Desde niño buscó al tío desaparecido

Néstor tenía 9 años cuando gendarmes secuestraron a Felipe Lara. En el juiciode “La Escuelita” IV relató que primero acompañó a su abuela en el reclamo.

Néstor “Fito” Lara inició la búsqueda de testimonios por la desaparición de su tío Felipe Lara, secuestrado-desaparecido el 26 de diciembre de 1.977 en Chos Malal, tras una charla sobre la represión que dio en esa ciudad Hebe de Bonafini en 1989.

“Esa vez fuimos con mi abuela (María Felicia Fermandoy, madre de Felipe) y por primera vez pudimos hablar de la detención y desaparición de mi tío”, dijo días atrás luego de declarar en el juicio que se desarrolla en esta ciudad por delitos de lesa humanidad, que tiene entre los imputados a militares y gendarmes por ese caso.

Desde entonces acompañó a su abuela en la búsqueda de datos que dieran cuenta de qué pasó con Felipe (ver recuadro). “Mi abuela tenía miedo, pero igual iba a preguntar, a golpear puertas donde se pudiera”, señaló.

Néstor reunió pruebas y testimonios que cuando se reabrieron las causas por los desaparecidos en la dictadura, las presentó en el juzgado federal de esta capital junto con su primo, Horacio Roberto Lara, hijo de Felipe.

“Hablé con todos los que había charlado y les dije lo que iba a presentar mi investigación: algunos me negaron lo que me habían dicho o se negaron a declarar, así es que esos no me sirvieron como testigos, sólo presenté como prueba a los que me dijeron que ratificarían sus dichos”, reveló Néstor.

“A mí desde 1983 a 1987, cuando hice la secundaria, nadie me dijo nada de la existencia de la Conadep, ni del Juicio a las Juntas. Esas cosas no se conocían en Chos Malal a nivel general. Ahí fue que consulté a profesores de historia y me orientaron en la tarea”, contó.

¿Qué lo impulsó a buscar datos de su tío desaparecido?

Tal vez fue la experiencia del día del secuestro de Felipe, a quien como el resto de la familia nunca volvió a ver.

Él tenía 9 años y ese día vio cómo su padre, José Lara, discutía y le preguntaba a con su tío Felipe y le preguntaba por qué lo venían siguiendo los gendarmes (era conocido que lo buscaban porque habían allanado casas de familiares).

Recordó que ese día Felipe jugó con él y sus hermanos, tomó sidra y compartieron pan dulce. Néstor y uno de sus hermanos fueron a buscar un poncho y un sombrero que Felipe había dejado en la casa de un vecino.

Cuando regresaron los gendarmes había allanado la casa buscándolo. No lo encontraron en la casa pero lo atraparon a las pocas cuadras, cerca del escuadrón. Y a partir de ese momento nunca volvieron a saber nada de él.

Tampoco nunca les dijeron por qué lo buscaban y había cometido algún delito cuál era.

Luego de declarar en el juicio Néstor dijo a los periodistas: “Tengo la sensación de llegar casi al final, fue una lucha muy larga y mucha gente nos acompañó cada 24 de marzo en Chos Malal. Es una sensación de tranquilidad por un lado y de deuda para con los que siempre nos acompañaron, por el otro”.

¿Quién era y qué pasó con Felipe Lara?

Era el menor de los varones de 13 hermanos.

Vino a Neuquén para cumplir el servicio militar.

Se quedó en el Valle y formó pareja con Margarita Gómez.

Sus familiares no le conocían militancia política o social, pero sabían que “era perseguido” y “vivía escapando”.

Se ocultó en puestos de veranada de su madre, María Felicia Fermandoy, en el Cajón del Curi Leuvú.

Llegó a la casa de su hermano Reynaldo, en Chos Malal.

José Lara, hijo de Reynaldo, tenía 7 años. Relató: “Mi mamá lo puso (a Felipe) detrás de la puerta. Los gendarmes no lo encontraron, y cuando se fueron lo sacó por el fondo. Muy cerca lo secuestraron”.


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