Eduardo Horacio Bejarano: músico y poeta neuquino, integró Voces del Sur y Sanampay


Falleció a los 38 años en México, país al que debió migrar tras la dictadura cívico-militar de 1976. Dejó una breve pero intensa historia de convicción humanista a través del arte como expresión política de la búsqueda de un mundo más igualitario. El Gordo, como le decían sus amigos, nació en Taquimilán, provincia de Neuquén, un 17 de julio de 1945. Hijo de Juan Mariano Bejarano, comandante de Gendarmería Nacional destinado a Neuquén, y Alicia Padilla, entrerriana, maestra y directora en escuelas rurales y urbanas de la provincia; hermano de Enrique y Silvia.

Su amor por el arte y en particular por la música fueron, en cierto modo, partes de una ruptura con el mandato paterno, un tanto rígido. Estudió en el Colegio San Martín, donde se graduó, en 1962, como maestro normal nacional. Manifestó pasión por la escritura, como lo demuestra un diploma de un concurso literario por el Festival del Día del Estudiante que ganó.

Se graduó en 1967 como licenciado en Ciencias Políticas, Sociales y Diplomacia. Dos años después se casó con Beatriz Petersen, con quien tuvo tres hijos: Enriqueta Carolina, psicoanalista e investigadora; Mariano, docente; Camila, cineasta e investigadora, autora del documental “Creo escuchar una historia posible de Sanampay”.

Los nietos, que crecieron entre recuerdos de su abuelo al que no pudieron conocer, Santiago, Mía, Lola, Tomás y Emilia, completan la familia.

Entre 1967 y 1976 desarrolló tareas que integraban su formación académico-política con la docencia, el periodismo, la poesía y la música. Se desempeñó en la Sepac (Secretaría de Estado de Promoción y Asistencia de la comunidad) y la Secretaría de Estudios y Acción Social (SEAS). Entre 1967 y 1970 fue maestro en la Escuela N° 91 de Senillosa, maestro y director en la N° 111 de Neuquén, maestro en Varvarco y docente en la Universidad Nacional del Comahue.

Como periodista fue subdirector de la Revista Mensual del SEAS, director de Medios de Comunicación Masiva de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNCo. Dirigió la sección política del diario Río Negro, fue secretario de Redacción del Sur Argentino, editorialista de la revista Aquí Nosotros y corresponsal del diario Clarín.

También fue secretario gremial del primer gremio de periodistas del Neuquén. En esa época también fue músico en Voces del Sur junto con Naldo Labrín, Raúl Rulo Domínguez, Raúl Pavón, Pucho Mancini y Eduardo “Gordo” Bejarano, como lo vemos en la fotografía.

A mediados de 1976 partió al exilio, como tantos otros. No fueron momentos fáciles, pero México fue un país generoso y amable. Allí, con Naldo, Delfor Sombra, Guadalupe Pineda Aguilar y Maurce Azzouline fundaron Sanampay, que en quechua significa “cuando vos me necesités voy a estar”, dato suministrado por Naldo Labrin

Eduardo realizó su deseo de dedicarse a la música. En 1982 participó en el plan de alfabetización de la revolución nicaragüense. Volvió a México, a Guadalajara, donde reencontró un hogar. Un 4 de noviembre de 1983, apenas unos días antes de tomar el avión que lo regresaría del exilio, murió mientras tomaba un café despidiendo a un amigo. Se fue intenso de cariños que aún lo recuerdan.

Él mismo lo dijo, en forma de versos: “Cuando en la boca fresca/ del amigo que recuerda/ se recuperan las coplas/ que se hacían olvidadas/ crece cual flor tremenda/ la esperanza”. Por eso esta semblanza, nacida en su tierra, entre los que lo conocieron y los que ahora escuchan su nombre por primera vez, es un modo de hacer que Eduardo siga viviendo en nosotros, en nuestra historia. Este recuerdo lo escribieron sus hijos como un homenaje a su padre y la distinción que la memoria de Neuquén le tributa.

Beatriz Carolina Chávez

NEUQUÉN


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios