El día patrio

Hubo un día en el que un rey fue obligado a dejar su trono y, como dice el dicho, “El que se fue a Sevilla perdió su silla”. Esta es la historia de Fernando VII y lo que después será la República Argentina. La historia institucional del país se inició un día como hoy, hace 209 años.

Antes de ser país, éramos gobernados por un virrey español en nombre del rey de España, una especie de provincia, apéndice, periferia, lejos de todo, cerca de nada. Pero cuando Napoleón invadió España, la corona quedó vacante, y aquí en el Rio de La plata el virrey se quedó sin poder y de repente, como si hubiera sido el producto de un torbellino, nuestra nación empezó a crecer.


Esta historia de representaciones fallidas hizo que el poder cayera en manos de una institución ciudadana, llena de personajes importantes con distintas ideas: “El Cabildo”.


El cabildo era algo así como un espacio de discusión y decisión en el cual las personas más prominentes de la ciudad de Buenos Aires, ayudaban al virrey a tomar decisiones. Pero, nuevamente, si el virrey no tenía a quien responder, porque en España no había rey, entonces, el Cabildo tenía la obligación de ejercer su autoridad, hasta qué volviera el rey.

Y casi como en un sueño, un razonamiento lógico se convirtió en una causa independentista y se formó entonces, el primer gobierno patrio del país.
Muchas cosas nos hicieron despertar como pueblo, algunos años atrás otra revolución había legado un país independiente más al Norte, Estados Unidos, esas ideas y la necesidad de enriquecernos económicamente, las ganas de generar más, y no tener que depender sólo del monopolio español, comenzaron a despertar mentes.

Pero no sólo queríamos comerciar libremente con otros países como Inglaterra, sino también queríamos que los nacidos en la patria pudieran acceder a cargos políticos, que anteriormente estaban manejados pura y exclusivamente por españoles. 

Los líderes patrios sin saberlo habían iniciado una revolución y caminaban los primeros pasos de este país “in the making”. Era una receta nunca antes probada, tenía un poco de república, algo de monarquía, un poco de catolicismo, algo de imperialismo, liberalismo sobre todo y mucha voluntad. Belgrano quería un gobierno monárquico no español. Alberti era comerciante, y obviamente quería el fin del monopolio español.

Moreno, secretario de la primera junta, era demócrata. Saavedra era defensor de los valores tradicionales, militar y sospechaba de los procesos revolucionarios. Imagínense una revolución con gente que pensaba tan distinto.

Hoy estamos como entonces, somos un pedacito de eso que quisimos ser, y tenemos la obligación de renovar esas ideas, ese pacto nacional.

Ya no necesitamos una revolución, solo debemos reflexionar sobre cómo un proyecto tan hermoso como el de Argentina surgió de la pluralidad de ideas y la discusión y cómo necesitamos aprender a valorar eso que nos hizo únicos: el disenso, la pluralidad de ideas y la discusión.

Que tengan un gran día patrio, hoy, en el 2019.

Victoria Lis Marino

DNI 31.655.757


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25 de Mayo

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