El drama en la nieve que vive una familia de crianceros olvidados

Falta forraje para los animales y reclaman al gobierno provincial que despeje los caminos porque llevan semanas de aislamiento.

Se levantó el viernes aún de madrugada porque su intención era salir con las primeras luces del alba. No quería hacer ruido para no despertar a la familia. Pero su padre, Ismael Llancaqueo, no estaba dormido.

El hombre saltó, urgido, de la cama y en pocos minutos elaboró, presuroso, con la habilidad de un experto panadero, unas tortas fritas, que se las entregó «calentitas» a su hijo, Oscar, para el largo viaje de regreso. También, le dio carne de un chivo que había carneado.

Oscar había llegado el 10 de julio pasado a la casa de su padre, en el paraje Aguada del Zorro, que se encuentra entre Comallo y Laguna Blanca, en la meseta rionegrina, a unos 180 kilómetros de Bariloche. Allí, la Patagonia muestra su rostro de soledades inmensas.

Su pareja, Mónica Antín, y su hija, Antú, lo acompañaron en la odisea desde la zona de Junín de los Andes, donde residen, hasta el campo donde está su padre. Cargaron hasta el tope la camioneta, con víveres para asistir a su familia en Aguada del Zorro que estaba aislada desde la primera tormenta fuerte de nieve. Nunca pensó que la situación era tan complicada.

Oscar Llancaqueo cargó todos los víveres e insumos que pudo en la camioneta para llevarle a su padre y su hermano. Viajó con su pareja y su hija pequeña. (foto gentileza)

Cargaron la camioneta con alimentos y cruzaron hacia Bariloche, avanzaron por la ruta nacional 23 hasta Comallo. Después, se internaron por la ruta provincial 67. “Solo pudimos llegar hasta Cañadón Chileno. No pudimos avanzar más porque toda la ruta estaba tapada de nieve; había entre 70 centímetros y 1 metro en algunas partes”, contó.

“Después de tres días de intentarlo, pudimos llegar el 10 de julio pasado hasta la casa de mi papá”, relató. Pero no fue fácil. Cuando llegaron al cruce de la ruta provincial 67 y el camino que conduce al campo de su familia, se encontraron que la nieve era tanta que impedía avanzar con la camioneta. Ninguna máquina de Vialidad provincial había pasado por ese lugar.

No le quedó otra opción que caminar con su señora y su hija los 3,8 kilómetros de extensión que tiene el camino vecinal, que conduce hasta el hogar de su padre. El panorama era desolador. La nieve cubría todos los rincones y los animales resistían apiñados como para darse calor.

Por eso, Oscar Llancaqueo se marchó angustiado este viernes de Aguada del Zorro. “Mi papá y mi hermano están necesitando que se abra el camino con máquinas desde la ruta provincial 67 hacia su casa y necesitan, con urgencia, forraje para los animales”, pidió.

Dijo que su padre tiene aún 240 chivas. Pero el crudo invierno y la falta de alimento diezmarán el rebaño. “En el momento en el que nos vinimos les quedaba forraje para menos de una semana”, afirmó Oscar a RÍO NEGRO.

Es poco alimento que queda para los animales y aislados en imposible ir a comprar. (foto gentileza)

El paraje donde creció Oscar sigue teniendo las mismas carencias que había cuando era un niño. Es como si el tiempo se hubiera quedado quieto. Allí, no hay ningún servicio. La electricidad que tiene en la casa de su padre la provee un panel solar. No hay señal de telefonía y mucho menos internet.

La pandemia había sido un obstáculo para distanciarlos. Pero cuando Oscar tuvo noticias del temporal de nieve y los problemas que causaba a los pobladores de la Línea Sur de Río Negro, decidió ir a ver a su padre y su hermano. César.

Oscar aseguró que el poco forraje que había llevado lo tuvo que dejar en el camino porque no pudo avanzar con la camioneta por la nieve. (foto gentileza)

“Si bien ellos habían podido sostener un caballo en la casa, no fue posible usarlo de pilchero por la gran acumulación de nieve desde el trayecto de la ruta hasta la casa, que es un camino vecinal”, describió Oscar.

“Nosotros le llevamos provisiones como para aliviar el invierno: frutas, verduras, fideos, yerba azucar, harina y después combustible, como nafta, aceite para la motosierra”, comentó.

Dijo que con su hermano, César, hicieron varios viajes con las mochilas cargadas para poder transportar los víveres desde el sitio donde había quedado la camioneta hasta la casa. Cada ida y vuelta les demandó casi 4 horas y media de caminata.

La visita era por pocos días porque Oscar y su pareja tienen su trabajo y estudios en la zona de Junín de los Andes. Pero tuvieron que cumplir la cuarentena. “Nos quedamos dos semanas, pero en el trascurso de esas dos semanas se desató otro temporal que nos dejó totalmente aislados teniendo que quedarnos una semana más hasta que despejaron la ruta de Laguna Blanca a Comallo”, relató.

El segundo temporal de nieve aisló aun más a la familia Llancaqueo. (foto gentileza)

Quiero hacer hincapié en el abandono del Estado provincial, porque mi papá y mi hermano no tienen suficientes provisiones, están sosteniendo a sus animales a pulmón”, aseguró.

Contó que ellos habían conseguido abastecerse de forraje antes de que se disponga el aislamiento obligatorio por la pandemia, causada por el nuevo coronavirus.

El forraje tenía que alcanzar hasta finales del invierno, principios de la primavera, cuando empieza la época de la parición de los animales. «Pero a esta altura ya les estaba quedando poco”, describió Oscar.

Y con los caminos bloqueados por la nieve, nadie puede salir del paraje como para ir hasta Laguna Blanca a conseguir algún forraje. “Ellos necesitan que se abra el camino desde la ruta hasta la casa que son 3,8 kilómetros”, reiteró Oscar.

Dijo que su padre y su hermano “estaban muy preocupados porque parte de la majada no tenían ni idea en qué parte del campo estaba”.

Los animales buscan pastura, pero solo hay nieve por todos lados. (foto gentileza)

“A esta altura ya se imaginaban que estarían muriendo porque hace más de un mes que hay mucha nieve acumulada en el campo. Y esa nieve con el último temporal se compactó demasiado y se puso muy pesada, entonces no podían salir desde la casa ni siquiera a ver si les quedaba algún animal vivo”, afirmó.

Tampoco su padre y su hermano sabían donde podían estar los caballos que desde la primera nevada, que no los volvieron a ver. “Cuando baje un poco la nieve van a saber recién si tuvieron mucha mortandad de ovejas y caballos”, advirtió.

“Es doloroso entender la situación. Lo que están pasando ellos también la están pasando otros pobladores de la Linea Sur”, lamentó Oscar.

Las intensas nevadas amenazan con diezmar el rebaño de la familia Llancaqueo. (foto gentileza)

Su padre tiene 62 años y hace más de 30 años que vive en Aguada del Zorro. Su hermano, César, tiene 35, y hace una década que acompaña a su papá.

Son pequeños crianceros. “Su economía es la crianza de chivas y ovejas y dependen mucho del pelo, de la fibra y de la lana”, aseguró.

“En esta época de invierno desde la comisión de fomento de Laguna Blanca les brindan el Plan Calor, que consiste en algunos kilos de leña y después garrafas. Después, durante el año tienen que calefaccionarse juntando bosta de caballo, porque la zona es estepa arbustiva no hay montes, por lo tanto la única leña disponible es la bosta de caballo”, explicó.

Solo tienen un vecino a más a 5 kilómetros. No quedan muchos pobladores. Oscar comentó que en esa zona nieva mucho porque está a más de 1000 metros de altura sobre el nivel del mar.

“La diferencia es que este año nevó mucho de golpe y, antes de que se empiece a descongelar la nieve, cayeron muchas heladas, lo que generó que no se mueva para nada la nieve acumulada. Entonces, cuando cayó el segundo temporal, el 15 o 20 de julio, eso hizo que se queden aislados”, sostuvo.

“Mi mamá falleció hace muchos años cuando nosotros éramos niños y mi papá desde su lugar, como pequeño productor, se cargó ese peso. Por eso, de cierta manera, siempre tratamos de llegar y ayudarle y agradecerle por todo lo que nos brindó, por la posibilidad de poder crecer, estudiar y formar nuestras vidas”, afirmó Oscar. Dijo que tiene otro hermano que tampoco vive en el campo.

“Uno medio que no lo piensa tampoco en negativo porque la nevada era esperada en el campo porque dependen mucho de como venga el invierno para después ver el estado del campo, la pasturas, que después será la nutrición de los animales”, observó.

Don Ismael Llancaqueo observa los animales cerca de su casa. (Foto gentileza)

Pero en este caso la nevada se convirtió en un problema, primero, porque quedaron aislados ,y ahora, porque no saben cuanta mortandad de animales van a tener”.

Oscar dijo que vive desde hace unos años en Junín de los Andes, en una zona rural. “Tuve mi infancia en el campo, sé lo que es vivir y estar en invierno aislado, incomunicado y con todo lo que eso implica, la soledad sin otra compañía más que los perros, los caballos, los gatos, las chivas, las ovejas que son el sustento y fue también en algún momento el sustento nuestro para que pudiéramos salir a estudiar”, recordó.

Y lamentó que a pesar del paso del tiempo, “no ha cambiado mucho de cuando era niño hasta ahora el abandono por parte del Estado”. Dijo que su familia no recibió en lo que va del invierno ninguna ayuda ni de la comisión de Fomento de Laguna Blanca ni del intendente de Comallo.

El caballo sufre demasiado estos días de tanta nieve y por eso evitan usarlo. (foto gentileza)

“En la erupción del volcán (junio de 2011) hubo mucha mortandad de animales, a mi familia se le murieron casi todas las ovejas y desde ese cachetazo recién ahora se estaban como reponiendo los campos”, afirmó. “Y ahora, no sabemos cuantos animales van a sobrevivir a este temporal”, lamentó.

Oscar se encuentra hoy en su casa, en Junín de los Andes, pero desde allí pide ayuda para su padre, su hermano y los pobladores aislados de la Línea Sur rionegrina. Tiene la esperanza de que alguien en el Gobierno de Río Negro escuchará.


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