Análisis: la insolencia de nuestros funcionarios

La inflación sigue en niveles alarmantes. Pero el Gobierno muestra la estadística como un logro de su gestión. La lucha del relato con el sentido común.

Guzmán: «Por cuarto mes consecutivo se reduce la inflación interanual».

Otra vez la realidad vuelve a golpear el relato. Pareciera ser una constante en este Gobierno.

Mes a mes observamos como las palabras de nuestros funcionarios pierden valor frente a la fría estadística que sale a luz, en este caso específico, reflejando los índices de inflación. Frente a una tribuna hablan de las bondades del control de precios, del cepo cambiario para anclar precios, de congelar tarifas para ganar elecciones; todos conceptos que terminan chocándose en el corto tiempo contra una pared de concreto.

Continúan con una retórica que ya carece de toda credibilidad. “Por cuarto mes consecutivo se reduce la inflación interanual, alcanzando en el mes de enero 50,7% vs 50,9% diciembre 2021”, es lo que se le ocurre decir al ministro Martín Guzmán, minutos después de anunciar el Indec la suba de precios del 3,9% que registro enero.

El funcionario insólitamente rescata este número como un logro. Después de más de dos años al frente de Economía, muestra como positivo contar con una inflación del 50,7% anual. Claramente agrede a quienes lo escuchan, al querer cambiar hasta el sentido común de las cosas. Habla y actúa con una falta de respeto que resulta ofensiva para una sociedad que sufre una realidad que lejos está del relato oficial.   

¿Qué gana el Gobierno con su insistencia en preservar errores que crecen en la misma proporción en que los niega? Tiempo y votos. Pero con esta conducta, el país sigue profundizando su degradación.

Cuesta al Gobierno hablar de un plan económico que contemple un ataque integral a la inflación. Cuesta decir que erraron en el camino.  

Nunca vamos a observar a Guzmán u otro funcionario frente a un micrófono diciendo “lo siento, me equivoqué”. Por el contrario, se diría que pretenden situarse al margen de las debilidades de su propia especie. Porque equivocarse es una condición universal. Aprendemos de los errores que cometemos y reconocerlo es una prueba de honestidad intelectual e integridad moral.

Incapaces de dar soluciones a los problemas básicos de la sociedad, nuestros funcionarios ni siquiera se dan cuenta de que ellos mismos ya se están convirtiendo en el peor de todos los problemas.


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