Chacras para “enfriar” el planeta

Profesionales del INTA Alto Valle analizaron datos sobre la huella de carbono en la producción de peras argentinas. El objetivo principal es conocer su nivel de incidencia en el cambio climático.

Por INTA Alto Valle

Peras argentinas. Su producción permite reducir la incidencia del carbono en el ambiente.

La huella de carbono es un indicador que permite resumir la incidencia del proceso de producción de un determinado bien o servicio respecto del cambio climático. Es decir, se computan todas la emisiones o absorciones de los gases efecto invernadero (GEI) correspondientes a sus actividades productivas y se convierten en dióxido de carbono (CO2 equivalente) de acuerdo al potencial de calentamiento global equivalente de cada uno de esos gases.


La metodología utilizada se denomina Análisis de Ciclo de Vida (ACV) y consiste en un procedimiento de cuantificación de los impactos ambientales correspondientes a una actividad productiva, que se efectúa identificando los materiales consumidos, la energía utilizada y los residuos liberados al ambiente.


De acuerdo a su alcance, el ACV puede ser integral o parcial. En el primer caso, se incluyen todas las etapas del ciclo de vida de un producto: extracción y tratamiento de la materia prima, fabricación, transporte, distribución, uso, reciclado o disposición final. Es decir, “de la cuna a la tumba”. En el segundo caso, sólo se incluyen algunas etapas: “de la cuna a la puerta de fábrica”.

La huella de carbono es un indicador que permite resumir la incidencia del proceso de producción de bien o servicio respecto del cambio climático.


Con el objetivo de conocer la información disponible en Ecoinvent© -base de datos de Inventarios de Ciclo de Vida (ICV) líder en el mundo-, Sergio Romagnoli y Esteban Thomas -investigadores del INTA Alto Valle-, procedieron a identificar los perfiles disponibles y comparar las huellas de carbono de la producción de peras de los diferentes países de interés: Argentina, Bélgica, Sudáfrica, y resto del mundo.


Los cultivos perennes secuestran CO2 de la atmósfera en su biomasa (tallo, raíz, ramas, hojas, frutos, etc.), por lo que la huella de carbono presenta valores numéricos negativos, es decir, representan un secuestro neto de carbono. Por lo tanto, hay un impacto beneficioso o mitigante de estos cultivos respecto de la concentración de gases efecto invernadero.


De acuerdo a Ecoinvent, la producción de una tonelada de peras argentinas genera un potencial secuestro de 63,99 Kg CO2 equivalente, valor que duplica al del “resto del mundo”, pero representa solo un 25% del valor de Bélgica y es 13 veces menor que el de Sudáfrica.


Si se profundiza el análisis en las diferentes categorías de impacto que ofrece este método, se observa que para la Argentina se computa una importante cantidad de energía fósil, debido a que consideran que los sistemas de riego son totalmente mecanizados, lo cual no es representativo de los valles del norte de la Patagonia, donde más de 80% de la superficie es irrigada mediante sistemas de riego por gravedad.

La huella de carbono de la producción de peras en los valles de Río Negro y Neuquén presenta, de acuerdo a los inventarios de uso internacional, un valor importante de secuestro de carbono por hectárea.


Con respecto al secuestro de carbono en la biomasa del cultivo, para nuestro país representa 325 kg de CO2 por tonelada de fruta producida, mientras que a Sudáfrica se le asigna casi el triple de ese valor.
Finalmente, en la categoría cambio de uso de suelo, para Argentina representa casi el 60% de las emisiones, lo cual se debe a la suposición de que para implantar frutales se deforesta el bosque nativo andino patagónico, que no es representativo del ecosistema natural predominante en los valles del norte de la Patagonia.


La transformación desde hace más de 100 años de una estepa arbustiva xerófila a cultivos frutales perennes representa un importante secuestro de carbono en la biomasa vegetal y en los suelos, en contraste a lo que expone el inventario de ciclo de vida (ICV) de Ecoinvent.


Romagnoli y Thomas confirman que la huella de carbono de la producción de peras en los valles de Río Negro y Neuquén presenta, de acuerdo a los inventarios de uso internacional, un valor importante de secuestro de carbono por hectárea. No obstante, remarcan el riesgo que implica para las futuras exportaciones regionales las inconsistencias de esas bases de datos que computan un menor valor al potencial de remoción de CO2 de nuestros cultivos.


Desde el INTA Alto Valle, con el objetivo de ofrecer apoyo a productores y empresas que reciban requerimientos de clientes respecto del impacto ambiental de sus producciones, se avanza en disponer de datos propios y, junto con el INTI y la Facultad de Ambiente y Salud de la UNComahue, se comenzó a trabajar asimismo en las etapas de empaque, conservación y transporte de la fruta.

Dato

63,99
Los Kg de CO2 equivalente que secuestra la producción de cada tonelada de peras argentinas.

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