Opinión: lo peor de la selección no fue el resultado

La selección dejó una floja imagen en la caída ante Arabia Saudita, porque nunca supo lidiar con la adversidad. Más allá de perder, le costó mucho generar situaciones contra un rival de mucha menor jerarquía, pero muy aplicado en la marca.

Como lo había dicho el entrenador en la previa del Mundial de Qatar, en algún momento la derrota iba a aparecer. Entre virtudes elogiadas y la suerte que siempre se necesita en el fútbol, Argentina construyó desde 2018 un gran proceso de la mano de Lionel Scaloni, con una profunda renovación en su plantel.

Lamentablemente, esa posible caída se dio en el partido más doloroso hasta ahora, porque fue en el debut de la Copa del Mundo y achica el margen de error de manera considerable para lo que viene.
Pero más allá del resultado, que en el fútbol puede variar por tratarse del menos lógico de los deportes, es pertinente revisar las formas en la cual se dio la derrota.

Uno de los aspectos que había conformado el ADN del equipo había sido la manera en la cual afrontaba los partidos, algo que no solamente tiene que ver con una idea de juego sino con el manejo de los momentos.

Ayer, por el contrario, el que llevó adelante los tiempos del encuentro fue Arabia Saudita. Tanto desde lo táctico, provocando más fueras de juego de Argentina que los que tuvo en todo Rusia 2018, como en lo anímico.

La postura corporal de la selección de Scaloni se pareció mucho a aquellos tiempos oscuros del Mundial pasado, cuando los dirigidos por Jorge Sampaoli tuvieron presentaciones paupérrimas contra Islandia, Croacia y Nigeria.

Cada lateral fue parsimonioso y cada tiro libre tardó una eternidad en ser ejecutado. Arabia hizo lo que quiso con el reloj, trabajo que le facilitó el árbitro esloveno Slavko Vincic, cómplice cada vez que el balón se frenó.

Argentina necesitaba que la pelota estuviera en disputa el mayor tiempo posible, pero ocurrió lo contrario. Es cierto que hubo pocas posesiones en las que el conjunto nacional hizo prevalecer su jerarquía, pero lo fundamental es que el equipo asiático impuso su “ritmo” de juego.

Ciertos gestos de algunos jugadores argentinos, sobre todo de los referentes más experimentados, significan una señal de alarma.

La buena noticia es que hay revancha y esto puede ser el cachetazo a tiempo que esta selección no había visto impactar en su rostro invicto.

Pero para eso habrá que tener otra posición ante la adversidad, porque más allá de que el azar haga lo suyo, a la suerte hay que invitarla. No solamente con inteligencia para leer los momentos de los partidos y atacar a una defensa que juega muy adelantada, sino también con la rebeldía y el ímpetu que ayer Argentina no tuvo.

La derrota inesperada ante Arabia Saudita puede significar el inicio de algo inolvidable o el comienzo del fin de un sueño colectivo. Depende de los futbolistas. Calidad hay.


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