El cielo escuchó

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El sol golpea con fuerza en verano y una gorra me ayuda a cubrirme. Hoy nos tocó hormigonar, llenar los cimientos de una casa en un barrio privado. No hay muchas pausas, sólo palear y palear. El agua me anima un poco pero a medida que pasan las horas el cansancio se siente más. A veces la vida golpea duro, y si uno quiere llevar unos pesos a la mesa no puede despreciar el trabajo, eso me lo enseñaron mis viejos. Finaliza el día y en la ropa quedan rastros de arena y cemento. Algún día el cielo escuchará y las cosas cambiarán, me dije. Los años han pasado y, aunque no estoy pasando baldes de mezcla como antes, tampoco me olvido de esos tiempos.

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