Diego Rojas: “Los K piensan como Yabrán: el poder es impunidad”

Autor del libro “¿Quién mató a Mariano Ferreyra?”, que gravitó para que la Justicia condenara al sindicalista Pedraza, Diego Rojas publicó un libro en el que desmiente el rol de progresismo que se adjudica el kirchnerismo y denuncia los mecanismos feudales de poder que defiende en varias provincias del país.

Entrevista a Diego Rojas, periodista

– Su libro logra su objetivo: demostrar con datos concretos, eficiente aporte de trabajo de campo, que la impunidad en el ejercicio del poder es la clave trascendente del régimen kirchnerista. En función de la aplicación de esa clave, la fuente de ese logro parece trascender, desde lo ideológico, al mismo peronismo. ¿Es así?

– Primero, una reflexión. Yo no hice un libro sobre la impunidad en el ejercicio del poder. Es, en todo caso, una consecuencia -la más importante en lo que hace a práctica de poder- de lo que yo denuncio en el libro: la contradicción del discurso kirchnerista. Por eso, desde el inicio mismo, digo que escribo la historia de un discurso. Digo concretamente que es la historia de las máquinas ideológicas que funcionan para proveer a la década K de brillo y esplendor, que es engañoso. Porque asumiéndose hacedor de una transformación socioeconómica con la mira puesta en una Argentina más justa, no ha transformado nada en ese campo. Demuestro, con datos concretos y un trabajo de campo que me llevó a recorrer el país, la contradicción entre discurso K y realidad. La impunidad emerge ahí, en cómo se sustenta ese discurso o “relato”. Y por supuesto, claro, que la impunidad se vigoriza en tanto estilo de gobernar. En cuanto a la raíz ideológica, creo que el kirchnerismo es conservadurismo. No ingreso -libro mediante- en escarbar esta cuestión. Describo una práctica de poder… Los K piensan como Yabrán: el poder es impunidad.

– ¿Usted cree que lo ideológico es neutro?

– ¡No, no! Incluso tengo formación ideológica: soy de izquierda.

– Ahora, hablar de conservadurismo es hablar de un abanico muy grande. En Argentina, ese abanico integró conservadurismos muy encontrados. No fue lo mismo el Partido Demócrata de Mendoza o Córdoba que el Conservador Popular de la Provincia de Buenos Aires…

– El kirchnerismo tiene mucho de este último, que por otra parte muchas de sus franjas también dieron forma al peronismo. Manuel Fresco, exponente de poder era un fascista en todos los términos de este contenido…Yo no voy a decir que el kirchnerismo lo es, pero no es menos cierto que en la práctica del poder, tiene cosas en común: el feudo. Desde el espacio donde gobierna, manda en clave a no modificar nada que lesione un estilo excluyente, autoritario en el ejercicio del poder.

– ¿Trabajó mucho la idea de aplicar la característica de feudo a parte del estilo K de ejercer el poder?

– Sí, lo analicé, consulté, leí mucho… soy un lector minucioso de historia, sociología…

– ¿Qué lo guiaba la búsqueda del encuadre K?

– El no caer en un manejo ligero y acumulativo de palabras, categorías, sistemas para definir un tipo de relación de poder entre quien lo tiene y desde ahí se relaciona con el resto de la sociedad…. Darle un encuadre implicaba no dejarme llevar por todo ese desorden. Podía, por caso, haberme conformado con hablar de clientelismo o de caciquismo o… no sé…

– Sin embargo el encuadre de “feudalismo” parece haberle exigido ajustes en relación a su objetivo. ¿Es así?

– No asumí lo feudal en los términos de las definiciones clásicas que hacen a un tiempo. No lo busqué por el lado del contenido -por caso- que le da la escuela o grupo de historiadores marxistas británicos: Maurice Dobb, el propio Erick Hobsbawm. Debía no desnaturalizar esas definiciones, para colocarlas en una acepción más común, más asociadas a lo que nos llega lo feudal en la cotidianeidad. No vulgaricé el término, lo puse en sintonía no académica, sino abierta… Hablo de feudal para encorsetar un campo de análisis: los regímenes que gobiernan en las provincias más conservadoras del país. Donde impera desde muy atrás de nuestra historia el caudillismo, personalismo del poder, tradicionalismo, domesticación de la sociedad vía el uso de poder que deviene del manejo del aparato de Estado, gravitación dogmática en algunas de ellas -Salta concretamente-, de la religión católica, sociedades con diferenciaciones sociales muy elocuentes… y claro, la reproducción de todo ese aparato de ejercicio de poder. Sociedades donde el kirchnerismo no ha hecho nada más que potenciar esas características… Salta, La Rioja, Catamarca, Formosa, Santiago del Estero, Chaco, Jujuy, Tucumán…

– Pero el capítulo más extenso hace a Santa Cruz.

– Bueno, ahí nació el kirchnerismo como poder. Ahí germinó el feudo. Ahí el matrimonio amasó su idea de ejercicio de poder.

– ¿Se puede concluir que, en materia de estilos de ejercer el poder, su libro expresa dos Argentinas muy distintas?

– No, no es una lectura correcta. No puede inferirse eso. Porque en las provincias no feudales, no necesariamente el sistema político, de ejercicio de poder, está totalmente ajeno a estilos propios de las provincias feudales. El libro apunta además (y en esto trabajo a partir de investigaciones de, entre otros, George Novack) a cómo en una misma nación se despliegan desarrollos sociales, y en consecuencia económicos, muy distintos. Él explica muy bien este tema en un clásico: “La ley del desarrollo desigual y combinado de la sociedad”. Pero claro, esa convivencia expresa diferencias en la organización social en unos y otros. Y es notable, lo digo en mi libro: hoy tenemos el feudalismo kirchnerista y, a su vez, el matrimonio igualitario…

– El libro habla de provincias con ejercicio de represión sobre minorías o “distintos” -Formosa, Chaco en el caso de comunidades indígenas- y también habla de crímenes en los cuales no serían ajenos hijos del poder de esas provincias: el caso, por ejemplo, de Paulina Lebos en Tucumán e hijos del gobernador Alperovich. Aun admitiendo que son casos que hacen al Poder Judicial de esas provincias, ¿el gobierno nacional ha mostrado su preocupación para que se esclarezcan?

– No, jamás. Es más, la presidenta estuvo en Formosa en días en que familiares del cacique Félix Díaz habían sido golpeados duramente, y ella no dijo nada. Mucho gobierno de los derechos humanos -y no niego su aporte en ese campo- pero sigue teniendo como respaldo al sindicalista Gerardo Martínez de la Uocra, colaborador del Batallón de Inteligencia 601 durante la dictadura… Huelga explicar la tarea que cumplió esa fuerza en ese tiempo.

– ¿Qué imaginarios se le fueron planteando cuando avanzaba en su investigación?, ¿qué escenarios no pensados se le presentaban?

– Muchos, pero le doy un caso. Y me lo sigo preguntando: ¿Qué imagen de ejercicio de poder se está formando un muchacho formoseño de 25, 30 años de edad, cuando nació, crió y sigue viviendo bajo un sistema político ejercido durante 26 años por el mismo gobernador: Gildo Insfrán… Un caso que yo defino de paradigmático en cuanto a “estetización del poder”.

– ¿Qué conclusión saca?

– Imagínela.

“Estetización del poder”

En su libro, Diego Rojas apela al libro “Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretación de las culturas”, del antropólogo Clifford Geertz, para definir el significado de “estetización del poder”, un trabajo que hace referencia al reinado de Hasan I de Marruecos. Dice Geertz:

“La inmensa concentración sobre la figura del rey y la decidida construcción de un culto, a veces de una religión completa, alrededor de éste, hace que el carácter simbólico de la dominación resulte demasiado palpable como para que sea ignorado”.

En este marco, plantea Rojas, “los jefes se transforman en rajás por la estética de su autoridad”. Y la “movilidad del rey era así un elemento central de su poder; el reino fue unificado -en la muy relativa medida en que estaba unificado y constituía un reino-, gracias a una inquieta búsqueda del contacto, mayormente agonístico, con literalmente cientos de centros menores de poder situados en su interior”.

Sin embargo, “el conflicto con los grandes hombres locales no tenía que ser necesariamente violento, y ni siquiera lo era usualmente”.

Este estilo, de todas maneras, no era contradictorio con el hecho “interminable, especialmente para un rey ambicioso, que desease construir un Estado, una refriega, una intriga, una negociación tras otra. Era una ocupación agotadora, que sólo los más infatigables podían resistir”.

(Diego Rojas es periodista. Antes de publicar “El kirchnerismo feudal. La verdadera cara de Cristina en las provincias”, escribió “¿Quién mató a Mariano Ferreyra?”, una investigación que contenía una entrevista al dirigente ferroviario José Pedraza, que fue considerada por el tribunal que investigó el asesinato del militante de Partido Obrero como fundamental para probar la responsabilidad del gremialista en el hecho y condenarlo a 18 años de cárcel. Diego Rojas también publicó “Argentuits”, trabajo sobre la relación entre la red social Twitter y la política).

CARLOS TORRENGO

carlostorrengo@hotmail.com

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