Trabajo vs. capital: la puja distributiva en el sector privado tiene un ¿ganador?

En los últimos trimestres las remuneraciones al empleo asalariado aumentaron su participación en el PBI. El dato, sin embargo, no da cuenta de una mejora real de la situación de los trabajadores.

Para hacer referencia al tamaño de la economía de un país, se acude a la variable macro madre: el PBI (producto bruto interno). A partir de ella se obtiene información fundamental, como por ejemplo el crecimiento económico. Sin embargo, es menos habitual preguntarse cómo se distribuye el ingreso nacional.

Es erróneo pensar que el PBI mide todo lo que se produce en un país, pues en realidad solo se busca captar el valor agregado bruto de esa economía, es decir la diferencia entre el total de bienes y servicios producidos y el total de bienes y servicios empleados para su obtención en cada eslabón.

Estos últimos se denominan en economía insumos intermedios, y no deben confundirse con aquello que posibilita la producción de cualquier bien o servicio, o sea con los factores de producción, y en ellos centraremos la atención.

La manera en que un PBI se distribuye entre retribuciones al capital y al trabajo grafica un aspecto fundamental de la estructura económica de un país.

Simplificaremos el tema planteando que el trabajo (las familias) y el capital (las empresas) son los principales factores productivos de una economía. La manera en que un PBI se distribuye entre ellos, bajo la forma de salarios al trabajo y utilidades por el uso del capital, grafica un aspecto fundamental de la estructura económica de un país, y en ocasiones la orientación ideológica de los gobiernos de turno.

En la mayoría del análisis excluiremos al sector público, pues el factor capital como activo empresarial no existe en él.


Trabajo asalariado


Si se excluye al sector público, la participación de la remuneración al trabajo asalariado en el PBI argentino fue del 40% en el primer trimestre de 2023, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Se trata del valor más alto en 3 años, y aumentó interanualmente por quinto trimestre consecutivo.

En palabras sencillas, por cada $100 de valor agregado en el sector privado a un bien o servicio, $40 se destinan a los trabajadores bajo la forma de remuneraciones, lo que incluye salarios, contribuciones sociales, asignaciones, comisiones, etc.

Pese a representar un aumento respecto de los años previos, el peso relativo de la masa salarial en el ingreso nacional se redujo significativamente en la pospandemia y está aún hoy por debajo de los valores previos a la Covid-19. Esto puede observarse en el gráfico adjunto. La contracara, como veremos luego, es el aumento de la participación de las utilidades de las compañías.

Esta dinámica puede explicarse incorporando otra variable. La cantidad de puestos de trabajo en el sector privado aumentó en el primer trimestre un 4,8% respecto de igual período de 2022, y alcanzó su máximo valor absoluto en la serie.

Dato

42,3%
Fue el porcentaje de asalariados en el sector privado que trabajaban “en negro” en el primer trimestre del año.

Si bien es un dato alentador, una observación más exhaustiva nos lleva a obtener una conclusión insoslayable: la mayor parte de ese crecimiento del empleo privado está explicada por el aumento de la informalidad laboral. En el primer trimestre, el porcentaje de asalariados en el sector privado que trabajaban “en negro” fue del 42,3%. Este valor es 0,6 y 2,8 puntos porcentuales mayor que las tasas de hace uno y dos años atrás, respectivamente.

Es un fenómeno alarmante, pues esos guarismos esconden una importante y creciente cantidad de personas y familias cuyos ingresos no son defendidos por sindicatos en negociaciones paritarias y que, por ende, quedan desprotegidos ante la devastadora inflación.

Los sectores de actividad donde mayor porcentaje de informalidad laboral se observó en los primeros tres meses del año son hogares privados con servicio doméstico, construcción, y agricultura, ganadería, caza y silvicultura.

Si se toma en consideración el deterioro real de los salarios en los últimos años, es posible concluir que la creciente participación de las remuneraciones al trabajo asalariado en el valor agregado bruto de la economía se explica, en buena medida, por el crecimiento del empleo no registrado.

Cabe aclarar que en este análisis no se tomó en consideración el trabajo no asalariado.


Retribución al capital


La medida que tomaremos aquí para aproximar la participación en el PBI de la retribución al capital empresarial es el denominado excedente de explotación bruto (EEB). En el manual metodológico, el INDEC define al EEB como “la retribución a los activos que participan en el proceso productivo generado por las actividades económicas organizadas bajo la forma de empresas constituidas en sociedad”.

Así, quedan fuera de esta definición las utilidades generadas por empresas no societarias, propiedad de los miembros de los hogares, por cuanto no resulta posible depurarlas de la retribución al factor trabajo. Sin embargo, para los fines de la discusión aquí propuesta, el EEB es una aproximación apropiada de las ganancias empresariales.

Dato

44,7%
Fue la participación en el PBI del excedente de explotación bruto en el primer trimestre de 2023.

De acuerdo con el INDEC, el EEB significó en el primer trimestre del año un 44,7% del valor agregado bruto del sector privado de la economía, lo que implica una reducción de 3,3 puntos porcentuales respecto de igual trimestre del 2022.

Sin embargo, tal proporción está por encima del promedio previo a la pandemia. Esto se debe a que tras la irrupción de la Covid-19 hubo un incremento notable en la participación de las ganancias societarias en el PBI (medias anuales por encima del 50% en 2020, 2021 y 2022, siempre excluyendo el sector público). Esto se dio en consonancia con el fenómeno global de incrementos de beneficios corporativos.

Tras la irrupción de la pandemia hubo un incremento notable en la participación de las ganancias societarias en el PBI.

La desagregación sectorial resulta muy interesante. Electricidad, gas y agua es el sector de actividad donde el EEB más ponderó dentro del valor agregado bruto en el primer trimestre del año, y significativamente por encima del peso relativo de las remuneraciones al trabajo asalariado. La afirmación no dice mucho hasta que se suma un elemento clave: fue el sector en que mayor peso relativo tuvieron los subsidios netos de impuestos a la producción y las importaciones.

El esquema de subsidios estatales no solo permite que los usuarios y consumidores accedan a determinados bienes y servicios a precios menores que los de mercado, sino también que las ganancias de los empresarios tenga una ponderación relativamente importante. Distorsivo por donde se lo mire.


El trasfondo y lo discursivo


El reciente crecimiento de la participación en el PBI de las remuneraciones al empleo asalariado en detrimento de la participación del EEB significa que los salarios crecen más rápido que la productividad. ¿Esto significa que la situación de los trabajadores ha mejorado? La respuesta es no. De hecho, coincide con una fuerte caída del poder adquisitivo de los ingresos laborales, pues fueron meses de muy elevada inflación. Lo que sucedió es que tal deterioro real se dio a menor ritmo que el de las ganancias societarias.

“Para el Fondo Monetario Internacional, las ganancias de las empresas explica buena parte de la inflación reciente” sostuvo la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner el mes pasado en un acto, haciéndose eco de un informe del organismo multilateral sobre el aumento de precios en Europa en el último tiempo. La finalidad era sumar un argumento para sostener su tesis sobre una de las principales causas del flagelo inflacionario doméstico: la remarcación empresarial.

La ponderación de las retribuciones al capital y al trabajo en el PBI no son solo el reflejo de una puja distributiva, sino también la base de una puja ideológica.

A fines del año pasado, la ministra de Trabajo de la Nación, Kelly Olmos, cuestionó el reclamo de aumentos salariales del 130% del gremio de Camioneros, señalando que “cuando hay sectores que avanzan excesivamente y eso impacta sobre la dinámica inflacionaria, tienen que entender que eso es muy insolidario con los que quedan atrás”.

La ponderación de las retribuciones al capital y al trabajo en el PBI no son solo el reflejo de una puja distributiva, sino también la base de una puja ideológica, que queda en evidencia en los textuales aquí citados. Son solo miradas parciales e intentos de encontrar culpables de un problema crónico y eminentemente macroeconómico.


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