«Votar con los pies»: las tres inconsistencias del IVA compartido con las provincias que propone Javier Milei

El presidente anticipó que buscará fomentar la "competencia fiscal" entre las provincias. Citó como casos testigo a Elon Musk y Marcos Galperín, y eligió el IVA como ejemplo del impuesto que podría generar la relocalización entre jurisdicciones.

«Damos por concluida la etapa de la estabilización y dejamos inaugurada la atapa del crecimiento económico», dijo el presidente Javier Milei la semana pasada frente a un auditorio colmado de gente del mercado financiero y de especialistas en economía.

Con esa premisa, el mandatario anticipó la semana pasada una reforma tributaria como parte de una serie de reformas estructurales. Al momento del anuncio, llamó a la gente a «votar con los pies» y a para fundamentar la medida utilizó a continuación dos ejemplos como mínimo polémicos, con la idea de fomentar la «competencia fiscal entre las provincias».

El ministro de Economía, Luis Caputo, retomó el tema hoy por la mañana y reveló que estudia un proyecto para dividir ese tributo que contempla que la Nación cobre el 9% que le corresponde de IVA y luego cada provincia agregue el suyo”.

El pasado miércoles, sobre el cierre de su discurso de una hora y media en Expo EFI, Milei repitió que «la economía argentina va a subir como pedo de buzo» y agregó que «además vamos a terminar eliminando la inflación, por lo tanto la distorsión de precios relativos que mataba el crecimiento económico, también va a desaparecer». Fue en ese momento en que anunció: «estamos planeando hacer una reforma tributaria que genere competencia entre las distintas provincias».

«Que la gente empiece a votar con los pies», arengó el presidente y a continuación ejemplificó: «Miren como en Estados Unidos, por ejemplo, Elon Musk estaba en California, y se fue a Texas. Lo hizo también Galperín». Agregó además que «por ejemplo, el IVA, vamos a cobrar nuestro IVA, el IVA nacional, y el provincial que se arreglen las provincias y que compitan. Quieren, digamos, más inversiones, van a tener que cobrar menos impuestos».

De las palabras del presidente se desprende que existe la voluntad firme en el gobierno de reformar una estructura impositiva añeja y distorsiva, que desde hace al menos dos décadas requiere una revisión demorada una y otra vez en base a los tiempos de la política de turno.

Asimismo, el discurso presidencial contiene al menos tres inconsistencias profundas respecto al sujeto de una posible reforma tributaria, la viabilidad de la llegada de inversiones a las provincias, y la posibilidad fáctica de una verdadera competencia fiscal entre las distintas jurisdicciones.

La competencia fiscal ya existe


La idea que intenta instalar el presidente al anunciar la competencia fiscal entre las provincias, es que cada jurisdicción deberá enfrentar un trade off entre recaudación tributaria e ingreso de inversiones. Si deciden cobrar más impuestos y por ende recaudar más, entonces las inversiones fluirán a las jurisdicciones vecinas que cobren alícuotas menores.

A sabiendas de que reducir las alícuotas impositivas significa menos ingresos fiscales futuros, el mensaje implícito del presidente es una invitación a los gobernadores a profundizar el ajuste del gasto, bajo el riesgo de que quienes decidan no emprender el camino a la eficiencia, padecerán «la hoguera» de parte de los contribuyentes de sus jurisdicciones.

El detalle que omitió el presidente en su anuncio, es que una competencia semejante a la que pretende lograr con la reforma tributaria, ya existe. En efecto, todas las provincias argentinas cobran un mismo tributo provincial denominado Ingresos Brutos, y lo hacen aplicando alícuotas muy disímiles a lo largo y a lo ancho del país.

La competencia fiscal entre provincias ya existe. Las distintas jurisdicciones cobran diferentes alícuotas de Ingresos Brutos para las distintas actividades económicas.

Se trata de un tributo distorsivo, dado que suele alcanzar con distintas alícuotas a diferentes eslabones de una misma cadena de valor, y la diferencia entre la carga fiscal que aplican las provincias, es notoria. Un ejemplo son los servicios financieros. Para dicha actividad la alícuota más alta de Ingresos Brutos a nivel nacional es del 9% en la provincia de Santa Fe, mientras que la más baja es del 2,9% y se aplica en Corrientes.

El dato puede ser relevante en el caso de proyectos nuevos o localizaciones desde cero. No obstante, existen pocos registros de empresas que ya operan en una provincia y hayan decidido relocalizarse o mudar toda su actividad a las provincias que cobran menos ingresos brutos.

La gente: Elon Musk o Marcos Galperín


En busca de un caso concreto que ilustre el punto, el mandatario argentino eligió la figura de dos empresarios multimillonarios del rubro tecnológico. Elon Musk, propietario de Tesla, Starlink y Space X, que mudó sus operaciones de California a Texas, y Marcos Galperín, creador y propietario de Mercado Pago y Mercado Libre, que trasladó su base principal a Uruguay.

En ninguno de los dos casos el ejemplo parece cercano al conjunto de «la gente» que según el presidente Javier Milei podría comenzar a «votar con los pies». En todo caso, el sujeto que el mandatario imagina como destinatario de la posible reforma tributaria, no son los ciudadanos de a pie, sino los empresarios con capacidad de relocalizar su actividad a fin de soportar menor presión fiscal.

Anuncio. En su discurso durante la Expo EFI, el presidente Javier Milei anticipó una reforma tributaria.

Vale decir que tanto Elon Musk como Marcos Galperín, amasaron su fortuna al calor de multimillonarios subsidios del Estado Nacional en sus países de origen al cuál una y otra vez denostan y critican. Sin ir más lejos, por el régimen establecido en la Ley N° 27.506 de Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento y según surge de los balances de la propia compañía, Mercado Libre ha recibido más de u$s 295 millones en subsidios pese a relocalizarse para pagar menos impuestos al mismo Estado que lo subsidia.

Las empresas no pagan IVA


Un tercer elemento reviste en el impuesto que el presidente Javier Milei eligió para ilustrar su anuncio de reforma tributaria. El Impuesto al Valor Agregado (IVA) es un impuesto que se traslada a lo largo de la cadena de valor a medida que un producto transita cada una de las etapas de producción, distribución y comercialización.

En otras palabras, ninguna empresa que produce bienes o servicios en la Argentina paga IVA. Se trata de un impuesto que recae sobre los consumidores finales, los cuales no tienen la posibilidad de trasladar el peso del impuesto a nadie más y afrontan la carga total del impuesto, incluida en el precio final.

Ninguna empresa que produce bienes o servicios en la Argentina paga IVA. Se trata de un impuesto que recae sobre los consumidores finales, los cuales no tienen la posibilidad de trasladar el peso del impuesto a nadie más.

Difícilmente una empresa decidiera relocalizarse o ingresar inversiones a una provincia por el simple hecho de que esa jurisdicción cobra menos IVA. Mucho más significativo sería un experimento similar al que Milei propone con el IVA, pero con el Impuesto a las Ganancias. El escollo en ese caso no sería la resistencia de los gobernadores, sino la jugosa porción de la recaudación que debería resignar la Nación.

Párrafo aparte merece la romántica idea de que una familia tipo decidiera «votar con los pies» y mudarse por ejemplo de Neuquén a Santiago del Estero debido a que Santiago del Estero cobra menos IVA. Imaginar el costo y las barreras logísticas en cuanto al trabajo, la vivienda o la educación de los hijos para simplemente aprovechar una rebaja en el precio de los productos al consumidor, luce inverosímil.


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