“Dos horas cuarenta”

Cuando escucho que las personas hablan de educación, me gustaría que para éste y otros temas de similar importancia lo hicieran en primera persona del plural. Lo prefiero más que al modo impersonal y mucho más que cuando lo expresan como admonición. Entonces, “tenemos que mejorar en educación” o “tenemos que mejorarnos en educación” los percibo como una invitación a hacerlo entre todos, más que “se debe mejorar la educación” o “el gobierno debe mejorar la educación”. No lo deseo para todos los temas. Sólo para algunos temas particularmente importantes para mí. Tal vez otras personas compartan este deseo. La sensación que me produce es que quien lo manifiesta se autoexcluye de la generalidad. “Los demás deben educarse, yo ya estoy educado”. Permanentemente escucho sobre libros que otras personas han leído y yo no. Cosas que otros saben y yo no. Preguntas o comentarios de mis hijos (unos más grandes y otro actualmente en la secundaria) que exigen mi memoria o me llevan a tener que estudiar junto a ellos para responderlas o comprender. Mi lista de libros por leer es tan grande que no creo poder terminarla nunca. Y me considero un lector razonablemente perseverante. Medianamente aplicado. El miércoles 8 de julio por la noche escuché un reportaje realizado por un medio televisivo local al intendente Horacio Quiroga, en el cual él mencionó el tema de la educación respecto de que no se había mejorado en este aspecto. Y quisiera vincular, respetuosa y humildemente, sus declaraciones con las que hiciera el domingo previo en el programa de Jorge Lanata sobre las instalaciones que está construyendo una agencia estatal china en Bajada del Agrio. No veo ni escucho habitualmente al Sr. Lanata en los medios. Prefiero leer sus libros. Quise ver este programa por tratarse de un tema regional. Como quiero mantener cierta rigurosidad en este escrito, no comentaré sobre el programa sino que quiero tomar una sola expresión vertida en él. Refiriéndose al porcentaje de tiempo que corresponde a científicos argentinos para utilizar las instalaciones, el Sr. Lanata mencionó el 10% y que dicho porcentual es entonces “de dos horas cuarenta minutos por día”. Me llamó la atención, ya que el 10% de 24 horas son 2 horas y 24 minutos. El sistema sexagesimal no funciona como el sistema decimal y por lo tanto no se puede simplemente “correr la coma” cuando se calculan divisiones. Además, si el Sr. Lanata quería manifestar su desacuerdo con el tiempo estipulado en el convenio, el cálculo correcto hubiera favorecido su argumentación: 2:24 horas es menos que 2:40 horas. Lo que me asombró fue que el intendente Quiroga mencionara el mismo argumento cuando le requirieron opinión en otro segmento del programa. Se refirió –textualmente– a las “dos horas cuarenta”. No soy adepto a las teorías conspirativas ni a las afirmaciones livianas o incomprobables. No quiero decir ni sugerir que se hayan puesto de acuerdo para decir lo mismo. Debido a que el programa está claramente editado –es el formato en el cual se presenta–, no puedo saber si primero lo dijo el intendente Quiroga o lo hizo el Sr. Lanata. Sin embargo, sí creo que podría tratarse de un error por imitación. Lo que nos previene de esto –a mi entender– es la crítica. Entendida como juicio y examen que se hace de algo o alguien y no como reprobación o vituperio. No deseo exagerar al puntualizar el error. El error –en sí mismo– es un detalle nimio dentro un programa que podría analizarse en otro contexto. Este escrito mío seguramente tiene errores ortográficos, sintácticos o de concordancia verbal que luego de unos días los percibiré o me lo harán notar otras personas. De cualquier manera estoy convencido de que uno de los aportes más importantes que nos hace la educación, cuando nos educamos, es el espíritu crítico. Preguntarnos todo el tiempo si lo que nos informan otros es verificable, es cierto, es comprobable. Es otro de mis grandes deseos. Que los debates se realicen sobre bases más rigurosas para mejorar la calidad de las conclusiones que podamos extraer. Suelo expresar este pensamiento entre mis allegados diciendo que “dos medias verdades contrapuestas no nos da como resultado una verdad”. En el caso del programa del Sr. Lanata, un programa de opinión, me parece que debieron haber verificado los contenidos –previo a la emisión–, porque no todo lo que se dice es opinable. No hay opinión en el 10% de 24 horas. Según las teorías en vigencia, la respuesta es única y verificable. Digo esto porque otras personas, quizá menores de edad que también se están educando, podrían incorporar un conocimiento erróneo partiendo de un dicho no verificado o no verificable. Sobre todo mediante la ‘tele’, que es un dispositivo indudablemente ubicuo en nuestro tiempo. Por esta razón me parece mejor que tratemos de educarnos entre todos. Como si fuera un permanente paseo por el conocimiento que haríamos juntos y repetiríamos cada tanto para confirmar o modificar conocimientos previos. Por mi parte, trataré de seguir atento todo el tiempo para pensar si lo que dicen las personas, los medios y los libros es un hecho, una opinión, una reprobación, una crítica, un elogio, un argumento, una calificación. Dudando de todo. No como forma de desconfianza o sospecha sino como método de confirmación y de prevención del error. Mejor aun si lo hacen otros sobre lo que yo digo o escribo, porque me exigirá para mejorar mis expresiones y argumentos. Entiendo que de esta manera –entre otras– me educo junto a los demás. Alberto R. Castro, DNI 11.977.658 – Cipolletti

Alberto R. Castro, DNI 11.977.658 – Cipolletti


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