“Desazón, impotencia e indignación”

A las autoridades a cargo de Junta Médica Provincial de Educación, docentes de la provincia y público en general Quiero hacerlos partícipes de la impotencia que siento frente al abuso de poder y maltrato recibido por un médico laboral de la Junta Médica Central de la delegación Bariloche –cabe aclarar que no fui atendida por una junta sino por un único y solo médico–. Para una mejor comprensión de la situación vivida realizaré una breve narración de mi condición laboral. Soy docente de primaria y mientras gozaba del tercer mes de mi licencia por maternidad tuve un grave accidente en el que me fracturé el fémur en dos partes. A raíz de esto me colocaron un clavo indomedular y tornillos. Hasta la fecha continúo con rehabilitación kinesiológica tres veces por semana debido a que mis dolores no cesan. En julio el Dr. García Rosso (traumatólogo, mi médico personal) me indicó tareas pasivas, las cuales fueron rechazadas por Junta Médica ya que no tengo la antigüedad necesaria que indica la reglamentación y Junta Médica solicita una excepción. En agosto nuevamente tuve fuertes dolores en la rodilla y dificultad para caminar. Ante una nueva consulta, el traumatólogo evaluó la necesidad de realizar una cirugía para extraer la prótesis, por lo que recomendó continuar de licencia por un lapso de 30 días, plazo en el cual me intervendría. El 27 de ese mes asistí a Junta Médica Provincial en Bariloche, donde fui atendida por el médico. Como es habitual, le presenté la planilla de licencia previamente completada por el Dr. García Rosso. Ante una rápida lectura el doctor manifestó: “Esto no se entiende una mierda” y continuó leyendo. Relato a continuación el diálogo, si es que así puede llamarse, mantenido con el profesional. –Mirá, yo te voy a explicar cómo funciona para nosotros una fractura de fémur. En seis meses tenés que estar recuperada, todo lo demás es chamullo. Y, por lo que veo, vos tenías una reasignación de tareas el mes pasado y ahora tu médico pide 30 días para ver si te opera, 30 días que se van a transformar en cinco años. ¿Y vos qué sos? –preguntó. –Suplente –le respondí. –Ah, encima sos suplente… ¿sabés qué vamos a hacer nosotros con vos? Cuando pierdas tu cargo vas a venir a pedir de rodillas que te demos el alta y no te la vamos a dar, ¿sabes por qué? Porque cuando están cagados de hambre ahí se curan enseguida, cuando la platita viene de arriba se hacen los enfermos. Mientras el doctor continuaba con sus amenazas y maltrato, yo estallé en llanto y le pedí que si consideraba que tenía que volver a trabajar me diera el alta pero que lo hacía responsable a de las consecuencias en mi tratamiento. La respuesta que obtuve por su parte fue: “No, ¿sabés qué? Venías por un mes más de licencia… tomá, llevátelo, si Uds. los docentes son una manga de vagos de mierda”. Ante este reiterado maltrato solicité nuevamente que me levantara la licencia, intenté explicarle que yo hacía kinesio, que estaba en rehabilitación. Pero todas mis explicaciones fueron en vano. La respuesta de él fue: “A mí no me interesa que hagas kinesio por la mañana, que tengas un bebé. A ver si me entendés: no me interesa nada. ¿Vos en tu casa cómo estás? ¿Parada, sentada, o acaso estás postrada en una cama? Del mismo modo podés estar en la escuela. Vos no tenés ganas de laburar”. En el lapso que duró la consulta, en ningún momento pudimos mantener un diálogo y sólo recibí agresiones permanentemente. Para finalizar, abrí la puerta del consultorio, llamé al secretario y le dije que lo iba a denunciar por maltrato. El médico respondió: “¡Dale! ¡Adelante! Denunciame, parece que no te quedó claro que yo soy Junta Médica, estoy por encima de todos los médicos de la provincia. Bue, bue, anda, andá, denunciame, si yo no vengo a hacer amigos acá. No me interesa lo que hagas”. De más está decir cuán grandes son mi desazón, impotencia e indignación. Fui amenazada, agredida y juzgada por alguien que se atribuye poder y que efectivamente lo tiene y ostenta. Deseo que esta situación se conozca y que las autoridades responsables obren en consecuencia y en defensa de mis derechos y de los de todos los que trabajamos en esta provincia. Natalia Cárcamo DNI 31.755.487 El Bolsón N. de la R.: este diario se reserva el nombre del médico mencionado en la carta, el que está a disposición de las autoridades que lo requieran.

Natalia Cárcamo DNI 31.755.487 El Bolsón


A las autoridades a cargo de Junta Médica Provincial de Educación, docentes de la provincia y público en general Quiero hacerlos partícipes de la impotencia que siento frente al abuso de poder y maltrato recibido por un médico laboral de la Junta Médica Central de la delegación Bariloche –cabe aclarar que no fui atendida por una junta sino por un único y solo médico–. Para una mejor comprensión de la situación vivida realizaré una breve narración de mi condición laboral. Soy docente de primaria y mientras gozaba del tercer mes de mi licencia por maternidad tuve un grave accidente en el que me fracturé el fémur en dos partes. A raíz de esto me colocaron un clavo indomedular y tornillos. Hasta la fecha continúo con rehabilitación kinesiológica tres veces por semana debido a que mis dolores no cesan. En julio el Dr. García Rosso (traumatólogo, mi médico personal) me indicó tareas pasivas, las cuales fueron rechazadas por Junta Médica ya que no tengo la antigüedad necesaria que indica la reglamentación y Junta Médica solicita una excepción. En agosto nuevamente tuve fuertes dolores en la rodilla y dificultad para caminar. Ante una nueva consulta, el traumatólogo evaluó la necesidad de realizar una cirugía para extraer la prótesis, por lo que recomendó continuar de licencia por un lapso de 30 días, plazo en el cual me intervendría. El 27 de ese mes asistí a Junta Médica Provincial en Bariloche, donde fui atendida por el médico. Como es habitual, le presenté la planilla de licencia previamente completada por el Dr. García Rosso. Ante una rápida lectura el doctor manifestó: “Esto no se entiende una mierda” y continuó leyendo. Relato a continuación el diálogo, si es que así puede llamarse, mantenido con el profesional. –Mirá, yo te voy a explicar cómo funciona para nosotros una fractura de fémur. En seis meses tenés que estar recuperada, todo lo demás es chamullo. Y, por lo que veo, vos tenías una reasignación de tareas el mes pasado y ahora tu médico pide 30 días para ver si te opera, 30 días que se van a transformar en cinco años. ¿Y vos qué sos? –preguntó. –Suplente –le respondí. –Ah, encima sos suplente… ¿sabés qué vamos a hacer nosotros con vos? Cuando pierdas tu cargo vas a venir a pedir de rodillas que te demos el alta y no te la vamos a dar, ¿sabes por qué? Porque cuando están cagados de hambre ahí se curan enseguida, cuando la platita viene de arriba se hacen los enfermos. Mientras el doctor continuaba con sus amenazas y maltrato, yo estallé en llanto y le pedí que si consideraba que tenía que volver a trabajar me diera el alta pero que lo hacía responsable a de las consecuencias en mi tratamiento. La respuesta que obtuve por su parte fue: “No, ¿sabés qué? Venías por un mes más de licencia... tomá, llevátelo, si Uds. los docentes son una manga de vagos de mierda”. Ante este reiterado maltrato solicité nuevamente que me levantara la licencia, intenté explicarle que yo hacía kinesio, que estaba en rehabilitación. Pero todas mis explicaciones fueron en vano. La respuesta de él fue: “A mí no me interesa que hagas kinesio por la mañana, que tengas un bebé. A ver si me entendés: no me interesa nada. ¿Vos en tu casa cómo estás? ¿Parada, sentada, o acaso estás postrada en una cama? Del mismo modo podés estar en la escuela. Vos no tenés ganas de laburar”. En el lapso que duró la consulta, en ningún momento pudimos mantener un diálogo y sólo recibí agresiones permanentemente. Para finalizar, abrí la puerta del consultorio, llamé al secretario y le dije que lo iba a denunciar por maltrato. El médico respondió: “¡Dale! ¡Adelante! Denunciame, parece que no te quedó claro que yo soy Junta Médica, estoy por encima de todos los médicos de la provincia. Bue, bue, anda, andá, denunciame, si yo no vengo a hacer amigos acá. No me interesa lo que hagas”. De más está decir cuán grandes son mi desazón, impotencia e indignación. Fui amenazada, agredida y juzgada por alguien que se atribuye poder y que efectivamente lo tiene y ostenta. Deseo que esta situación se conozca y que las autoridades responsables obren en consecuencia y en defensa de mis derechos y de los de todos los que trabajamos en esta provincia. Natalia Cárcamo DNI 31.755.487 El Bolsón N. de la R.: este diario se reserva el nombre del médico mencionado en la carta, el que está a disposición de las autoridades que lo requieran.

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