Edificios en estado de abandono, un problema urbanístico y estético en Bariloche

Los que están en la zona céntrica llaman más la atención y representan una postal poco atractiva para el turismo. Qué hay detrás de esas construcciones que alguna vez fueron o quisieron ser otra cosa.

Como en cualquier ciudad de pujante economía, el centro de Bariloche tiene un ritmo continuo de inversiones en hotelería, complejos de departamentos y otros emprendimientos que van modificando sin pausa el paisaje urbano. Pero al mismo tiempo ese paisaje aparece afectado por edificios derruídos, que en algunos casos llevan décadas en ese estado, como islas de abandono y dejadez.

Entre las construcciones que están desaprovechadas y expuestas a un constante deterioro hay algunas emblemáticas como la que albergó la clínica Cruz Azul y el policlínico Arbos (de Diagonal Capraro y Sarmiento), el esqueleto de hormigón inconcluso de Vicealmirante O’Connor y Ruiz Moreno, el viejo hotel Vuriloche que perteneció a Osplad y ahora fue comprado por un grupo empresario, la esquina sureste de Mitre y Beschtedt y también otros de propiedad pública como el llamado “Elefante blanco”, de Pasaje Gutiérrez.

La estructura de varios pisos de Vicealmirante O´Connor iba a ser, en apariencia, un edificio de departamentos, y lleva casi tres décadas paralizada. Aldo Bataglini, el titular de un comercio de matafuegos que se ubica a pocos metros, dijo que la obra quedó trunca “y terminó mal, porque según se dijo en su momento el capataz se fue de un día para otro, los obreros se llevaron todo lo que pudieron y después se descubrió que no estarían bien hechas las bases y que hay que bajarle al menos tres plantas de las seis que tiene”. En esas condiciones sería inviable, conjeturó Bataglini.

Dijo también que tiempo atrás el edificio “se vendió y lo compró un grupo de abogados de Buenos Aires”.

Según registros del municipio, los actuales titulares son Ariel Wajnsztok, Mario Dujovne y Mario Zaltz.

El encargado actual se negó a hablar con este medio. El inmueble está invadido de malezas, lo mismo que la vereda. Según los vecinos, mientras siga en ese estado “es un problema grave de seguridad, porque viene gente a consumir drogas y lo usan de aguantadero para guardar cosas robadas”.

El edificio del expoliclínico Arbos en total estado de abandono en la zona céntrica de Bariloche. Foto: Chino Leiva

El edificio de la ex Arbos también tuvo conflictos parecidos años atrás, cuando se instalaron intrusos que habrían sido inculpados de robos en el barrio. Los dueños, que tenían vínculo con el sanatorio del Sol (hoy también desaparecido) acordaron con “un hombre de la calle, un grandote”, le permitieron instalarse en el lugar para que “haga de cuidador”, según señaló Oscar Llancanao, que tiene una vidriería a media cuadra de allí, sobre Capraro.

Llancanao cree que el lugar sigue en ese estado “porque hay un litigio, una sucesión o algo así”. Dijo que los dueños del edificio que se construye al lado quisieron comprarlo “pero no pudieron por ese problema de papeles”.

El edificio de siete pisos albergó durante años un policlínico que ofrecía prácticas de media complejidad, tenía varias salas de internación y más de 40 consultorios. Hace unos 12 años los dueños proyectaron reciclarlo y tramitaron ante el municipio una habilitación para convertirlo en hotel. De inmediato empezaron las obras, pero luego quisieron cambiarle el destino otra vez a un sanatorio, lo cual en ese momento ya estaba vedado por el Código Urbano. El conflicto nunca se saldó y la obra quedó paralizada.

Hoy la vistosa fachada luce derruida, con cables sueltos, molduras desprendidas, y las paredes exhiben graffitis de creativa complejidad. Según Llancanao, en el barrio todos preferirían que el edificio sea recuperdo cuanto antes. “Todo el mundo dice que es un desperdicio, habría que darle algún uso”, aseguró.

También el local ubicado en Mitre y Beschtedt, en pleno epicentro comercial de Bariloche, llama la atención porque aparece tapiado y desaprovechado, a pesar de su alto valor inmobiliario. Hace tres años su dueño, quien después falleció, le dijo a este diario que recibía ofertas de alquiler, pero no quería “pactar con cualquiera”, porque no le traían “buenas garantías” y suponía que querían engañarlo.

Un déficit a resolver

El secretario de Ambiente y Desarrollio Urbano del municipio, Pablo Bullaude, admitió que los edificios sin terminar y los que están deshabitados “son un perjuicio para toda la ciudad”. Dijo que es “tierra vacante, que está sin uso, donde tenés todos los servicios, que costaron dinero”. Por esas propiedades ociosas, entre otros motivos, el municipio debe “urbanizar los bordes de la ciudad, con servicios más caros”, explicó el secretario.

Dijo que también esas propiedades abandonadas generan consecuencias en relación con la higiene urbana y con la seguridad.

El hotel Vuriloche en la avenida Bustillo al 1,200 está vacío y abandonado. Foto: Chino Leiva

El hotel sindical Vuriloche (Bustillo al 1.200) es otro emprendimiento que en su momento fue una referencia importante para el turismo local, ya que alojó durante más de 50 años a docentes de todo el país. La obra social Osplad lo consideró inviable económicamente hace casi 20 años y desde entonces está abandonado. El mantenimiento es mínimo, algunos vidrios rotos fueron reemplazados por paneles de madera y todavía perdura sobre la puerta giratoria de ingreso un cartel de madera que dice “bienvenidos”.

El hotel tiene cinco pisos, con habitaciones repartidas en dos alas en forma de L, cuenta con grandes salones en la planta baja y un espacioso subsuelo. En total, son 6,500 m2 cubiertos. Pero las habitaciones son muy chicas para los estándares actuales y la infraestructura general necesitaría un desembolso muy grande para devolverle funcionalidad. Además, el estacionamiento es muy reducido y ése fue uno de los obstáculos, por ejemplo, para reciclarlo como sanatorio.

Hace un par de años lo compró un grupo empresario, que tendría negociaciones en marcha con una cadena hotelera para recuperarlo y ponerlo en uso. Un magnífico chalet de madera de tres plantas que tiene casi cien años se levanta en el mismo predio y fue arrendado para una academia de arte y galería, que está a punto de abrir.

Toneladas de hormigón

También es citado en primera fila cada vez que se repasan los símbolos de la decadencia el ampuloso edificio que fue concebido hace más de 40 años como centro de convenciones, en Pasaje Gutiérrez, a unas ocho cuadras del Centro Cívico; una inversión pública desperdiciada, que nunca se completó.

El llamado elefante blanco en Jardín Botánico, es una enorme mole de hormigón abandonada. Foto: Chino Leiva

Actualmente quedó integrada al predio del jardín botánico municipal y muchas veces se pensaron usos alternativos. Mientras tanto, Bariloche sigue sin tener un centro de congresos, varias décadas después de que se lo considere un recurso de alta prioridad.

Bullaude dijo que en ese caso la responsabilidad del municipio es mayor que en los edificios privados porque se trata de un inmueble de propiedad pública. Las gruesas paredes de concreto le dan la aparienca de un bunker y cuesta imaginarse cuál era la apariencia final que proyectaron los arquitectos.

Bullaude aseguró que las alternativas más ambiciosas para aprovechar el recinto obligarían a techarlo y dotarlo de servicios, lo cual “es muy caro”. Refirió que hace cuatro años desde el área a su cargo, idearon un “anteproyecto” para reciclarlo como un centro de escalada, que aprovecharía los muros para esa práctica deportiva. “Había un visto de financiamiento de Nación, pero después no se dio -admitió-. Igual se podría recuperar, es un uso posible”.

Recostado en esa mole que los barilochenses definen como “el elefante blanco” comenzó a levantarse hace unos años el teatro “de la independencia”, también con fondos de Nación. Un proyecto luego interrumpido y vuelto a reactivar, que todavía no muestra grandes avances.


El rol del Estado


El gobierno municipal sigue con atención los casos de inmuebles ociosos en el área céntrica, pero hasta ahora no avanzó con decisiones de tipo tributario, u otras, que permitan encauzarlos en función del interés público. El secretario Pablo Bullaude dijo que existe desde hace pocos años un impuesto municipal a los baldíos “libres de mejoras”, pero que no alcanza a las construcciones.

El año pasado ese tributo recaudó 62 millones de pesos y este año está proyectado que aporte 91 millones. “Hoy el municipio no tiene un instrumento para que se les de un destino a los edificios sin uso”, admitió Bullaude.

Dijo que “es un tema pendiente, hay que estudiarlo muy bien y hay que resolverlo”. Refirió que en algún momento comenzaron a desarrollarlo con un equipo de investigación de la UNRN, pero no se tradujo todavía en un proyecto concreto.

Señaló que hay provincias en las que se les cobran impuestos tan altos a los inmuebles ociosos que “en algún caso la deuda acumulada equivale al costo de la expropiación”.

Bullaude dijo que en el municipio no sería tan simple porque “las deudas prescriben a los cinco años” y habría que entablar demandas judiciales previas para evitar que se pierdan esos cobros.

Insistió en que los edificios abandonados “son un problema para la ciudad en muchos aspectos, y es necesario regularlos” para que los propietarios se vean inducidos a darles un uso.


Un hotel cerrado y viejo


El hotel que perteneció a la obra social docente fue comprado por un grupo empresario que no tiene por ahora un proyecto definido. En algún momento evaluaron darle destino de viviendas y también recuperarlo como hotel, aunque la infraestructura no daría para una categoría superior a las dos estrellas.

El empresario Roberto Gilio (titular de la distribuidora Puelche y los supermercados Todo) es parte del grupo inversor. Contó que tiempo atrás tuvieron contacto con una cadena hotelera de Buenos Aires que se mostró interesada, “pero todo se frenó con la pandemia”.

Hoy el hotel tiene un portón nuevo y una pequeña obra en marcha para impermeabilizar una terraza, que tenía filtraciones de agua. Los obreros señalaron que suelen concurrir al edificio miembros de la policía federal.

La comisaria Claudia Lingeri, titular de la PF en Bariloche, informó que tienen un convenio de uso del edificio. “Nos lo prestan para hacer prácticas del grupo operativo, entrenamiento de irrupciones”, afirmó.

Gilio dijo que el exVuriloche podría reabrir como hotel pero no están descartados otros usos como el “residencial”, porque “la ubicación es muy apta”. Aunque reconoció que cualquiera sea el proyecto “requiere mucha inversión”.


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