El Brexit no encuentra la salida

Déjennos votar otra vez” decían algunas de las innumerables pancartas que desfilaron el sábado 20 de octubre por las calles de Londres rumbo al Parlamento. Más de 700.000 personas salieron a reclamar al gobierno británico la convocatoria a un nuevo referéndum, en el que se someta a la opinión de los ciudadanos el acuerdo final del Brexit.

Hace dos años, por votación ciudadana y quizás sin conocer los vericuetos, los británicos optaron por romper 43 años de matrimonio. El mundo quedó azorado, casi boquiabierto y esperando ver cómo evolucionaba semejante sacudón a la economía internacional.

A pocos meses de concretarse la retirada definitiva, ni Londres ni Bruselas encuentran una salida a la cuestión de la frontera irlandesa.

Un asunto clave que debe acordarse antes del 29 de marzo de 2019, para continuar con las negociaciones y definir cuál va a ser la relación futura entre el Reino Unido y la Unión Europea.

Cuando en junio de 2016 los británicos decidieron en un referéndum abandonar la UE, el 56% de los ciudadanos de Irlanda del Norte que votaron lo hizo a favor de permanecer en el club europeo.

Tiempos de guerra

Para muchos, la posibilidad de que se restablezca una frontera física recuerda tiempos de guerra.

Significa volver a los controles, a las barreras que por entonces eran una pesadilla para aquellos que querían cruzar de un lado al otro.

Cuando aún no se hablaba del Brexit, el escritor Garrett Carr decidió explorar los 499 kilómetros de la frontera irlandesa. En su libro “The Rule of the Land: Walking Ireland’s Border” (2017) documentó sus viajes por los pueblos y ciudades a ambos lados de una imperceptible línea que serpentea ríos, corta campos, divide puentes e incluso alguna casa. Imposible de identificar. Sólo existe en los mapas.

Cuesta imaginar que no hace tanto tiempo torres vigías, alambradas y soldados con ametralladoras formaban parte del paisaje que describe Carr.

Durante el sangriento conflicto que marcó a esta parte del mundo por tres décadas, desde 1968 a 1998, esta región fronteriza era la zona más militarizada de Irlanda del Norte.

Con la entrada del Reino Unido y la República de Irlanda a la Unión Europea (1973) y el Acuerdo de Viernes Santo (1998) se inició un proceso que fue eliminando las barreras físicas, económicas y psicológicas.

Así se puso fin a la violencia entre republicanos/católicos y unionistas/protestantes que trajo sufrimientos, antagonismos y muertes. Hoy la frontera desapareció, pero la paz es todavía frágil.

Frontera invisible

Entonces, ¿qué pasará con esa frontera invisible cuando el Reino Unido abandone definitivamente la UE?

Es fácil no tener fronteras entre dos países que pertenecen a un mercado común con un régimen regulatorio que permite el movimiento comercial libre.

Es fácil no tener fronteras cuando hay una unión aduanera por la que se evita la aplicación de aranceles y se mantiene una política común respecto de terceros países.

Pero el retiro supone, en principio, que en donde había un solo mercado habrá dos que compiten entre sí, cada uno con sus normas, regulaciones y tribunales.

El Brexit implica restablecer fronteras. Esta vez, entre Europa y el Reino Unido.

Y en la isla de Irlanda, entre la República de Irlanda (parte de la UE) e Irlanda del Norte (parte del Reino Unido). Algo inimaginable para muchos de los que viven ahí.

Nadie quiere volver al pasado, a una frontera con controles físicos y aduaneros que ponga en riesgo la estabilidad económica, y mucho menos al proceso de paz entre las dos comunidades.

Pero la fórmula no es sencilla, debe tener en cuenta dos premisas: una, que el Reino Unido esté fuera del mercado único y de la unión aduanera, y la otra, que no haya una frontera física entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Alternativas difíciles de conciliar.

Existe una relación inversa entre estos dos postulados: si se optara por un régimen comercial más estrecho entre el Reino Unido y la UE sería más fácil mantener una frontera abierta entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, pero sería más difícil alcanzar el nivel de autonomía que motivó la decisión del Brexit.

Como en la leyenda, el dilema de la frontera irlandesa es una especie de nudo gordiano.

Sólo que esta vez no será lo mismo cortarlo que desatarlo.

*Diplomático

Implica restablecer fronteras entre Europa y el Reino Unido. Y en la isla de Irlanda, entre la República de Irlanda (parte de la UE) e Irlanda del Norte (Reino Unido). Inimaginable para quienes viven ahí.

Eduardo Tempone*

Datos

Implica restablecer fronteras entre Europa y el Reino Unido. Y en la isla de Irlanda, entre la República de Irlanda (parte de la UE) e Irlanda del Norte (Reino Unido). Inimaginable para quienes viven ahí.

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