Cuti, quien se sintió cobijado en El Pirata y a los 18 años debutó en primera de la mano de Teté González, contra Independiente.

Su crecimiento fue, exponencial, de Belgrano al Genoa, del Genoa al Atalanta y del Atalanta al Tottenham Hotspur de la Premier League inglesa. Tiene solvencia en el juego aéreo, máxima concentración, notable visión periférica, pertinencia y elasticidad para llegar a los cruces laterales o presionar lejos del área grande a fin de ganar por anticipación, cuando no con rudeza operativa, y por si fuera poco salida segura con pase al compañero mejor ubicado.

El Cuti Romero, quien tuvo un vacilante comienzo con Arabia Saudita, supone uno de los muchos aciertos de Scaloni. De tamaña dimensión, el acierto del entrenador, quien cuando lo incluyó en la formación titular, en el trazo grueso de la patria futbolera era más conocido en Italia que en Argentina.

Romero tiene mucha jerarquía, aunque cuando tiene que imponer su potencia física no lo duda, como lo sufrió el goleador polaco Robert Lewandoski. Gentileza.

Emana una firmeza impregnadora. De las que invitan a deducir que alcanza el rango de “media defensa”. En su bagaje con el antecedente supremo de haber brillado en el Maracaná cuando Argentina ganó la Copa América frente a Brasil.

Cuti, después del flojo estreno en la derrota frente a Arabia Saudita, mostró toda su jerarquía en el fondo de la selección argentina. Gentileza.

Salvadas las distancias, un equipo nacional campeón requiere asociar a un Lionel Messi estelar, jugando su mejor Mundial, pero, en buena medida, a un Cuti Romero inexpugnable en la última línea.


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