“El desafío del barco neuquino”

Hace algunos años tuve la oportunidad de navegar en el rompehielos Almirante Irízar, uno de los barcos más grandes e importantes que tuvo la Armada Argentina. Fue en esa ocasión que pude ser testigo privilegiado de cómo el comandante le transmitía a su sucesor algunos “secretos” del barco, aspectos a tener en cuenta para conducirlo mejor por las tormentosas aguas del Atlántico Sur rumbo a la Antártida. El recuerdo y la analogía no pueden ser más oportunos para el momento político que transitamos. Después de todo la palabra “gobierno” deriva del griego “kibernao”, que quiere decir “pilotar un barco”, y en un sentido más amplio refiere a ejercer el control y la dirección sobre algo. Así, las gestiones Sapag-Pechen comprendidas entre 2008 y 2015 se encuentran entre las que más producción legislativa registran desde el retorno de la democracia –sobre todo en el período 2008-2011–; tuvieron un presupuesto legislativo a la altura de las circunstancias, iniciaron un proceso de certificación de normas ISO para organismos públicos que es un ejemplo en Latinoamérica, apoyaron a la cultura a través de programas de extensión desde la restaurada Casa de las Leyes (antiguo edificio legislativo de av. Olascoaga), registran como pocas gestiones el nivel de representación femenina que marca la ley –aunque todavía podría ampliarse aún más–, mantienen un equilibrio pocas veces visto en la relación oficialismo-oposición para la conducción de las comisiones temáticas de trabajo y lograron la sanción del 48% del total de leyes de los últimos 8 años en 3 o menos meses… todo ello sin que ninguno de los 16 partidos que componen la Asamblea alcance por sí solo la mayoría que requiere el reglamento para la sanción de las leyes y sorteando crisis como la que generó la firma del convenio YPF-Provincia para iniciar la exploración de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta en 2013 o el reciente reclamo de la Asociación Neuquina de Empleados Legislativos por el cobro del impuesto a las Ganancias, por sólo nombrar dos de los más recientes e intensos hechos vividos en la Cámara. Ésa podría ser una breve caracterización del estado actual del barco. A partir del 10 de diciembre habrá cambios en la tripulación: el oficialismo (MPN y aliados) reducirá su representatividad en cantidad de diputados –pasa de 17 a 15, sobre los 35 que componen la Cámara–. Por el contrario, la oposición ganará dos diputados (pasa de 18 a 20), pero esta ampliación no se verá reflejada en la cantidad de partidos que la componen, sufrirá una reducción de los 12 que la integran actualmente a los 7 partidos que asumirán en el próximo periodo legislativo. Muchos desafíos tendrá la nueva Cámara. Algunos como la reforma del Código Procesal Civil o la redacción de las leyes de educación complementarias a la vigente son parte del legado que la actual gestión deposita en la próxima. Otros, como la situación financiera del ISSN, reducir la brecha y la violencia social, lograr la evaluación de los jueces a través del Consejo de la Magistratura, alcanzar cierto desacople económico respecto de los vaivenes mundiales del precio del petróleo, mejorar los sistemas de salud y educación o la tan mentada diversificación productiva, por sólo nombrar algunos, también aparecen en las cartas de navegación de la futura dotación junto a cuestiones que atañen a nuestra provincia pero que están supeditadas a definiciones nacionales: los destinos de YPF, la política energética y las regalías o el inicio de la postergada discusión sobre la coparticipación nacional. Mario L. Flores Monje Lic. en Ciencia Política y Relaciones Internacionales Neuquén

Mario L. Flores Monje Lic. en Ciencia Política y Relaciones Internacionales Neuquén


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